Parece que
su nombre procede del latín mordere, que
significa morder. Se llaman así seguramente porque al
tratarse de plantas parásitas que crecen en los
grandes árboles y por tanto se alimentan de ellos, son
percibidas como mordedoras de éstos. He ahí pues la
primera originalidad de esta planta. Hay variedades
que alcanzan hasta un metro de altura. Son de hojas
coriáceas, persistentes, oblongas, cuneiformes, del
mismo color verde de las ramas, con flores de un verde
amarillento que se abren entre febrero y mayo, según
el clima. Su fruto es esférico, del tamaño de un
guisante, igual que el del acebo, la otra planta
navideña por excelencia; pero éste, de color blanco
verdoso.
Vive sobre los troncos o las ramas
de álamos, sauces, perales, manzanos, abedules, tilos,
arces, abetos, nogales, y así hasta más de 50
especies. Raramente crece en el roble y en la vid. La
variedad Viscum laxum vive sobre el pino; la
variedad cruciatum, sobre el olivo. El
muérdago desarrolla unos brotes chupadores que
penetran pajo la corteza del árbol en que se alojan.
Sus bayas se utilizan para preparar la liga de cazar
pájaros.
La variedad Loranthus europaeus,
llamada también visco quercino por ser huésped
preferente de la encina (quercus), es de un
verde pardusco, lampiño, con ramas cilíndricas, hojas
oblongo-espatuladas, flores verde amarillento, bayas
amarillas aovadas, es originaria de Europa y Asia,
tiene un gran recorrido histórico: fue muy apreciado
por los druidas y por los demás pueblos celtas de
Europa, en especial los galos, que transmitieron esta
tradición a los anglosajones. El muérdago ocupó
un lugar importante en la farmacopea antigua.
También está presente el muérdago
en la mitología nórdica, consagrado en ella al
dios Baldur, a quien estaba consagrada la primavera.
Se utilizó en esas latitudes como planta de buen
augurio y estuvo presente en las fiestas del
solsticio de invierno. En esa misma línea tradicional,
se desarrolló especialmente en Inglaterra el comercio
de esta planta para presidir en las casas las fiestas
de Navidad y Año Nuevo. Por lo general se colgaba del
techo. Y no sólo se consideraba que traía buena
suerte, sino que además bajo los auspicios del
muérdago, el joven que sorprendía a una chica bajo
esta planta, tenía licencia para besarla. Así nos lo
describe Charles Dickens en su novela "Los papeles
póstumos del Club Pickwik". La especie auténtica
ligada a esta tradición es el viscum album de
los manzanos de Bretaña, en Francia.
En Andalucía, donde el muérdago que
parasita los olivos daña a estos árboles de forma
considerable, al muérdago lo llaman marojo.
Y a la operación de limpiarlos de muérdago,
desmarojar. |