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LÉXICO - FIEBRE AFTPSA II

Estamos en que se trata de una enfermedad que afecta únicamente a algunas especies animales, y que no es transmisible al hombre. Oficialmente (vuelvo a recurrir para los datos a la revista DISCOVERY-SALUD) es vírica; su responsable es el llamado “virus de la fiebre aftosa”, de la familia Picornavirídae, género Aphthovirus. Pero por lo que se sabe hasta el presente, no ha sido posible aislarlo. Se dice que viaja en partículas de polvo en el suelo y en el aire; que con viento puede desplazarse a 60 km hora; que se pega a los zapatos, a la ropa, a las ruedas de los coches; que puede resistir en el forraje y en el ambiente hasta un mes; que es por tanto sumamente contagioso. Que tiene un proceso de incubación de 2 a 14 días, que sobrevive en los ganglios linfáticos y en la médula ósea. Y hay que añadir a todo esto un dato de suma trascendencia: La OIE explica que la “fiebre aftosa” es clínicamente indiferenciable de la “estomatitis vesicular”, de la “enfermedad vesicular del cerdo” y del “exantema vesicular del cerdo”. Los síntomas de todas estas enfermedades son muy parecidos, y los diagnósticos se hacen a ojo y con la mayor premura. Para la especie bovina hay media docena de enfermedades parecidísimas a la fiebre aftosa. 

Sigue comentando la revista, que llama poderosamente la atención el hecho de que en  tan extensa biografía de ese misterioso y bastante hipotético virus, no se haga mención de las causas que lo originan y de su comportamiento sucesivo hasta acabar el virus con el animal, o el animal con el virus. Curiosamente, para obtener documentación sobre estos extremos hay que retroceder al primer cuarto del siglo pasado, porque desde entonces se ha tratado la enfermedad como la peste, y se ha ido directamente al exterminio. 

En el brote de fiebre aftosa de 1922-24 en Inglaterra, la eliminación de los animales enfermos fue tan lenta que en Cheschire algunos granjeros vieron con asombro cómo muchas de las reses que habían contraído la enfermedad, se curaron totalmente, sin que ésta dejase en ellas la menor secuela. Lo cuenta la dra. Abigail Woods, historiadora de la fiebre aftosa en Gran bretaña. Para los granjeros que pudieron seguir la evolución completa de la enfermedad era incomprensible que por algo que tenía tan fácil solución se organizase tamaño desaguisado. 

Llegados aquí es inevitable plantearse cuáles son las causas de la enfermedad, y por tanto qué se debe hacer para prevenirla, o en su caso para vencerla. Parece mentira que siendo ésta la metodología obligada para afrontar cualquier enfermedad, se hayan elegido unas pocas (entre ellas la fibre aftosa y la de las vacas locas) para lanzarse al exterminio sin estudiar siquiera ninguna otra salida. Fue Sir Albert Howard quien entre 1905 y 1930 se tomó todo el tiempo en la India para comprobar que la mala alimentación y peor estabulación eran la causa de esta enfermedad, y que bastaba alimentar bien a los animales para prevenirla; o corregir la alimentación y no sobreexplotarlos para curarlos, si la contraían.  

Mariano Arnal

 

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