SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 20 de mayo

Bernardino de Siena confesor; Teodoro, Anastasio, Hilario, Colmán y Peregrino obispos; Basila, Sofía, Plautila y Saturnina vírgenes; Baudelio, Águila, Alejandro, Astelio, Taleleo, Áurea, Timoteo, Polio y Eutiquio mártires.


BERNARDINO

Es un derivado de Bernardo y tiene su misma procedencia: del germánico Bern-hard, oso fuerte, como metáfora de "guerrero fuerte y astuto como el oso". Este nombre de pila se ha desarrollado en la Edad Media, y tuvo una razonable expansión, evidenciada en los cuatro santos que honraron este nombre.

San Bernardino de Siena fue un predicador franciscano (1380-1444), llamado el apóstol de Italia. A los seis años había quedado ya huérfano de padre y madre, por que se hizo cargo de él una hermana de su madre. Se distinguió por una brillante inteligencia y por una humanidad inconmensurable. A los diecisiete años, recién acabados los estudios de filosofía, derecho civil y derecho canónico, ingresó en la Hermandad hospitalaria de Nuestra Señora della Scala. El año 1400 la peste asoló Italia y se cebó en Siena. El hospital que atendía san Bernardino estaba repleto de apestados, que se sacaban de encima las familias para evitar el contagio. No los llevaban para que los curasen, sino para que muriesen allí y los hermanos se ocupasen de enterrarlos. Pero Bernardino, junto con otros diez compañeros, decidió que su deber de cristiano era atenderlos y curarlos. Pagaron por esta acción heroica un alto precio. Algunos hermanos murieron, y otros, como Bernardino, quedaron con la salud muy quebrantada. Pasada la emergencia de la peste, creyó más conveniente para su salud espiritual ingresar en los franciscanos. A imagen y semejanza de san Vicente Ferrer, a quien conoció personalmente, sus superiores le mandaron a predicar por toda Italia. No duraban sus sermones menos de 4 horas, y como san Vicente Ferrer llegaba a reunir multitudes de hasta 30.000 personas. Pero era tal su fuerza de convicción y tan profunda la humanidad que transmitía, que consiguió reconciliar a muchísimos enemistados, entre ellos a güelfos y gibelinos. Fue el iniciador y apóstol de la devoción al nombre de Jesús, que llevaba escrito en una tablilla que exponía a la veneración de los fieles, por lo que fue acusado de herejía ante el papa Martín V. Juzgado de 1427 a 1432, en un juicio en que le defendió san Juan Capistrano, fue declarado inocente. El papa le propuso la sede de la diócesis de Siena, pero el santo la rehusó. Se conservan sus sermones, tanto en latín como en italiano.

Celebran su onomástica los Bernardinos el 20 de mayo (S. Bernardino de Siena); pero pueden optar también por el 2 de julio (S. Bernardino Realino, presbítero), el 28 de septiembre (S. Bernardino de Feltre, fundador de los Montes de Piedad para salvar a los pobres de los usureros); y el 7 de noviembre (S. Bernardino de Fossa, fraile franciscano). Es obligado citar también, por las vidas que ha contribuido a salvar, a Bernardino de Mentón, sacerdote y arcediano de Aosta (925-1009), que fue el fundador de los dos conventos-hospedería del monte San Bernardo, con sus famosos perros de rescate, los sanbernardos.

No le faltan excelencias a este nombre, desde la propia nobleza de su origen hasta el gran san Bernardino de Siena, uno de esos hombres que le dan a la humanidad un buen tirón hacia arriba. Magníficos tocayos tienen los Bernardinos. ¡Felicidades!

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