LÉXICOCAPADO ¿Qué diferencia hay entre castrar y capar? Aproximadamente la misma que entre pierna y pata. El término capar se usa exclusivamente para los animales, y cuando se utiliza en el hombre es con intención de ofender. El origen de la palabra es oscuro. En latín existe capo, caponis con el significado que tiene para nosotros de "gallo castrado". Curiosamente no existe en latín el verbo capare; incluso en las lenguas románicas aparece el verbo capar muy tardíamente. Tampoco se le ven claros antecedentes en griego. La raíz kap- (cap) nos lleva a "establo" y "vender"; para llegar al significado de cortar, hemos de llegar a koptw (cópto), que se desvía ya bastante del latín capo. O bien porque en su origen prelatino la raíz cap- tenía ya el valor de "cortar" o bien porque coincidió luego con palabras centroeuropeas que tenían ese valor (kappen, koppen, chappen), el caso es que del latín caponis se formó el verbo capar, que tiene además la connotación de operación hecha sin miramientos (castrar a lo bestia), de donde se ha formado la palabra chapuza, que consideramos tan nuestra; pero no, es un préstamo del francés chapuiserie, que significa "trabajo grosero de carpintería", relacionado con chapoter = desbastar madera, y con chapler= cortar a pedazos, machacar. Parece, pues, que algún parentesco existe entre el capador y el chapucero. Vienen todas estas reflexiones a cuento de que la plaga de la castración no afecta sólo al hombre, sino también a los animales que explota el hombre. No hay maldad ni crueldad alguna en esas prácticas. Es el imperativo económico. Si un cerdo es más productivo castrado que sin castrar, si la plena vitalidad le impide engordar al nivel óptimo, son los dioses los que han determinado que viva a medio gas. Ha de ser capado. Si un caballo o un mulo o un buey necesita estar capado para cumplir con su deber, pues está en las condiciones del eunuco o del cantor eunuco. El trabajo es el trabajo y no debemos poner trabas al progreso. Es al fin y al cabo la singularidad de la especie humana. Esto es un efecto más del empeño del hombre por humanizar la naturaleza, por compartir con los animales su condición de animal explotado. Los animales explotados por el hombre y el propio hombre explotado funcionan como vasos comunicantes: por donde pasan los animales explotados, o ha pasado ya el hombre o todavía pasará. ¿Quién nos hubiera dicho que todas las técnicas de reproducción que se han experimentado antes en los animales, sin excluir la experimentación genética, acabarían aplicándose al hombre? ¿Quién se hubiera atrevido a pronosticar que la técnica de los piensos compuestos para el engorde de los animales, acabaría siendo la base de la alimentación infantil primero y luego, a ver quién es capaz de ponerle barreras al progreso? Por lo que respecta a la castración es de esperar que hayamos hecho ya el recorrido antes que los animales. Al fin y al cabo se han estado capando los hombres con fines productivos hasta hace bien poco. Aunque queda una incógnita: puesto que las ciencias avanzan que es una barbaridad, ¿no nos tendrá reservados el futuro nuevos horizontes de castración, formas menos cruentas de caparnos, actuando directamente en el cerebro? La psiquiatría anda por esos abrevaderos. Mariano Arnal
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