SANTOS DEL DIA
21 DE ENERO
Nuestra Señora
de Altagracia patrona de Santo Domingo; Inés
virgen y mártir; Anastasia, Patricia, Zacarías, Polieuto,
Eupsiquio y Clemente mártires; Publio y Epifanio
obispos; Meinrado ermitaño.
INÉS
Agnes
es la forma latina de este nombre. Parece bastante claro que
procede del griego
agnh
(agné), que significa pura, sin mancha; aplicado a
las víctimas que se ofrecen en sacrificio, significa
sagrada, sin tara, que nunca ha estado sometida al yugo.
Forma parte de la nueva generación de nombres cristianos en
Roma. Al coincidir fonéticamente este nombre (Agnes)
con la palabra latina agnus,
(cordero) y con la simbología especial que este animal tiene
en el cristianismo (Cristo es representado como el
Agnus Dei, el Cordero de Dios), se
cultivó esta asociación de ideas y se la representó siempre
con un cordero y con la palma del martirio.
Santa Inés
representa un hito en la historia del cristianismo. Su
martirio conmocionó a la cristiandad naciente y movilizó a
toda la intelectualidad cristiana. Inés era una niña de doce
años apenas, cuando tuvo que hacer frente a las pretensiones
del pretor de turno (fue durante la persecución de Septimio
Severo) de que abjurase de su fe, adorando públicamente a
Minerva. Y no se le ocurrió otra cosa para presionarla, que
llevarla a un lupanar y someterla allí, desnuda, a pública
vejación. No siendo posible doblegarla por ningún medio,
mandó el pretor decapitarla allí mismo. Dice la tradición
que al verdugo, movido de piedad, le tembló la espada en la
mano. Su martirio causó honda impresión en toda la Iglesia,
tanto en Roma como fuera de ella. Lo prueban el epitafio que
en su tumba hizo colocar San Dámaso, en el que en una décima
canta el martirio de la Santa; el sermón que en su fiesta
pronunció San Ambrosio, arzobispo de Milán; el hermoso himno
a ella dedicado por el poeta español Prudencio; y en la
iglesia oriental por la especial memoria que de ella se hace
en los más antiguos sinaxarios y menologios griegos. Con
razón exclamaba San Jerónimo que su alabanza resonaba en
todas las lenguas y en todas las Iglesias y naciones.
Grandes encomios hicieron de ella los más esclarecidos
autores eclesiásticos: San Agustín, San Ambrosio, San
Dámaso, San Gregorio Magno, San Jerónimo, San Martín de
Tours, San Máximo de Turín, Prudencio y Venancio Fortunato.
Dan fe asimismo de su celebridad la conmemoración que de
ella se hace en el canon de la misa y la costumbre de
bendecir el día de su fiesta dos corderitos (agni) en
la basílica de la santa (Agnes) (ritual trasladado
posteriormente a la iglesia de San Pedro del Vaticano), de
cuyo vellón se labran los pallium que el Papa bendice
el día de San Pedro para enviarlos a los prelados de sede
arzobispal.
Siete santas
más con este nombre venera la Iglesia y varias reinas y
princesas recuerda la historia: Inés de Francia, emperatriz
de Constantinopla (1171-1220); Inés de Merania, (m. 1201).
Inés de Poitou, emperatriz de Alemania (m. 1077) e Inés de
Castro, esposa de Pedro I de Portugal, asesinada el 7 de
enero de 1355 por simple cálculo político, para evitar que
heredara el trono de Portugal. La venganza de su padre fue
terrible. El triste destino de Inés y la venganza a que dio
lugar se han convertido en legendarios. En el drama
"Reinar después de morir" revive Vélez de Guevara esta
leyenda. |