DIARIO MULTIMEDIA DE INFORMACIÓN - DESARROLLO PERSONAL - OCIO - CULTURA - TURISMO - Desde 1998 en la red
EL ALMANAQUE DE HOY REVISTA EL ALMANAQUE
 

LÉXICO

CRÉDITO

Del latín credo, credidi, créditum, que significa creer. Por consiguiente, tal como dice la palabra, la materia prima de un crédito no es el dinero, sino la fe. Esta palabra forma parte del mismo campo semántico, aunque no léxico. En realidad es el sustantivo de ese verbo. De ella viene el verbo fiar; a la misma familia pertenecen confiar, fianza, confianza, desconfiar, desconfianza, fiable.

En España, dada la prohibición religiosa de practicar la usura, las actividades bancarias estuvieron preferentemente en manos de los judíos, que se especializaron en ello. Los diccionarios todavía recogen el término "judío" como sinónimo de "avaro" y de "usurero". Y como cuanto mayor es la fiabilidad del deudor, menor es el interés que se le cobra; y a la inversa, mayor es el interés cuanto menor es la fe, fueron intereses de usura los que cobraban; con lo que más duro era el pago, y más los bienes de los cristianos que pasaban a manos de los judíos, y mayor el odio que se acumulaba contra ellos.

Lo mismo que ocurre con la Hacienda pública, que tiene con los muy hacendados consideraciones, exenciones tributarias, amnesias y amnistías que no tiene con el común de los mortales, ocurre también con las "entidades de crédito", que cuando se trata de poderosos, caen en una credulidad en la que no caería ni el más ingenuo. Son los que llaman créditos políticos: son demostraciones de la fe que le inspira al banco quien le pide el crédito, de la valía en que le tiene; una fe que en la mayoría de los casos se demuestra infundada. Pero amor con amor se paga, y fe con fe. Los que reciben esas muestras tan generosas de confianza, pagan con la misma moneda; y donde el ciudadano de a rastras es un presunto defraudador, ellos son probados inocentes y muy honorables ciudadanos.

Para los que por sí mismos no son "dignos de crédito", el aval es en realidad quien concede el crédito, quien tiene fe en aquel a quien avala; porque la entidad de crédito procede exactamente como si aquel a quien ha entregado su dinero, y a quien debe perseguir por tanto si no se lo devuelve, fuese el avalista. Quizá lo que pretenda castigar en él sea la supuesta mala fe con la que ha procedido, al declarar digno de crédito a alguien que, a la vista está, no merecía ningún crédito. Y como justo castigo, que cargue con el muerto. Naturalmente que existen los clientes preferentes con un trato preferente. Éstos no pueden estar sometidos a los mismos intereses que el que no tiene dónde caerse muerto. No es lo mismo que te avale la Administración, que que te avale tu padre o tu primo.

Sea como sea, los réditos (ver Renta) siempre están garantizados, tanto si se trabaja con intereses de hasta el 28% para descubiertos, como si tienes créditos al 5%. Las comisiones, los servicios, las financieras interpuestas, las inversiones especulativas e infinidad de recursos, muy al borde de la legalidad algunos de ellos, les garantizan unos suculentos beneficios.

Mariano Arnal

Libros relacionados con el Léxico:

Copyright EL ALMANAQUE todos los derechos reservados.