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LÉXICO

CRUZADA 2 

Hoy se vuelve a usar esta palabra a causa de la tentación de emprender una auténtica cruzada contra el islamismo, por ser esta doctrina el sustento ideológico de la guerra terrorista (y además santa). Es una incongruencia táctica que se descarte a priori un debate ideológico de desgaste; porque si las doctrinas son consistentes saldrán de él pulidas y fortalecidas, y si no lo son, justo será que paguen el precio que les corresponde. 

Es evidente en este contexto que la palabra cruzada ha cambiado de tal modo su significado original, que ya no quedan ni restos de la cruz que le dio origen. Nadie pretende hoy imponer a nadie el signo de la cruz y lo que representa; no se trata de imponer unas doctrinas, cuando hablamos de cruzada, sino de combatir otras. El diccionario de María Moliner define esta palabra como 1. “Expedición militar dirigida contra infieles; particularmente las realizadas en los siglos XI a XIII para reconquistar del poder de los turcos el sepulcro de Jesucristo y los lugares santos. 2. Bula de la Santa Cruzada. 3. (fig.) Lucha o serie de esfuerzos hechos con un fin elevado. 4. Encrucijada. La Larousse perfila su definición genérica como “Expedición militar realizada con una finalidad religiosa”. Transcribo las definiciones de la Espasa, muy ilustrativas:

(Etim. de cruz, por la insignia de ella, que llevaban los soldados en el pecho). f. Expedición militar contra los infieles, que publicaba el Sumo Pontífice, concediendo indulgencias a los que a ella concurriesen, por lo cual se alistaban voluntariamente soldados de toda la cristiandad. // Tropa que iba a una de estas expediciones.// Concesión de indulgencias otorgadas por el Papa a los que mantienen tropas que hagan guerra a los infieles y a los que contribuyen para mantenerla.// fig. Acto de propagar una idea o combatir un vicio. 

Recordemos que la guerra civil española fue llamada durante mucho tiempo por el bando nacional cruzada. Al ser la religión enemigo capital de los comunistas, socialistas y anarquistas, los rojos (que así se conocía a los republicanos) se entregaron a una persecución encarnizada de la religión en las personas y en las doctrinas, el culto y los lugares de culto. Los fusilamientos de sacerdotes, monjas y sus protectores, estaban a la orden del día. No tenían en la República la menor oportunidad de sobrevivir ni la religión ni quienes la servían. Se echaron por tanto en brazos de los nacionales, que proclamaban el valor básico de la religión católica en la reconstrucción de España. El régimen dio a la iglesia y a la religión católica un papel decisivo en el nuevo estado. La iglesia en consecuencia definió la guerra de los nacionales contra la republicanos como una cruzada contra los enemigos de la fe y de la moral. Las enciclopedias han olvidado ya esta denominación y la de nacionalcatolicismo que se dio al régimen franquista, así como la respuesta de éste a sus enemigos, calificando de “contubernio judeomasónico” al conglomerado de izquierdas. 

No debe extrañarnos, pues, que se esté discutiendo sobre si la larga guerra que se va a emprender contra el terrorismo, de religión mayoritariamente islámica, debe ser y llamarse cruzada, con las implicaciones que conlleva.
Mariano Arnal

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