THESAURI LINGUAE HISPANAE

LÉXICO  DE  ENSEÑANZA

En arch hn o logoV

En el principio era la palabra

kai o logoV hn proV ton qeon

y la palabra estaba en lugar de Dios

kai qeoV hn o logoV

y Dios era la palabra

panta di¢ autou egeneto

Todo fue hecho por ella

kai cwriV autou egeneto oude en

y fuera de ella nada se hizo


DEDICATORIA

Dedico los sudores, los afanes y
las ilusiones que estoy poniendo
en mi quehacer diario a mis hijos
Oriol (compaginador), Joan, Carles
y Alba con la esperanza de que
algo se les pegue

 
Presentación

Soy un amante de la palabra; por eso llevo años coleccionando palabras. Las saco de la vida, de los diccionarios, de cualquier reserva o yacimiento. Las elijo en razón de su belleza unas, de su rareza otras, y las más por lo chocantes que resultan como nombres de sus respectivas cosas. Cuando éstas son criaturas culturales, mi deformidad profesional y vocacional me lleva a creer que en el principio de esas cosas estaba la palabra, y que fueron hechas por la palabra, de manera que en ella tienen su vida. Por eso, si quiero saber qué son de verdad esas cosas, hago como los psicoanalistas: hipnotizo a la palabra para sacar a la luz su pasado, su genealogía, sus parentescos, sus antiguas relaciones y sus diversos oficios; porque todo ello deja rastro y a menudo es la clave de los extraños comportamientos de las cosas que llevan esos nombres. Cuando contemplo el enorme esfuerzo pedagogizador (perdón por el palabrote) de la enseñanza moderna, y el empeño en pedagogizar (perdón de nuevo, no volveré a reincidir) a los "niños" hasta edades increíbles, y asisto a los resultados que estamos cosechando, se me va el alma hacia los padres de todos los pedagogos que en el mundo han sido: aquellos esclavos griegos comprados para hacer de niñeros, cuyo quehacer más destacado era acompañar a los niños, llevarlos a todas partes, incluso a la escuela, para que el magister les enseñara. Él no, que era el servus, sino el maestro; cuando veo cómo nos va a los maestros y profesores convertidos en pedagogos por obra y gracia de la reforma, se me van las mientes hacia aquellos pobres esclavos a los que los niños les hacían toda clase de perrerías, y me pregunto una y otra vez si no será el espíritu de las palabras que gobierna las cosas que bajo ellas se ponen, el responsable de que las cosas sean finalmente lo que se empeñan en decir que son.

He ahí pues, amable lector, querida lectora, el libro que tiene entre manos: es una colección de palabras elegidas por tener todas ellas un especial interés en el área de la enseñanza. Algunas son auténticas joyas. El formato es el mismo de su matriz, la dirección de internet que figura en la portada. Son meditaciones filológicas en pequeñas dosis diarias. Para no cansar.

Si es usted una de esas personas a las que se les ilumina y se les amplía el campo visual al descubrir que inteligencia es eligere inter; que atender es tender a algo (ad tendere), y entender es meterse dentro de un tema (in tendere); que estudiar (studere) significa esforzarse, poner todos los sentidos y toda el alma en algo; que el pedagogo era el esclavo niñero cuyo oficio no era enseñar, sino tan sólo acompañar al niño a la escuela; y que el fundamento de la autoridad del maestro no era la vara, sino la facultad de aceptar o rechazar al discípulo; que la disciplina hace al discípulo y que ambas proceden de discere, que significa aprender; que alumno, en cambio, viene de alo, alere, altum, que significa alimentar, y es aproximadamente aquel al que se tiene en el aula para verlo crecer; que según cómo, el aula acaba encontrándose con la jaula; que en la enseñanza hay oficios muy distintos según las edades de los alumnos y según los fines que se propongan o ellos mismos o quien ejerce autoridad sobre ellos, desde guardar hasta domar, pasando por tutelar, instruir, educar, formar, adoctrinar, ejercitar, enseñar, integrar, reintegrar, recuperar... y que no es fácil que quien se ha especializado en enseñar, sea capaz de adaptarse a la profesión de guardador o de instructor o de formador; porque instruir (in-struere, de la familia de con-struere) es más laborioso que enseñar (in-signare = señalar hacia aquello en que hay que fijarse); que el educador o el formador están más cerca del adoctrinador que del profesor; que de nada sirven todas las acciones del maestro-pedagogo-profesor si finalmente al alumno no aprende; que ejercicio, ejercitar y ejército son parientes próximos, con muy poca doctrina y muchísima instrucción, porque en fin de cuentas se trata de forzar y violentar, único camino para superar la inercia; que la docencia, la doctrina y el dogma se han llevado el gato al agua a costa de sus primas hermanas la doxa y la opinión en que se fundaba la fenecida libertad de cátedra; que el maravilloso invento pedagógico de la motivación busca tirar con un motor externo del alumno al que le falta el motor interno; que evaluar es tasar, y examinar es disgregar, separar del enjambre, discriminar (la bestia negra de pedagogías y beneficencias); que profesor viene de for, fari, fatum, que significa hablar; que doctor viene de doceo, docere, doctum, que significa enseñar; que es una estafa basada en una falacia imponer como una obligación lo que se ha conquistado como un derecho; que la esencia de la lección es ser lectura, y que por eso se paga tan caro el aprender por explicaciones y no por lecturas; que los reformatorios se llamaban escuelas de reforma; que el sujeto de las reformas y de las normalizaciones empiezan siendo los sistemas y acaban siéndolo las personas; que siendo tantas las cosas hechas únicamente de palabras, hay que estar muy atento a lo que éstas son, porque esas cosas son finalmente lo que son sus nombres...

Si es usted de las personas que creen que las cosas no pueden, por más que se lo propongan, independizarse de los nombres bajo cuyo dominio están, seguro que encontrará en estas páginas mayores motivos aún para afianzarse en esa creencia.

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