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LÉXICO

GUERRA

Más vale que nos vayamos acostumbrando a esta palabra tan nueva y tan vieja. Tan vieja para nosotros, que es anterior a la dominación romana. Pertenece al sustrato celta de nuestra lengua, y nos fue tan propia, que Roma no fue capaz de imponernos su propia palabra, bellum, que hemos recuperado hace cuatro días para formar con ella cultismos como bélico, belicoso, belicismo, rebelión, rebelde, beligerancia... No sólo eso, sino que incluso hemos exportado un término autóctono, la guerrilla, (diminutivo de guerra), que viene a ser la guerra del pobre, del que no tiene ejército ni armamento, pero que no por ello renuncia a hostigar al que sí lo tiene. En realidad es el nombre que corresponde a lo que llamamos terrorismo (derivado de terror), pero que no les ha convenido usar ni a los que lo hacían ni a los que lo padecían. Aguerrido es un derivado de guerra que puede no tener nada que ver con ella.

En todo término que tiene un opuesto, éste es su más claro de-finidor, es decir marcador del límite, de manera que es imprescindible recurrir a él para hacer una correcta definición. De la misma manera que no podemos definir libertad sin esclavitud, tampoco podemos definir guerra sin paz. Y lo mismo que ocurre con los territorios, también entre dos palabras fronterizas se mueven los mojones, casi siempre de noche o disimuladamente, es decir intentando engañar, procurando que no se note que se han movido. Así tenemos definiciones tan peregrinas de la paz como "período de transición entre dos guerras"; o definición de guerra como "actuaciones necesarias para cambiar las condiciones de paz". Los mojones van de un lado para otro como lanzaderas. En cualquier caso, es tal la implicación de la una en la otra, que al que hace la paz se le puede acusar de que hace la guerra, y el que hace la guerra puede alardear de que está construyendo la paz. En la mente de todos están recientísimos ejemplos.

En misión de paz, que en este caso la llaman humanitaria, está interviniendo la OTAN en Servia. Explican los dos jefes de la OTAN, que se trata de una acción humanitaria, que se hace para ahorrar muchos sufrimientos. Pero, a partir de ese planteamiento, ¿es que existe alguna guerra que no tenga para uno de los dos bandos un sentido profundamente humanitario? Uno se ruboriza cuando tiene que escuchar esas sandeces como si escuchase sensateces. La guerra es la guerra, y si uno está convencido de que ha de hacerla, que la haga. Pero como lo que es, sin disfraces y sin mojigaterías. Así hemos de tragar también que los que nos hacen la guerra se proclamen los únicos que trabajan sinceramente por la paz, y que los muertos y demás, nos los hacen porque han descubierto que los necesitamos para explotar el papel de víctimas. Así nos vienen luego los rusos a decirnos que cómo siendo español el jefe de la OTAN, y haciéndonos tanta falta la paz en Euskadi, que cómo que teniendo una receta tan buena para traer la paz, no la aplica al país vasco, y además, con la ventaja de que siendo aún de muy baja intensidad la limpieza étnica, daría mejor resultado la receta. Eso dicen los rusos.

Mariano Arnal

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