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MASCOTAS |
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El origen inmediato de esta palabra lo tenemos en el
francés mascotte, que significa mascota o amuleto, y que suele ser
una figurilla o un animalillo (el término francés es diminutivo) al que se
considera portador de buena suerte para su poseedor. Este término entró en
nuestra lengua a través de los deportes. Más de una vez hemos visto por la
televisión cómo un equipo, antes de empezar el partido, soltaba su mascota
convenientemente ataviada por el campo (podía ser una cabra, una oveja. un
perro…), para que le trajese suerte. El término francés mascotte procede del
provenzal masco, que significa hechicera; es de la misma familia de
máscara, y nos remite a la brujería y a la magia. El masco que
transformó el francés en mascotte estaría ya muy cerca del concepto
de mascota, y sería esa figurilla o máscara que representaría al personaje
o animal portador de la buena suerte. Es la transferencia de la virtud de
los brujos a sus figuras y la miniaturización de éstas. Ese es el origen
más probable de la palabra y el concepto de mascota. En esa misma línea
está el significado que tiene este término en Argentina: además de
llamarse así a la persona o cosa que protege contra el mal de ojo, se
llama también mascotas a las pequeñas figuritas que cuelgan de las
pulseras, cadenas de reloj y collares. Seguramente que la opereta "La Mascota"
estrenada en París en 1880, fue decisiva para fijar el significado de esta
palabra. En esta opereta la mascota es Bettina, una joven criadora de
pavos que tiene el don de llevar el bienestar y la fortuna allí donde se
encuentre, pero con la condición de permanecer virgen (por eso se denomina
también mascota, es decir manantial de buena suerte, a la doncella
virgen). Por esa condición de mascota un príncipe quiere tenerla en su
palacio y casarse con ella para evitar tentaciones de terceros, sin
consumar el matrimonio para no romper el sortilegio. Pero Bettina tiene un
amigo con quien quiere casarse; así que huye de casa del príncipe, sobre
el que llueven toda suerte de desgracias. Al final se resuelve el
embrollo, y todos felices. Bien, puede ser por ahí por donde se ha
asociado la estancia en casa de los animales de compañía con su función de
mascotas, es decir de portadores de buena suerte. En cualquier caso, vale
la pena recordar este valor de la palabra. |
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