La que
después de mucho tiempo acabó llamándose Misa del
Gallo es el final de un largo cúmulo de
celebraciones propias de la vigilia del
solsticio de invierno, a imagen y semejanza de la
vigilia del solsticio de verano, la de San Juan.
Es una fiesta solar en la que en su día el fuego jugó
un papel primordial, igual que en la vigilia de San
Juan. El que esta celebración acabase siendo una
Misa, es un triunfo de la disciplina eclesiástica
sobre la libertad y hasta el libertinaje de las
celebraciones profanas.
La Navidad se celebra
litúrgicamente con tres misas: la de medianoche, la
del alba y la del mediodía, que cubren todo el
desarrollo de los festejos navideños. En esta noche en
que se celebraba el despertar del sol (es cuando
empieza a alargar el día), no se debía dormir, sino
que había que pasarse toda la noche de fiesta. Con el
cristianismo esas fiestas se cristianizaron, siendo el
nuevo eje de la misma Jesús recién nacido.
Así, después de celebrarse la fiesta
en casa con una buena cena, se salía al bosque a por
teas y ramajes que allí mismo se encendían,
emprendiendo la vuelta hacia el pueblo. Todo el
paisaje se llenaba de puntos de luz que iban
confluyendo hacia el pueblo, hasta llegar a la
explanada de la iglesia, donde se juntaban todas las
teas y ramajes formando una sola hoguera en torno a la
que se bailaba, se comía y se bebía.
La fiesta continuaba dentro de la
iglesia con representaciones sacras del Nacimiento de
Jesús, entreveradas de canciones. La iglesia estaba
adornada de ramajes, y los fieles se llevaban pájaros
enjaulados, cazados para la ocasión, que alegraban el
ambiente con sus cantos. Cuando sonaba el Gloria, se
soltaban los pájaros en la iglesia para que
revoloteasen por la iglesia. Es decir que aquello era
una misa complementariamente. En algunas misas había
también por lo menos un cordero, como gran
protagonista de la adoración de los pastores, que eran
los reyes de esta noche.
Otro de los protagonistas de esta
misa tan festiva, y que podía llegar a durar horas,
era el gallo, que es el que pudo dar nombre a esta
misa. Por empezar, esta misa no se celebraba a
medianoche como ahora, sino al alba. De hecho, esta
celebración antes de llamarse misa, se llamó maitines
(el primer rezo litúrgico, que se hace al rayar el
alba), y estaba amenizada con el canto del gallo (uno
solo) que se llevaba a misa con este objetivo. Cada
canto del gallo era celebrado con gran jolgorio y
alborozo. En estas singulares misas hasta se comía y
se bebía, bajo la vigilante mirada del sacerdote, que
presidía la "misa" y procuraba introducir en ella
todos los elementos religiosos que era posible.
Otro nombre que tuvo esta
celebración nocturna de la Navidad (y aún se conserva
en las Baleares) es la de Calenda. Se llamaba
así a la lectura de las vidas de los santos
importantes que se celebraban a lo largo del año.
Estas calendas en las mayores solemnidades se
acompañaban de representación sacra, cantada y
bastante festiva. La de Navidad era la Calenda
por antonomasia. De ahí vino el nombre de
calendario, que era el listado de las calendas
(es decir de las fiestas religiosas) del año.
He ahí un recorrido por las formas
más arcaicas de la celebración de la Vigilia de la
Navidad, que se fue haciendo cada vez más seria y
formal, hasta convertirse en Misa del Gallo. El
apellido de esta misa es el único resto que nos queda
de la antigua informalidad de esta misa., que de hecho
era una vigilia de formato muy honesto, con
profunda marca religiosa, que se fue acentuando cada
vez más. |