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INDICE
- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
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LA CASA
DEL LIBRO
EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
EXUBERANTE
Exuberante se escribe sin h,
porque uber, úberis (que evoluciona a ubre),
no la lleva. De la forma adjetiva úberes (el
sustantivo es neutro, úbera) procede nuestro
término ubre, ubres por simple caída de la
débil postónica. En latín este lexema tiene un amplio
desarrollo: uber (n., pref. en pl. úbera)
ubre, pecho, seno, teta, mama; uber (adj.)
abundante, copioso, lleno, bien nutrido, grande (tiene
además el comparativo uberior y el superlativo
ubérrimus); uberatus, a, um, dotado de ubres,
capaz de abundancia y plenitud; úbere,
copiosamente, en abundancia; ubertas abundancia,
fertilidad, fecundidad, riqueza, ubertim,
abundantemente, copiosamente; ubertare, fertilizar,
fecundar, hacer fecundo; ubertus, a, um, abundante,
copioso, fértil, productivo. Uberare, fertilizar,
fecundar, producir, ser fecundo.
La forma de participio presente -ante
procede de este último verbo que expresa la actividad
propia de las ubres, que es producir leche, y más que
producir, manar. El prefijo ex acentúa aún
más esta idea de abundancia: expresa el movimiento de
dentro a fuera, de salida. Exuberante es en
principio una ubre que está derramando la leche que ya no
le cabe dentro, porque no para de manar; una ubre que
rebosa. Y por analogía, cualquier superabundancia.
En el desarrollo completo del lexema se
aprecia inequívocamente la relación entre las ubres
(aplicado a nuestra especie, pechos) y la abundancia de
origen vital, y por extensión de cualquier otra
abundancia. Los lexicólogos creen que este lexema deriva
del griego ouqar (úzar), que
significa también ubre, racimo del que se exprime el
mosto, la parte más fértil de un campo. Las ubres, los
pechos son el paradigma de la abundancia, de la riqueza;
más que el vientre. No perdamos de vista que si en el arte
del paleolítico las "Venus", es decir el ideal de la
belleza femenina, exhibían por igual su poder en el
vientre y en los pechos, en el desarrollo sucesivo el
vientre cedió su protagonismo a los pechos, que siempre
fueron y siguen siendo tratados con especial amor por los
artistas; reflejo evidente de la universalidad de estas
inclinaciones.
Nada tendría de extraño que el erotismo
que irradia de los pechos no sea ajeno a un instinto de
selección de pareja que prima la capacidad amamantadora
como la virtud excelsa que permitirá sacar adelante con
esplendor los frutos del vientre; porque no hubo cosa más
triste, antes de la lactancia artificial, que ver cómo
languidecían los hijos por la escasez o por la falta de
vigor de la leche materna; ni mayor felicidad que verlos
crecer tan hermosos durante la lactancia gracias al vigor
de las ubres. Por eso se consideró la exuberancia
como el no va más de la abundancia: se creó esa palabra
para expresar una abundancia tal de las ubres, que van
perdiendo la leche sobrante después de hartarse la
criatura. Esa idea se mitificó y se dotó de leyenda en
todas las culturas. En la mitología cristiana, nada menos
que con la leche que rebosaba de los pechos de la Madre de
Dios (este epíteto es una de las claves del mito) cuando
huía de Egipto con su hijo en brazos para escapar de las
manos de Herodes, con el reguero que fue dejando esa
leche, se formó la Vía Láctea, el Camino de la
Leche. El mayor de los prodigios de la exuberancia.
Mariano Arnal
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