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- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
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EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
MATRIARCADO
La contraimagen del patriarcado es el
matriarcado. De la misma manera que se formó la palabra
monarca para expresar el poder de uno solo, se
formó la palabra patriarca para expresar en ella el
poder del padre. Se refiere este término a la época
en que la única estructura social era la familia, y
sobre ella estaba cimentado el poder político. El
patriarca era por tanto la máxima autoridad tanto
familiar como política; y el patriarcado, una institución
a la vez familiar y política. Y se trató en sus inicios de
un poder absoluto y despótico que, como todos los poderes
se fue suavizando a medida que los sometidos a él fueron
asumiendo e interiorizando las obligaciones para las que
se instituyó ese poder. Las sociedades que más plenamente
han asumido esos deberes, han podido prescindir de esos
poderes: ni patriarca, ni monarca.
Sociedades hubo en que existió el
poder absoluto de la madre. En sociología oscilan las
definiciones formales del matriarcado en razón de
las realidades etnográficas de las que parten. Así tenemos
como grado extremo de matriarcado el que resulta de
la traducción al femenino de las características del
patriarcado acentuadas al máximo, que efectivamente se han
dado en algunas sociedades. Según esa definición, la madre
es el cabeza de familia; el padre no forma parte del
organigrama de poder ni del funcional. La familia
matriarcal no tiene padre propiamente dicho. El papel
de éste es en unos casos el de amante legal de la madre
(el paralelo lo tenemos en los príncipes consortes), y en
otros el de simple esclavo, sometido al poder de la
parentela de la esposa.
Otras formas no tan extremas de
matriarcado se han dado, cuya característica común es
que el parentesco (los apellidos) y la propiedad se
transmiten por la madre, teniendo el padre un papel
secundario. En algunas sociedades, su lugar lo ocupa el
tío materno, que se constituye en la máxima autoridad
masculina de la familia. Y en cualquier caso, la madre es
el jefe y cabeza de la comunidad doméstica. Le ajusta a la
perfección el nombre de matriarca: un término
formado por la palabra latina mater, matris, que es
la madre, y el griego
arch
(arjé), que significa
dominio, poder, autoridad, mando. Es el poder de la madre.
Tal es la variación de intensidades de
este poder, que los sociólogos optaron por crear
denominaciones distintas para los distintos grados de
poder de la madre en la familia. Así llamaron
matronimia¸al régimen en que se traza la descendencia
por la línea femenina; y ginecocracia al poder
familiar y político ejercido por las mujeres.
Queda en pie el hecho de que en muchas
sociedades modernas hay huellas evidentes de un auténtico
poder de la madre en la familia, un poder que si no
se ejerce, se disuelve hasta desaparecer. El problema se
presenta cuando se tiene un poder con unas competencias
asignadas, y no se dispone de subordinados a los que
cargarles el trabajo que comporta. Llevar la economía de
la casa es una posición de poder, claro está. Pero
conlleva la servidumbre de tener que hacer la compra, si
no se tiene a quién mandar. Y otro tanto ocurre con cada
derecho: que suele llevar aparejado un deber.
Mariano Arnal
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