REPORTAJES 
DE VIAJES

VIAJE A EGIPTO,  RUMBO A EL CAIRO VÍA ITALIA 

MENFIS 

La primera visita que se impone para conocer con cierta cronología la historia del Antiguo Egipto es Menfis situada a unos 30 Kilometros al sur de El Cairo. Esta ciudad fundada por el Faraón Menès, de la I dinastía (3700 años a.C.) fue desde sus orígenes el centro de Egipto por encontrarse a medio camino entre el Bajo y el Alto Egipto, y punto donde el Nilo abre sus tentáculos para convertir todo el Delta en un auténtico abanico de fertilidad, que abarca desde Alejandría hasta la desembocadura del Mar Rojo (Canal de Suez).  Más adelante, durante la III dinastía, y tras la unificación de las dos tierras, Menfis se convertiría en la capital. El Faraón sería conocido como el "Señor de las dos tierras" sin embargo esa dualidad se perpetuó durante todo el Periodo Antiguo. Hubo dos coronas (la blanca del Sur y la roja del Norte), dos flores (el loto y el papiro), dos dioses protectores (la cobra y el halcón del Bajo y Alto Egipto respectivamente). Por desgracia los vestigios que aún siguen visibles son escasos, poco espectaculares y esparcidos en un radio de varios kilómetros, debido a las crecidas del Nilo que obligaba a los antiguos egipcios a construir en los mismos lugares ya construidos, para gran satisfacción de los egiptólogos que encontraban estratos y restos arqueológicos de civilizaciones cada vez más antiguas, a medida que profundizaban las excavaciones. 

Algunas invocadoras esculturas nos recuerdan sin embargo que estamos en Egipto. El gigantismo y la monumentalidad imperan. Una hermosa esfinge llamada "la esfinge de alabastro" (XVIII dinastía) descansa en el centro de una explanada donde aún se puede admirar vestigios del pasado. La estatua de Ramses II que admiramos a continuación tiene los rasgos inconfundibles de toda la obra escultórica del momento. Grandiosidad (demuestra su fuerza, es la divinidad en la tierra, está por encima de todo), rigidez estática (el Faraón es imperecedero), cabeza altanera con mirada al frente, firme y segura (tiene que hacer frente a todos los elementos), ligera sonrisa hierática, pierna derecha ligeramente adelantada (lleva a su pueblo hacia adelante con pase firme y seguro, no retrocede), su mano derecha aprieta con fuerza un amago de bastón de mando. ¿Se necesitan acaso más indicios exteriores de fortaleza? Unos cartuchos (tárja) identifican al Faraón, ya que hasta que no fueran oficialmente identificados con ese rectángulo vertical de ángulos redondeados como lazada de cuerda y nudo en la base (que deriva del signo egipcio shen, que significa cercar) no se sabía de quien se trataba. Los jeroglíficos grabados en su interior les identificaba. (muchos "ladrones de prestigio" borraban los nombres de los Faraones y ponían los suyos propios, para alcanzar una cierta inmortalidad; algunos faraones hacían escribir su nombre en varios cartuchos para dificultar la tarea de los falsificadores de identidad...)  

Tras un breve recorrido llegamos a un edificio cuya planta baja de mampostería soporta una segunda totalmente acristalada. Nada más franquear el umbral, nos encontramos literalmente metidos en el interior de una gigantesca urna de cristal cuya primara planta posee un pasillo lateral que la rodea en su totalidad. Desde esa primera planta, y bajo cualquier ángulo, se puede admirar una obra francamente impresionante : " El Coloso de Ramses II ". Esta gigantesta obra escultórica de piedra a quien le falta parte de su pierna derecha (de rodillas para abajo) fue encontrada al parecer tumbada y semi enterrada en ese mismo lugar y el edificio que la protege fue construido posteriormente a su alrededor (entre otras cosas porque no podría ni entrar ni salir por ningun sitio y desplazarlo sería sueño de iluso...) Antiguamente, esta estatua se alzaba ante las puertas del recinto del templo de Ptah. Ramses II aparece con el pecho descubierto, un taparrabo por toda vestimenta, portando sin embargo el psen (corona) del Alto y Bajo Egipto. 

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