ESPECIAL XACOBEO 2004

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EL JUBILEO

Un privilegio casi milenario
Compostela goza de un singular privilegio concedido por vez primera hacia el Año 1122. Aunque la Bula de concesión más antigua, que conservamos, es la Regis aeterni del Papa Alejandro III fechada en 1179, en ésta se confirma el privilegio del Papa Calixto II (1118-1124). Este Papa, hermano de Don Raimundo de Borgoña y, por lo tanto, tío del rey Alfonso VII, fue un gran benefactor de la Iglesia de Compostela. El privilegio concedido, y confirmado por Alejandro III, consiste en que cada año que el 25 de julio, fiesta del Apóstol Santiago, coincide en domingo se podrán ganar en la Iglesia de Compostela en plenitud las gracias del Jubileo.

Año Jubilar. Año de Conversión
Año Santo o Jubilar es un tiempo en que la Iglesia concede singulares gracias espirituales a los fieles a imitación de lo que la Biblia dice del Año Jubilar de los Israelitas: cada 7 años era Año Sabático, en él recuperaba las tierras quien las había vendido por necesidad y los esclavos adquirían la libertad. Cada 50 años era Año Jubilar (Lv 25). Jesús dice que Él viene a anunciar un año de gracia del Señor (Lc 4,16). La Iglesia con el Año Jubilar concede también un especial año de gracia: El Año Santo es una gracia para todos y, singularmente, es una invitación a los que se encuentran distantes de una actitud de fe, para volver de nuevo a la vida cristiana. Los que necesitan médico son los enfermos (Mt 9,12), para volver al pastor de nuestras almas, si estamos descarriados (1 Pd 2,35).

Condiciones para ganar el Jubileo
1) Visitar la Catedral de Santiago donde se guarda la Tumba de Santiago el Mayor
2) Rezar alguna oración (al menos, el Credo, el Padrenuestro y pedir por las intenciones del Papa) Se recomienda asistir a la Santa Misa.
3) Recibir los sacramentos de la penitencia (puede ser 15 días antes o después) y de la Comunión. Estos dos sacramentos realizan la conversión y el compromiso de amor con Jesús y nuestros hermanos. Ésta es la herencia de Santiago.
La gracia del jubileo consiste fundamentalmente en una indulgencia plenaria para el perdón de la pena que merecen nuestros pecados.

Las indulgencias
Así las define el Código de Derecho Canónico (c. 992): "La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos" Para entender bien esto, es preciso distinguir entre lo que es culpa y lo que es pena temporal merecida por los pecados. La indulgencia puede ser plenaria o parcial, según libere de la pena temporal debida por los pecados, totalmente o sólo en parte (c. 993). La gracia del Jubileo, si se cumplen bien todas sus condiciones, es de indulgencia plenaria . Todo fiel, con las debidas condiciones, puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a modo de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias (c.994).

LOS DISTINTOS CAMINOS
Hay miles de caminos, uno para cada peregrino
El Camino no es más que un medio, un terreno que se pisa, una senda por la cual se desplaza el peregrino. El punto de partida es su hogar. Debería, pues, haber tantos caminos como hogares. No obstante, el peregrinar a Santiago, precisamente por su carácter cristiano, fue desde su origen una decisión abierta a la comunidad, tanto por su destino (la tumba del Apóstol), como por su realización (en comunidad) y su significación: construir el Reino de Dios. De ahí que andando hayan configurado un Camino como punto de encuentro entre quienes tienen el mismo empeño vital; lugar de amor y solidaridad entre los habitantes de los pueblos y los peregrinos que los transitan; Si bien los Caminos a Santiago fueron múltiples, con el tiempo se van concretando en determinadas rutas, aquéllas que favorecidas por reyes y órdenes monásticas, estaban jalonadas de monasterios y hospitales que auxiliaban y protegían al peregrino.

El Camino Francés
Ya en el siglo XII el Codex Calixtinus describe las cuatro vías principales en Francia, la Vía Turonense, que salía de París, la Vía Lemovicense, que partía de Vezelay, y la Vía Podense que se iniciaba en Le Puy se unían poco antes de entrar en España por Roncesvalles. Por último estaba la Vía Tolosana que cruzaba el Pirineo por Somport, continuaba por Jaca y se juntaba en Puente la Reina con la que bajaba de Roncesvalles. El Camino que seguían desde aquí a Santiago se conoce como Camino Francés. Es la gran ruta de 750 Km que enlaza Europa con el norte de España: Aragón, Navarra, Rioja, Castilla y Galicia, y llega hasta el "fin de la Tierra" de los hombres medievales. Es el camino que surge pocos años después de la aparición del cuerpo del Apóstol y se convierte desde el siglo X en el eje que articula la consolidación del imperio de Alfonso VI y Alfonso VII, que permite la normalización del culto traído por los cluniacenses frente a la iglesia española mozárabe. Es la gran ruta comercial en la que se fundan y crecen las ciudades: Jaca, Pamplona, Logroño, Burgos, Carrión de los Condes, León, Astorga, etc. Y sobre todo, es el gran camino espiritual, popularizado por el Codex Calixtinus de Aymeric Picaud, que atrajo a millones de peregrinos durante la Edad Media, aunque desde el renacimiento vivió un lento declive, hasta casi borrarse en el recuerdo de los siglos. La recuperación en los últimos años de esta ruta comenzó con los trabajos específicos: Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría; y con Las peregrinaciones jacobeas, de Luciano Huidobro, ambas escritas en los años cuarenta del siglo pasado. Estos trabajos jacobeos permitieron recuperar el legado de los Caminos de Santiago.

