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 INDICE - LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS

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MARCA

Forman parte de este mismo grupo léxico comarca, marqués, marco, marcar, marchar, marquesina. Parece que entró en el español a través del italiano marcare, que lo tomó del lexema germánico merk, que aunque coincida con idéntica raíz latina (de ahí mercare = comprar), no tiene ninguna relación con ella. El significado con que entró esta palabra en el bajo latín y en las lenguas románicas fue el geopolítico. Carlomagno (estamos en números redondos en el año 1000), para defender el imperio, creó el sistema de las marcas. La marca hispánica tenía por objeto hacer de colchón entre su imperio y los árabes que dominaban la península ibérica. Los responsables máximos de las marcas eran los marqueses, llamados margraves en el área germánica. Marca era sinónimo de frontera y de prenda o tributo. Marcar era, pues, afrontar, hacer de frontera, imponer una prenda o un tributo, ejercer una represalia. Sólo hacia el 1400, cuando se han borrado ya las marcas geográficas y políticas, aparece empleada en los documentos esta palabra con el significado de marcar, poner una señal de propiedad.

En un documento de 1329 aparece la palabra marca como "facultad concedida por el rey al súbdito perjudicado por extranjeros para apoderarse de los bienes o mercancías de cualquier compatricio del agresor" (equiparable a la patente de corso). Está claro que este súbdito está además en territorio fronterizo, en lo que se llamó marca. Por otra parte en esta misma época se usa el verbo comarcar con el sentido de ser lindante, tener frontera con alguien. ¿Cómo damos el salto de ese significado al de marcar? Los lexicólogos barajan dos hipótesis: que los hitos o mojones con que se señalan las fronteras acabasen apropiándose del nombre de marca, o que en paralelo se desarrollase el significado de marchar (marcher) y que las marcas fuesen las señales de la marcha. El caso es que la palabra se generalizó especialmente a través del marco, que tanto podía ser la moneda de la marca (el territorio), como de la señal o marca del valor, y a través de la marca con que se señalaban en especial los animales para identificar la propiedad, y a los reos y prostitutas para poder huir de ellos.

Hay que prestar atención al hecho de que sólo disponían de marca los grandes propietarios de reses. Los pequeños no la necesitaban. Fue así como la marca pasó a ser además de distintivo de la propiedad, señal de abundancia. Y si en la ganadería se luce el sello del propietario, en la industria mucho más, puesto que en los productos elaborados brilla además de la riqueza, la capacidad de elaboración. En este caso el sello del fabricante tiene un especial valor. Fue así como nació el producto de marca. Eso significaba en primer lugar que no era casero, sino que detrás de él había toda una potencia industrial. Y en segundo lugar, que el mismo hecho de que el industrial firmase su obra, era una señal de que asumía la responsabilidad sobre la misma.

El salto de ese concepto de marca al actual, era inevitable: ha crecido el peso de la marca, rebasando al del producto. Pero ha ido aún más allá, ha vuelto al sentido primitivo: grandes sectores del mercado son territorio de una marca, que tiene bien marcadas a sus reses, para que no se le pierdan.

Mariano Arnal

 


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