SANTORAL - ONOMÁSTICA

ONOMÁSTICA

Santos del día 22 de Junio

Paulino de Nola, Adán, Nicetas y Liberto obispos; Juan Fisher cardenal; Tomás Moro, Pompiano, Galación, Heraclio, Daturnino, Albano, Flavio y Clemente mártires; Inocencio V papa; Consorcia virgen; Lamberto abad; Arón ermitaño; Domiciano monje.


ANGEL

La palabra griega (aggeloV /ángelos) significa "mensajero", "enviado". Así se llaman en la Biblia los "enviados de Dios". La categoría de Arcángel (arcoV /arjós = primer; más aggeloV /ángelos = ángel) corresponde a los ángeles principales, los que están más cerca de Dios. Además de los arcángeles nos habla la Biblia de siete órdenes o categorías de ángeles: querubines, serafines, principados, potestades, dominaciones, virtudes y tronos. Los tres únicos nombres de ángeles que nos da la Biblia son el de Gabriel, Miguel y Rafael. Los tres han pasado a nombres propios muy apreciados, además del de Serafín, menos frecuente, y el de Ángel. La prueba de su valoración social está en que todos ellos han desarrollado nombres femeninos: Gabriela, Micaela, Rafaela, Ángela, Ángeles, Maria Ángeles, Angelina, Angélica.

El santoral ofrece hasta diez oportunidades para celebrar la onomástica; pero las fechas más tradicionales son la fiesta de los Ángeles custodios, el 2 de octubre, o la de Nuestra Señora de los Ángeles, el 2 de agosto.

Los ángeles son en el cristianismo una herencia del judaísmo, que a su vez fue una adaptación del animismo del hombre primitivo, que creía que el sol, la luna, las estrellas, las montañas, los vientos, los ríos, los mares, los bosques, los árboles... que todo tenía alma y que existía, por tanto, además del mundo real, otro mundo superpuesto en el que vivía el espíritu de todas las cosas. Un mundo poblado de ángeles, que decimos en términos cristianos. De ahí nace la idea de que junto a cada persona hay un Ángel de la Guarda velando por ella. El doble bondadoso de cada uno de nosotros, que está atento a que nos comportemos de tal manera que todo nos vaya derecho. El primer Ángel de la Guarda es el arcángel San Rafael. De él nace la doctrina de que Dios nos asigna a cada uno un Ángel de la Guarda. La situación envidiable de Tobías y su familia, a quienes Dios les envía un ángel que les resuelve absolutamente todos los problemas que tienen, sin pedirles nada a cambio, se convierte en paradigma de lo que desea para sí cada cristiano como primera recompensa en esta vida. De ahí que se desarrolle y se fomente la fe en el Ángel de la Guarda, muy entrañable especialmente en la infancia (en el mismo orden de valores infantiles del Nacimiento de Jesús y de los Reyes Magos). La tradición popular nos ha dejado unas oraciones bellísimas, como la que dice: "Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día..." Y esta otra, también preciosa: "Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me la guardan..."

Tener ángel, llamarse Ángel, tener siempre al lado el Ángel de la Guarda, ser para los demás un ángel... todo eso va con el nombre. Es imposible llamar a alguien Ángel y no pensar en todo ello. Y es muy difícil que a un Ángel no se le peguen estas maravillas. El propio nombre empuja: un nombre que nos hermana con las más nobles creencias de nuestros remotos antepasados y que nos induce a la bondad, un nombre con ángel. ¡Felicidades!
 

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