La Ruta de la Costa
Además del Camino Francés, existen otras rutas de peregrinación. A principios del XIII al incorporarse a la Corona de Castilla, Alava y Guipúzcoa, se fundan ciudades y mejoran las comunicaciones. Por ello algunos peregrinos que provenían de París y Burdeos, siguen por la costa hasta Bayona, penetran por Irún, Tolosa , Vitoria y desde allí enlazan con la ruta tradicional en Santo Domingo de la Calzada o en Burgos. A partir del siglo XVI serán Roncesvalles e Irún las puertas principales por las que entran los peregrinos procedentes de Europa. La ruta de la costa por tierra es más tardía, y en realidad nunca llegó a ser un camino único. La peregrinación a Oviedo para adorar las reliquias de la Cámara Santa, enlaza con la peregrinación a Santiago. Unos peregrinos iban a Oviedo desde León, otros lo hacían a la vuelta de Santiago. Por último algunos iban por la costa desde Irún, éste era el más penoso por la escasez de hospitales.

Los Caminos Portugueses
Los Caminos Portugueses son muy variados, pues al igual que en España, los peregrinos brotaban de todas las comarcas para dirigirse a Compostela. Básicamente por tierra se pueden resaltar tres El Camino Portugués del Interior, también llamado Central, utilizado por Santa Isabel de Portugal en su peregrinación; el Camino Portugués del Norte y el Camino Portugués de la Costa, también llamado Monacal. Evidentemente también accedían por mar.

La Vía de la Plata
Otro camino iba de Zamora a León, siguiendo la ruta romana llamada "Vía de la Plata". En la provincia de Zamora había una cofradía llamada de los Falifos que se dedicaba a dar albergue y socorro a los peregrinos, y a construir calzadas y puentes. Esta Hermandad se remonta a la primera mitad del siglo XVI. La Vía de la Plata es la ruta que siguen los peregrinos de las tierras occidentales del sur y centro de la península. Así, desde Sevilla, marchaba sobre la calzada romana hacia Mérida, Cáceres, Salamanca y Zamora. Desde aquí, bien podía continuar hacia Astorga, donde se unía al Camino de Roncesvalles; dirigirse a la frontera con Portugal para marchar hacia Braganza, capital de la montañosa región de Tras-os-Montes (denominación esta última que algunos dan a éste Camino), en vez de dirigirse a Chaves, antiguo lugar de confluencia de peregrinos portugueses y marchar a Verín y Orense, donde se une a Vía de la Plata en su variante Sanabresa; o también tomar desde Zamora hacia Puebla de Sanabria y Orense, para ya dirigirse a Santiago. A la Vía de la Plata también se dirigían los peregrinos andaluces orientales, vía Granada y Córdoba que se unían a los anteriores en Mérida.

Los Caminos de Levante
Los Caminos de Levante (Valencia, Alicante), atravesaban el centro penínsular y se unían a la Vía de la Plata en Salamanca o Zamora, después de recorrer Albacete, Toledo y Avila. Aunque también podían tomar rutas más septentrionales (Cuenca - Madrid) y marchar al encuentro del Camino de Roncesvalles.

El Camí de Sant Jaume
El Camí de Sant Jaume, que partiendo del Monasterio de Montserrat recorre Cataluña en dirección a Zaragoza. Antiguamente los peregrinos catalanes podían desviarse en Lérida hacia Huesca y unirse al Camino Aragonés a la altura de Puente la Reina de Jaca. Esta variante actual no llega a Lérida y un poco antes, en Tárrega, se desvía y toma hacia Huesca. Más adelante, pasado Loarre, vuelve a desviarse y en vez de marchar a Puente la Reina de Jaca lo hace hacia San Juan de la Peña y Santa Cilia de Jaca, donde ya se une al Camino Aragonés.

