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INDICE
- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
&
LA CASA
DEL LIBRO
EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
EXPÓSITO
Hoy no se emplea ya esta palabra, que
ha sido sustituida por la de abandonado para referirse al
recién nacido del que se ha deshecho la madre, porque ya
no existen las casas de expósitos, una institución
que resolvía el problema de la maternidad no deseada. La
"exposición" de niños, llamada también exposición de
parto, difería del "abandono" (menos civilizado, pero
que buscaba también desprenderse del bebé sin causarle
daño) en que estaba socialmente aceptada y regulada, hasta
el punto de que en todas las ciudades importantes había
una casa de expósitos; y en las muy populosas, la ley
mandaba que hubiese en cada distrito una de estas casas
con torno, para tener la mujer la libertad de
depositar en él a su hijo sin ser vista por la persona
(una monja) que lo recibía.
Las casas de expósitos, los hospicios y
las maternidades han sido sustituidas hoy por otro género
de instituciones en que se descarta la ocultación de la
identidad de la madre, porque ha dejado de ser una
ignominia la libertad sexual de la mujer no casada, y en
consecuencia su maternidad; aunque esta última y el
embarazo que la precede no se llevan con el mismo
desenfado.
Expósito es una forma latina,
palabra culta por tanto con la que se ha dado el mejor
nombre posible a una realidad bastante dura. Este nombre
lo inventaron y lo usaron ya los romanos con el
significado que tiene en nuestra lengua. El verbo
expono, exponere, expósui, expósitum significa "poner
fuera", sacar. Las aplicaciones de este verbo son
infinitas, y una de ellas fue la de dejar fuera de la casa
(ex pósitus = puesto fuera) al recién nacido no
deseado. Esta práctica de la exposición, del simple
sacarlo fuera, fue practicada por todos los pueblos con
intención de eutanasia, pero con la posibilidad de
sobrevivir si a alguien le interesaba la criatura. En la
india de los vedas fue muy común. La historia nos cuenta
que en Grecia se llegaba más allá, yendo directamente al
infanticidio. En Roma al paterfamilias, dueño
absoluto de los hijos, el derecho le reconocía como un
elemento más de la potestas patria el ius
exponendi, es decir el derecho de sacar fuera de la
casa, y dejarlo ahí para que se muera o para que alguien
lo recoja, al hijo no deseado.
La palabra y el concepto del abandono
consentido de los hijos han perdurado en nuestra cultura
hasta hace menos de medio siglo. El cristianismo le dio
una forma más humana para los hijos abandonados, a los que
recogió en los hospicios y en las casas de expósitos;
y para las madres manteniendo su anonimato. Quedaron sin
embargo profundas huellas de la crueldad en que estaba
envuelto algo tan grave. La cuerda rompía, como siempre,
por lo más flojo. Al no tener estos niños padres
conocidos, se les ponían apellidos que delataban su
condición de niños abandonados: el más cruel era el
ponerles directamente Expósito de apellido. Todavía
en 1921 la ley establecía en España que los expedientes
para cambiarse el apellido de Expósito por
cualquier otro, serían gratuitos. Entretanto se arbitraron
otras fórmulas, como fue ponerles a estos niños como
apellido el nombre del santo del día, y ya más adelante
los apellidos que quisieran ponerles (elegidos
arbitrariamente) los responsables del hospicio, que
ejercían de tutores suyos.
Mariano Arnal
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