Ha sido siempre un misterio para los
astrónomos cuál pudo ser la estrella que guió a
los Magos de Oriente..Para cualquiera que tenga
aunque sea una escueta noticia de cuán aficionados
eran a buscar señales en el cielo los pueblos que
crearon la astronomía y la astrología, los que
dibujaron las constelaciones y los caminos del cielo,
los que pusieron nombre a cada estrella. Es indudable
que hubo estrella, es decir fenómeno
astronómico. Otra cosa es la concreción de ese
fenómeno en el nombre de estrella y la
ingenuidad de la narración bíblica (la única posible:
en un relato mítico no cabe una descripción
astronómica).
En el relato bíblico
de Mateo (el único evangelista que habla de la
estrella) se esconde la pincelada del astrólogo:
el mundo romano en cuya dominación se produce el gran
acontecimiento del Nacimiento de Cristo
anunciado por los astros, estaban muy arraigadas las
creencias astrológicas. Y los judíos participaban de
la cultura astrológica oriental. Cuando llegan los
magos al palacio de Herodes preguntando por el recién
nacido Rey de los judíos que les ha anunciado la
estrella, guiándoles además hasta allí, al rey
Herodes no le da la risa ni se le ocurre pensar que
aquellos Magos están locos, sino que manda a
sus sabios que investiguen, y la cosa acaba en la
matanza de los Inocentes. Todo muy verosímil:
estaba en la cultura del tiempo y del lugar.
El primero que se planteó desde una perspectiva
científica el tema de la Estrella de Belén fue
Orígenes (185-253), que dedicó parte de su abundante
obra a la exégesis bíblica, sostenía que estaba
próxima a la naturaleza de los cometas. A partir de él
siguieron ofreciéndose diversas hipótesis. Tres son
las que han dado más juego: la de que se trató de un
cometa (sólo podría ser el Haley, pero habría que
forzar un tanto las fechas, pues pasó el año 11 antes
de Cristo). La segunda hipótesis es la de la
supernova: la explosión de una estrella cuya brillante
luz puede verse durante meses, incluso de día. Pero
dados como eran en esa época a registrar
minuciosamente estos fenómenos, no es probable que
habiéndose producido, no se hubiese registrado, máxime
cuando sí se registró la explosión de una supernova
el año 135 a. JC. y otra el 173 de nuestra era. Nos
queda por tanto la tercera hipótesis, la que formuló
Johannes Kepler (1571-1630), el astrónomo alemán que
defendió el revolucionario sistema heliocéntrico de
Copérnico (el giro copernicano) y enunció las leyes
que llevan su nombre sobre el movimiento de los
planetas..
Según este insigne astrónomo, la estrella de los
magos no fue otra cosa que la triple conjunción de
la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando
el Sol pasando por Piscis. Es una conjunción que se
produce muy raramente. En ella los planetas se ven
como uno solo, produciendo como resultado una luz muy
brillante, y que da la imagen de una estrella nueva
cuya presencia en el firmamento dura tan sólo unos
días. Los cálculos de Kepler determinaron que la
conjunción se dio en el año 7 a. JC., un poco más
cerca que el cometa Haley de la fecha del nacimiento
de Jesús que la crítica histórica considera más
probable.
Finalmente está la
explicación puramente religiosa, según la cual a Dios
no le costó ningún trabajo crear una estrella de las
características que quisiera para guiar a los magos
desde Oriente. Pero de la estrella de Belén se
apropió la fe popular al margen de la iglesia, que al
condenar la magia como contraria a la fe, no podía
promocionar a unos magos por más que viniesen a
tan noble misión. Ese fue el motivo por el que primero
se les hizo reyes, y luego se procuró hacer
poco ruido sobre su condición de magos, en cuyo
caso se hubiese podido relacionar la estrella con la
magia. |