SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 27 de Agosto

Mónica, Margarita, Licinio, Cesáreo.


MÓNICA

Parece que su origen es Mónaca, ermitaña; habiendo surgido este nombre en los primeros tiempos del cristianismo en el norte de África, tierra en la que se inició el espíritu eremítico, es razonable pensar que fuera éste su verdadero significado, y que debió nacer como un sobrenombre con el que se denominaría a las mujeres que llevaban una vida piadosa y austera propia de ermitañas. El tiempo y el valor positivo y elogioso que se dio a este sobrenombre, acabó convirtiéndolo en nombre. La palabra Mónaca que dio origen a Mónica es de origen griego. Deriva del adjetivo monoV (mónos,el mismo con el que se formaron monarquía, monasterio, monólogo) que significa solo, único. Es éste un nombre que nunca ha dejado de llevarse, pero que ha mantenido siempre su singularidad.

Santa Mónica nació en Tagaste, África, el año 331. Su mayor mérito es el de ser madre no sólo natural, sino también espiritual del gran san Agustín. Fue educada como cristiana y procuró con todas sus fuerzas que lo fuesen también su marido Patricio y su hijo Agustín. Ambos fueron para ella una dura batalla: el marido porque tenía muy mal carácter, acentuado por la presencia de la madre de ésta, que nunca llegó a aceptarla. Pero Mónica era mujer de gran fe y no era asequible al desaliento. Consiguió convertir a su marido y dulcificar su carácter. Mucho más le costó encaminar a su hijo Agustín, que llevaba una vida disipada. Ella misma había criado a sus hijos (tenía otro hijo, Navigio, y una hija de nombre Perpetua), sintiendo después los dolores del parto tantas veces cuantas los veía apartarse del camino recto. Tenía el don de apaciguar y de serenar cualquier tensión que se produjese a su alrededor. Sus grandes armas eran la humildad y la dulzura. Con ellas consiguió convertir a su hijo, que llegó a ser una de las mayores lumbreras de la Iglesia y un personaje de gran peso en la historia del pensamiento occidental. San Agustín resume así la vida de su madre: "Había sido mujer de un solo varón, había cumplido todas las obligaciones que tenía para con sus padres, había gobernado su casa y familia con mucha piedad, y las buenas obras que había hecho daban testimonio de la virtuosa conducta que había tenido". Podríamos decir de Santa Mónica que fue de una sencillez heroica. Y su mayor heroísmo fue resistir en su lugar sin desalentarse. La santa mujer, cuando vio completada su obra, siendo su hijo de 33 años, ya totalmente encarrilado, dijo: "por lo que a mí respecta, nada me retiene ya en esta vida. Yo no sé qué he de hacer de aquí en adelante. Lo único por lo que pedía a Dios más tiempo, ya lo he conseguido". San Agustín lloró la muerte de su madre y tuvo para ella hermosos recuerdos: "Parece que mi vida se deshacía, pues la mía y la suya no hacían más que una sola". Es que la lucha de ambos por una vida de calidad espiritual y humana para el hijo, los unió estrechamente.

Las Mónicas celebran su onomástica el 4 de mayo o el 27 de agosto. El modelo de mujer fuerte en el fondo, suave en las formas; de aspecto frágil, pero recia más que el acero; inteligente, pero modesta; entregada en cuerpo y alma a sus nobles objetivos hasta alcanzarlos, es como para confiar en el nombre. ¡Felicidades!

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