SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 20 de Agosto

Bernardo, Leovigildo, Cristóbal, Samuel, Filiberto.


SAMUEL

En el radical hebreo sm, con vocalizaciones diversas (las vocales no se escriben, se deducen de las consonantes), tenemos los significados de allí, (Dios está allí), nombre (El nombre=el poder de Dios), grandeza, excelsitud (La grandeza de Dios), cielo (El cielo de Dios), todos compatibles entre sí, todos igual de válidos como interpretación del valor intrínseco del nombre de Samuel. Nos encontramos, por tanto, sin ninguna duda, ante un nombre de gran entidad, tanto por el personaje bíblico que lo encarna, de primera fila, justo a continuación de Moisés y de los patriarcas, aventajando incluso a la mayoría de los profetas; como por el valor tan amplio y a la vez profundo del nombre. Al nacer, su madre le llamó Samuel, porque lo consideró un don de Dios: entendió que Dios había escuchado su súplica (Dios ha escuchado) concediéndole el hijo tras largos años de esterilidad. En los países de habla inglesa se popularizó mucho más que en los de habla hispana (el recelo con que se trataban judíos y cristianos en España hacía algo incómodo para estos últimos llevar nombres del Antiguo Testamento). Una de las pruebas de ello es que nos ha quedado "el tío Sam" (hipocorístico de Samuel) como nombre genérico del norteamericano.

Samuel es el último de los jueces de Israel, el que hace la transición del régimen teocrático al régimen monárquico, análogo al de los pueblos que rodeaban a Israel y de los que necesitaba defenderse. Al fundar Moisés el pueblo de Israel con los 400.000 esclavos hebreos (cuya huida de Egipto consiguió organizar a pesar de la dura oposición del faraón, que se consideraba su legítimo dueño y señor), creó la institución de los jueces para que gobernasen al pueblo en nombre de Dios. El último y más importante de estos jueces fue Samuel. Costaba mucho gobernar de esta manera y sobre todo organizar la defensa, por lo que Israel cayó en manos de los filisteos. La causa moral fue la prevaricación de los israelitas, que se dejaron seducir por los dioses filisteos, lo que les hizo demasiado proclives a dejarse dominar por ellos. Samuel entendió que le correspondía dar por finalizada la etapa teocrática y pasar a la monarquía. Consagró por tanto al primer rey, Saúl, y tuteló sus actuaciones, de modo que durante esta etapa se administró Israel, de hecho, por un régimen mixto. Durante el reinado de Saúl se produjo el episodio de David y Goliat, por lo que el rey, celoso de David, quiso matarlo, para lo que entre otras cosas mandaba a David a misiones difíciles contra los filisteos; pero esto no hacía más que aumentar el prestigio de David y los deseos de Israel de que fuese el sucesor de Saúl. Finalmente fue el propio Samuel quien ungió también al segundo rey de Israel. Tal fue el prestigio de Samuel que hasta después de muerto seguían consultándole a través de una pitonisa (así Saúl, y probablemente no fue el único).

He ahí un personaje multifacético, que tuvo que armonizar la justicia con la bondad y la humildad con la energía. En su nombre y en su vida tienen los Samuel un filón inagotable de inspiración y de fuerza. Tienen por tanto motivos dignísimos para celebrar su onomástica, para la cual señala el santoral como fecha preferente el 20 de agosto. ¡Felicidades!

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