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LÉXICO

HUELGA

Probablemente ésta es una de esas palabras a las que define mucho mejor la historia que el diccionario. Iremos a por las dos definiciones. Merodeando por los aledaños de huelga, descubrimos que es parentela de fuelle, una de sus ramas; las formas más antiguas son jolgorio, juerga, holgorio, holgazán, holganza, holgado y sus afines. Compañías poco recomendables si se va de formal. Por dar cuenta cabal de la palabra, hay que decir que tiene su origen en el sustantivo latino follis, que significa fuelle, del que procede el verbo follicare (la i átona no tardó en caer, con lo que se pasó a follcare, que se bifurcó en follar y folgar). Follicare significa respirar como un fuelle, resollar, jadear. Es razonable creer que la utilización de este término para indicar el descanso, se debería justamente a la idea que la misma palabra des-canso encierra: sin cansancio, no puede haber descanso. Folgar sería detenerse a resollar, "tomarse un respiro" jadear, que además es una forma refleja de descanso (si hay cansancio, claro).

Yendo al significado específico de huelga, la define el diccionario de María Moliner como "suspensión colectiva del trabajo por parte de los obreros o empleados, realizada por acuerdo tomado entre ellos como medio para conseguir alguna pretensión social en relación con las condiciones de trabajo, o, a veces, política." La Espasa (1925) define la huelga como "cesación o paro en el trabajo de personas empleadas en el mismo oficio, hecho de común acuerdo con el fin de imponer ciertas condiciones a los patronos". En poco más de medio siglo se ha reducido y aflojado su significado. No digamos si nos retrotraemos a la revolución industrial. Si nos vamos al significado histórico vemos que efectivamente, cuando estaba empezando la industrialización no había derechos adquiridos ni deberes inviolables, y había que resolverlo todo en enfrentamientos a muerte, igual que un milenio atrás en política no existían Estados propiamente dichos y se fueron formando a golpe de guerras, asumiendo su costo, fuese el que fuese, porque no habia más. Igual que a falta de un marco general de derechos de los Estados y de los ciudadanos los problemas se resolvían mediante la violencia, en la industria ocurrió otro tanto. Los principios fueron como el Oeste bravo. No había otras vías de solución de los conflictos. Era la confrontación a muerte de los dos antagonistas a ver quién resistía más. Y era dejar advertida cuál sería la violencia de sucesivos enfrentamientos. Por supuesto que tanto las huelgas como las represalias alcanzaron tintes épicos. Y había también bajas, como en las guerras. Había que establecer por tanto unas mínimas reglas de juego, tipo Convención de Ginebra, para evitar cualquier ensañamiento y la entrada en una espiral de venganzas. Digamos que el reconocimiento del "derecho" de huelga tuvo en un principio el carácter de negar a los patronos el derecho de represalia contra los huelguistas, despojando a la huelga de cualquier connotación delictiva. No se trataba por tanto de una aceptación de la huelga, sino de una despenalización de la misma, con este reconocimiento el poder político se comprometía a no entrometerse en la huelga con el pretexto de perseguir lo que ésta tuviese de delictiva. (Continuará)

Mariano Arnal

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