LA SEMANA SANTA DÍA A DÍA - JUEVES SANTO
JUEVES
DE LA CENA DEL SEÑOR
En
los oficios del día continúan las lamentaciones: Jerusalén,
levántate y despójate de tus vestidos de gloria; vístete de
luto y aflicción. Porque en ti ha sido ajusticiado el Salvador
de Israel. Derrama lágrimas de día y de noche, que no
descansen tus ojos. Porque en ti ha sido ajusticiado el Salvador
de Israel”. Así se canta en el responso entre las dos
lecturas de las Lamentaciones.
En el rezo de Laudes, la iglesia ha puesto el bellísimo soneto a Jesús crucificado:
No me mueve, mi Dios, para quererteel cielo que me tienes
prometido; ni me mueve el infierno
tan temido para dejar por eso de
ofenderte. Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y
escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan
herido, muévenme tus
afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor,
y en tal manera, que aunque no hubiera
cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te
temiera. No tienes que me dar
porque te quiera; pues aunque cuanto espero
no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera. |
En
los maitines se vuelve a las Lamentaciones del profeta Jeremías.
Crece el dramatismo: “Padre,
aparta de mí este cáliz”. “Triste
está mi alma hasta la muerte”. “Verdaderamente él llevó
sobre sí nuestros sufrimientos y cargó con nuestros
dolores”. Así rezan los responsos entre las lecturas de
las lamentaciones.
En el segundo nocturno el tema de los responsos entre las lecturas es la traición de Judas, que tiene una celebración muy singular que lo caracteriza como OFICIO DE TINIEBLAS: después de apagar las luces, se van apagando paulatinamente todas las velas hasta dejar toda la iglesia a obscuras. Y así, en plena obscuridad, y sin acompañamiento de órgano, se canta el bellísimo Christus factus est pro nobis oboediens usque ad mortem… Cristo se hizo por nosotros obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
En
el rezo de las laudes, la oración de Jesús en el huerto de
Getsemaní anticipa ya el espíritu del Jueves Santo.
La
misa de este día, que al ser conmemorativa de la CENA del Señor
se celebra entre las 7 y las 8 de la tarde, lo que tiene de
especial es que en la lógica litúrgica es la PRIMERA MISA del
año, la que celebró Jesús en la Última Cena. Por eso, sin
tener nada distinto de la misa estándar, la liturgia destaca el
canon y le da una especial solemnidad, como dando a entender que
los demás días del año se repite la Consagración del Cuerpo
y de la Sangre de Cristo, y luego la participación en la Mesa
Eucarística con menos solemnidad. El Evangelio no se refiere a
la fundación de la Eucaristía, sino al lavatorio de los pies
que precedió a la santa cena; un acto que destaca como muestra
del amor fraterno empezando por los más necesitados.
El
simbolismo del Lavatorio de los pies es muy profundo: el anfitrión
de la Cena, que es Cristo, invita a ella a los que están por
debajo de él, sus discípulos, y lo hace con todos los honores,
lavándoles los pies. Pero no tiene criados ni esclavos que
hagan este menester, sino que lo hace él mismo. Así, la noche
del Jueves Santo es el obispo o el sacerdote quien invita a la
Santa Cena a los más pobres, se pone a sus pies y se los lava.
Precisamente
después de la misa se celebra el lavatorio de los pies, para el
que tradicionalmente se han elegido pobres de solemnidad tal
como mendigos. Y después del lavatorio viene la gran solemnidad
eucarística, que se anticipa ya en las bellísimas antífonas: Ubi
cáritas et amor, Deus ibi est: Donde hay caridad y amor,
allí está Dios, el amor de Dios nos unió…
Se
lleva solemnemente la Eucaristía al altar secundario que ha
sido adornado como “monumento”, sirviéndose especialmente
de las palmas del Domingo de Ramos, que los fieles prestan
encantados para este fin.
Se
cantan los grandes himnos eucarísticos, en especial el eterno Pange
lingua, compuesto por santo Tomás de Aquino. Hoy se cantan
todas las estrofas, de las que el Tantum
ergo es la más conocida; y el Mandatum
novum do vobis… Os doy un nuevo mandamiento, que os améis
los unos a los otros como yo os he amado.
En
muchas poblaciones donde los Monumentos a la Eucaristía
alcanzan un valor estético extraordinario, los fieles dedican
esta noche y la mañana del Viernes a visitar las iglesias de la
ciudad para admirarlos y orar un rato ante ellos.
En
el exterior de la iglesia hoy es día de gran actividad. Al no
haber misa por la mañana se celebra Vía
Crucis, se hace el sermón de Las
7 palabras, llamado también De
la bofetada, por recordarse en él los últimos momentos de
la vida de Jesús, desde que lo juzga el Sanedrin y recibe la
bofetada, hasta que
muere en la cruz después de pronunciar su última palabra.