LA GLORIA, LA PAZ Y LA BUENA VOLUNTAD
Va de exégesis textual. Con el "Gloria a Dios en
los cielos, y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad" pasa como con casi todos los grandes textos:
su traducción es muy controvertida. Eso que la traducción
oficial llama la buena voluntad, en el texto
original se llama eudokia (eudokía). ¿Y qué es esa
eudokía? Si nos miramos la hechura de la palabra,
vemos que está compuesta del prefijo eu (éu), más
dokia, derivada del verbo dokew (dokéo), pariente
cercano de doxa (dóxa) = gloria, de la misma raíz
dok / doc.
En ningún caso dokew (dokéo) significa
"querer", por lo que difícilmente un derivado suyo puede
acabar teniendo nada que ver con la voluntad. Se trata
precisamente de un verbo de opinión, o como mucho de
entendimiento. La raíz de su significado es "parecer", y
de ahí derivan pensar, creer, esperar, juzgar bueno.
Dokhma (dókema) y dokhsiV (dókesis) son las
dos sustantivaciones del verbo (dokia / dokía sólo
se usa como segundo elemento de un compuesto), y mantienen
su valor de "opinión". Es cierto que en quien tiene poder
puede adquirir la forma de diliberación y consiguiente
decisión; pero sólo en ese contexto. Eso da lugar a que en
anqrwpoiV eudokiaV (en anzrópois eudokías) lo
veamos traducido como "entre los hombres objeto de su
amor", "a la humanidad que él ama" "a los hombres objeto
de la benevolencia divina" (obsérvese que en estas
traducciones, de las que tira la Biblia de Jerusalén, es
Dios el que "tiene buena opinión" del hombre); y en la
tierra "buena voluntad para con los hombres", dice una
traducción inglesa sin especificar si esa buena voluntad
procede de Dios o de los hombres. Curiosamente a esta
misma versión se apunta la traducción de Cipriano de
Valera: "Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz
; buena voluntad para con los hombres."
Y por otra parte tenemos la versión litúrgica y
tradicional de la que tira la Vulgata (Gloria in
excelsis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntatis),
en la que el término griego eu-dokía se traduce
elemento por elemento: eu =buena, y dokía
=voluntad. Es lógico que se haya cuestionado esta
traducción. "Buena voluntad" como sinónimo de "buena fe"
aún valdría, pero no acaba de cuadrar. La clave está en
quién es el sujeto de este sustantivo verbal: el hombre, o
Dios. Claro que la lectio facilior (la lectura más
fácil) es aquella en que Dios es el que decide a qué
hombres les concede la paz y a cuáles no. Una lectura
luterana, netamente determinista: no importa lo que haga
el hombre, que es Dios quien decide si le salva o no.
La otra lectura en la que el hombre es el sujeto
agente de la acción verbal, y Dios el objeto, supone que
es el hombre el que está contento con Dios, el que tiene
buena opinión y buena actitud para con él, el que
consiente, el que incluso se complace y es uno más a
glorificar. Es indudable que esta es la mejor materia
prima para construir la paz (makarioi oi eirhnopoioi /
makárioi oi eirenopoiói = bienaventurados los que
hacen paz). Desplazando el significado de la voluntad a la
opinión, a la complacencia, es más lógico que los
ejércitos celestiales (pleqoV stratiaV ouraniou /
plézos stratiás uraníu) prometan la paz a los que
muestren buena disposición respecto a la gloria de Dios. Y
no es exactamente que se la concedan, sino que con esa
buena actitud se la ganan.