DOXOLOGÍA
La doxología prevalece sobre la axiología. Se trata
de obtener por los métodos que sea la glorificación y la
alabanza. El Gloria in excelsis Deo, el Gloria
Patri y el Per Ipsum del canon de la misa son
las tres doxologías capitales de la liturgia. Ese es el
referente de todos los que aspiran al poder y la gloria.
Trasladada la glorificación al poder político, se
desarrolla en todas las vertientes de la raíz doc-:
en el dogma (en un poder absoluto, las verdades
sólo pueden ser absolutas) en la docencia (se tiene
que enseñar a rendir culto al poder y a sus dogmas), en
las doctrinas que se difunden (sólo las verdades
sacrosantas del poder se pueden difundir, por eso es tan
esencial el control de los medios de comunicación) y en la
docilidad (todos los que están bajo el poder han de
estar dispuestos a ser enseñados según el poder y a
dejarse guiar por éste). Quien quiere el poder, ha de
cultivar la gloria (es decir la doxa / dóxa) en el
doble sentido de la palabra: su opinión debe ser
decididamente favorable hacia el poder, y como
consecuencia de ello tiene que rendirle culto y
glorificarlo. Sin gloria no puede haber poder duradero.
Por eso es tan importante el culto como la fuerzay el
poder mismos. No importa que el eudoketoV (eudoketós),
el que es objeto de nuestra aceptación, de nuestra buena
disposición, sea realmente digno axioV (áxios) o
no. No importa en absoluto, porque no es un problema de
axiología, no es un problema de valores, sino de
opiniones, de doxa (dóxa); es decir de doctrina, de
dogma, y finalmente de gloria. No es ninguna casualidad
que la doxa (dóxa) sea a la vez gloria y
buena opinión. Y no es ninguna casualidad que la doxa (dóxa),
se cultive por tanto en todos los ámbitos de la raíz
doc- y que quien aspira al poder empiece por
conquistar la gloria exactamente por los dos únicos
caminos que ésta se puede conquistar, a saber: mediante
las demostraciones de fuerza (el sapientísimo timor
Dómini) y mediante el adoctrinamiento. El brazo
militar, sean las milicias celestes o terrestres, atiende
al aspecto de la doxa (dóxa) que le es propio, el
de la exhibición de fuerza, el de la producción de temor,
o mejor aún, de terror; y el brazo político atiende a
alimentar el aspecto que le es propio: el de la doctrina,
la opinión la enseñanza y finalmente el culto y la
glorificación de quien tiene el poder.
Y llegamos al quid de la cuestión: no es
necesario que aquel que recibe el culto, el honor y la
gloria sea axioV (áxios), sea digno; pero sí es
imprescindible que fuera del objeto de la doxa (dóxa),
que fuera del dogma, no pueda haber ninguna otra fuente de
dignidad. Quien no se adhiere con buena voluntad, de buena
fe, con buena disposición, con eudokia (eudokía),
que dirán las músicas celestiales, no merece tener paz. A
ese hay que seguir demostrándole mediante el terror y la
destrucción que mientras no rinda doxa / dóxa,
honor y gloria a quien tiene la fuerza, no alcanzará la
paz. Lo primero de todo es reconocer su indignidad, su
inferioridad; que no es axioV (áxios), que no tiene
ni valor ni valores propios, y que por tanto no le queda
más que rendir gloria y someterse de buena voluntad a
quien tiene el poder, que es la fuente de todo valor; la
paz se le dará por añadidura.