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LÉXICO - INFLAMACION

La confusión respecto al significado de esta palabra, no es casual. Del mismo latín nace el riesgo del equívoco: tenemos por una parte la raíz flo, flas, flare, flavi, flatum, que significa soplar (uno de cuyos resultados es inflar o hinchar). A esta familia léxica pertenecen flato, inflación, etc., y en latín flamen, que significa viento, brisa, modulación del viento por la flauta. Y por otra parte tenemos el sustantivo flamma, con el significado evidente de llama, y toda una constelación de términos que redundan en este significado: flammo, flammare, flammatus = inflamar, arder, excitar (metafórico); flammans, flammantis = flamante, llameante; flammígerus = flamígero, portador de llamas; y así hasta más de una veintena. Dos diferencias hay en latín entre flamen flamma: primera, que la primera lleva una sola m y la segunda dos; y la otra gran diferencia es que mientras flamma ha dado lugar a una extensa derivación, flamen sólo ha dado lugar a flamentum. La dignidad sacerdotal de los "flámines" parece que tiene otro origen.Pero ocurre que al pasar inflammatio al español redujo la doble m a una sola, con lo que "flama" quedó muy cerca de "flamen" y se pudo interpretar inflamación como hinchazón, porque ésta es una de las características de la inflamación, pero no aquella por la que se la denominó.

La definición más descriptiva de este término la he encontrado en el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas. La transcribo: Estado morboso complejo con fenómenos generales, diversamente definido, que en sustancia se reduce a la reacción del organismo contra un agente irritante o infectivo, y que se caracteriza esencialmente, desde los tiempos de Celso, por los cuatro síntomas cardinales: rubor, tumor, calor y dolor, a los que Galeno añadió la functio laesa (el trastorno funcional). Y sigue su descripción histológica, que no viene al caso. Es evidente que de los cuatro síntomas se eligió el que más intensamente sufre el enfermo, que es el de calor. Basta haber sufrido una inflamación seria para que no quepa la menor duda sobre ello: la quemazón es insoportable. Por otra parte el mismo nombre nos guía hacia ese síntoma. ¿Cómo se ha producido, pues, semejante desplazamiento de significado? La mayor probabilidad apunta al hecho de que el médico, que es quien diagnostica, es decir quien pone nombre a la dolencia, al no tener la misma percepción dominante que el enfermo (que lo que percibe más intensamente son las llamas que le queman), acabó asignando el nombre a aquello que él percibía con toda claridad: la hinchazón, la tumefacción. Pero hay que observar que esto no hubiera sido posible de no desplegar el instinto de acomodar el significado de las palabras a sus elementos significantes; pero desorientado por dos percepciones erróneas: una, que lo más importante de una inflamación, desde el punto de vista de quien le puso el nombre, es la protuberancia. Y dos, que inflo, inflare, inflatum (que significa soplar, inflar soplando, hinchar), sería el verbo que dio lugar al sustantivo inflamación. Tanto más significativo el error, cuanto que la misma palabra tiene valor vigente en otros ámbitos como derivado de flamma, llama (en inflamar e inflamable; en su sentido metafórico de inflamar los ánimos...) y no de flamen (aire).

Mariano Arnal

 

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