SANTORAL-ONOMÁSTICA
Santos del
día 26 de Noviembre
Silvestre abad y
fundador; Siricio papa, Leonardo de Puerto Mauricio, Magnancia,
Máxima, Básolo, Justo y Gregorio confesores; Marcelo y Nicandro mártires;
Amador, Conrado y Sebaldo obispos, Gaudencio patriarca;
Martino monje; Alipio el estilita y Estiliano anacoretas; Juan
Berchmans jesuita.
LEONARDO
Siete Santos venera la Iglesia
con este nombre, entre los cuales son los más celebrados San Leonardo de
Limoges, hijo de romanos (sigloVI), que se distinguió por su gran
caridad para con los presos y cautivos, que al ser liberados le ofrecían sus
cadenas en señal de gratitud. El culto de este santo se extendió muchísimo,
no sólo por Francia, sino también por Bélgica y el oeste de Europa. Se le
dedicaron muchos templos.
Y San Leonardo de Puerto
Mauricio, Italia (1676-1751). Ansioso por irse de misionero a China, su
delicada salud no le permitió acometer tal empresa, por lo que entrando en
la orden de los Franciscanos, se dedicó con un éxito extraordinario a hacer
de misionero en la misma Italia.
En el plano científico y
artístico, tienen los Leonardos el legítimo orgullo de compartir nombre con
el incomparable Leonardo Da vinci, el modelo más acrisolado de ese
"hombre nuevo" que creó el Renacimiento: vital a más no poder; inmensamente
optimista y esperanzado respecto a sus posibilidades y a las de toda la
humanidad; perseverante y tenaz hasta lo indecible; sumamente osado en la
creatividad; fiel al legado recibido, y sin embargo audazmente innovador;
apasionadamente enamorado de la naturaleza y del hombre.
Sólo un coloso de su talla
podía crear obras en tanta cantidad y con tan alto grado de perfección: la
Mona Lisa, la Santa Cena, la Adoración de los Magos, la Virgen de las Rocas,
San Juan, Santa Ana, la Virgen y el Niño Jesús, la Madona Litta, sus
estudios científicos, sus experimentos en todos los campos de la ciencia y
un larguísimo etcétera.
Los nombres crean una especie
de comunión, de nexo espiritual entre todos los que lo llevan; con esa
intención se ponen, con esa idea se buscan siempre nombres que tengan gran
fuerza en la familia (la tradición ha sido durante tiempo capturar con el
nombre la fuerza del abuelo o de la abuela, para que no se pierdan) o un
gran impacto y ejemplaridad en la sociedad de la que formamos parte. En este
sentido los Leonardos son afortunados si son conscientes del nombre
que llevan, porque la irradiación de fuerza y de inteligencia de este nombre
es incontenible.