La Ruta de la Lana
La Ruta de la Lana es el Camino que seguían ganaderos, esquiladores y peregrinos desde tierras manchegas y desde Cuenca subían hasta Burgos.

El Camino de Madrid
El Camino de Madrid sale de la capital de España y atraviesa la Sierra de Guadarrama por el puerto de la Fuenfría (1.790 mts.), para dirigirse sobre la calzada romana hacia Segovia y Valladolid y terminar uniéndose en Sahagún al Camino de Santiago.

El Camino de Guadalajara
El Camino de Guadalajara. La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Guadalajara en la actualidad está estudiando un trazado que permita a los peregrinos Alcarreños marchar a Compostela. Transcurría a través de El Casar, El Vellón, Guadalix de la Sierra, Soto del Real y Manzanares del Real, donde se unía al Camino de Madrid. Otra posibilidad sería tomar rumbo norte y unirse a la Ruta de la Lana.

Los caminos del Ebro
Los Caminos del Ebro recogen a los peregrinos del Levante y Cataluña y siguiendo el valle del río Ebro los lleva hasta Zaragoza y Logroño, donde se unen al Camino de Santiago.

La Ruta del Mar
Finalmente la ruta del mar, era seguida sobre todo por ingleses que desembarcaban en La Coruña, Muros, Noya, Los Caminos del Ebro recogen a los peregrinos del Levante y Cataluña y siguiendo el valle del río Ebro los lleva hasta Zaragoza y Logroño, donde se unen al Camino de Santiago.


JUBILEO

En el jubileo se nos han cruzado el júbilo, de origen latino, y la jubilación, de origen hebreo. Vamos primero por éste: parece incuestionable que tanto el jubileo como la jubilación traen su origen de la ley de Moisés, que estableció que después de 49 años (siete veces siete) en que se podían perder las tierras, la casa, la mujer, los hijos y hasta la propia libertad, después de esos 49 años de servidumbre y de abandono en manos de la voracidad de explotadores y acreedores, tenía que venir un año jubilar, el quincuagésimo, en el que se habían de abstener de trabajar, igual que en los años sabáticos (nada de sembrar, cosechar… sino vivir al día, casi como recolectores); en este año tenían que reintegrarse al propietario o si éste no estaba a su familia, las propiedades inmuebles que hubiesen sido enajenadas. De este modo ni la más extrema pobreza podía alterar definitivamente la equitativa distribución inicial de la tierra entre todas las familias. Asimismo recobraban la libertad los israelitas que hubiesen caído en la esclavitud (para pagar las deudas con su trabajo), con lo que se garantizaba que ninguna circunstancia, por adversa que fuese, dejaría para siempre a una familia ni a ninguno de sus miembros sin su propia libertad y sin los medios de subsistencia.

Este acontecimiento tan trascendente en la vida del pueblo de Israel y de cada uno de sus miembros, se anunciaba por medio del yobel, un instrumento musical, de viento probablemente, como las trompetas con que se anuncia la Pascua, y de ahí el nombre del jubileo. Al pasar a las culturas de lengua latina era inevitable que se cruzase y se fundiese con el grupo léxico de júbilum =júbilo, forma originaria que dio lugar a jubilatio, nombre de los gritos de alegría de los campesinos, llamados también júbila (plural neutro) y al verbo júbilo, jubilare, jubilatum, que en el latín clásico se usa normalmente como intransitivo, y significa alborotar y gritar como los pastores y los campesinos cuando cantan. Exteriorizar la alegría con gritos, cantos espontáneos, aclamaciones y vítores. En el latín de la Vulgata se suele construir con el dativo Deo y significa lanzar gritos de júbilo para alabar a Dios. Ya en la Vulgata se tradujo el jubileo como jubilaeus (pronunciado yubiléus), y el año jubilar judío como el jubilaeus annus. Es difícil resistir la tentación de relacionar el jubileo con el júbilo, porque era efectivamente un gran júbilo para los israelitas la llegada del año jubilar. Incluso la palabra jubilación, que parece talmente transcrita de la latina jubilatio, jubilationis, que significa alegría, no puede proceder directamente de ésta, sino del concepto de jubileo, porque es realmente una liberación de una larga "esclavización" por el trabajo durante un período de 50 años en números redondos (curiosamente, de los 16 años, que es la actual edad laboral, a los 65, que es la de jubilación, van exactamente 49 años, que era el tope de los años de servidumbre para los judíos). En el cristianismo se instituyeron los años santos o de jubileo a partir del 1300, por bula de Bonifacio VIII, que determinó que serían jubilares todos los años centenarios, y que en la peregrinación a Roma quedaban exonerados los fieles de todos sus pecados. Clemente VI, en 1349, declaró años jubilares también los que marcaban el medio siglo; otros papas redujeron los años.

Mariano Arnal   [+] Articulos


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