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INDICE
- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
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LA CASA
DEL LIBRO
EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
CONVIVENCIA
Convivencia es de hecho la
transcripción española del latín conviventia,
neutro plural del participio presente del verbo
convívere, una sustantivación que nunca emplearon los
romanos, y que significaría "todo aquello que convive". Se
trata por tanto de un neologismo culto que nunca hubiesen
formado ellos porque se hubiese podido interpretar en
cualquiera de los dos sentidos que tiene el verbo
convívere y se hubiese prestado por tanto a toda clase
de equívocos. En efecto, se echa de ver en esta palabra,
que en Roma eran de religión única; aunque justo es
decirlo, tan sincrética que agregaba sin mayor esfuerzo a
su panteón (pan qewn / pan zeón =de
todos los dioses) a los dioses vencidos, con sus ritos y
misterios. Es que entre los castigos que infligían a los
vencidos, no estaba el de quemarles totalmente las raíces.
Algún misterio ha de haber en esta práctica, puesto que no
fue exclusiva de los romanos.
Digo esto porque en latín están en
paralelo el convidar y el convivir, tanto
que comparten origen y significado. El verbo convivo,
convívere, convixi, convictum está formado del prefijo
de compañía cum, que significa "con", más el verbo
vívere, que significa "vivir". Hasta aquí nada
nuevo. Pero es que este mismo verbo se utiliza con igual
legitimidad para expresar la acción de convivir,
como la de comer juntamente o de acompañar a
alguien en la mesa. Eso en la forma activa; pero es que el
mismísimo verbo se adapta a la primera conjugación:
convivo, convivare, preferentemente conjugado en voz
deponente (equivalente a la voz media griega y a nuestros
pronominales): convivor, convivaris, convivatus sum,
convivari, con el significado de dar o aceptar una
comida, banquetear; y conviva, del mismo origen, es
el convidado.
Es decir que para los romanos el comer
juntos formaba parte del vivir juntos, formaba parte de la
convivencia (bien pensado, no sólo para los
romanos, sino para cualquiera; ¿qué clase de convivencia
sería esa en la que ni siquiera se coincide para comer?);
o dicho en terminología religiosa, en la convivencia
estaba implicada la comunión en su sentido
estricto, es decir la participación en los mismos ritos y
sacrificios, que en su mayoría (sobre todo los festivos)
eran de comunión y se compartía por tanto en ellos la
carne de las víctimas ofrecidas. Obviamente comulgan en un
mismo rito, en una misma mesa sagrada, los que comulgan en
una misma fe. La convivencia de estos tales es la
más fácil y llevadera. Es asimismo la más primitiva,
porque se necesita una cierta madurez colectiva para poder
digerir sin empacharse otras comuniones y otras
confesiones distintas de la propia. Bien diagnostica
Nietzsche en su obra "Más allá del bien y del mal", que
Alemania era una nación demasiado inmadura como para ser
capaz de digerir la presencia de un pueblo tan hecho como
el judío; que era capaz de convivir, pero no de comulgar
con ellos; y pronostica que si no era capaz de superar ese
temor irracional a los judíos, nacido de su inmadurez, las
consecuencias serían sumamente graves. Y se cumplió la
ominosa profecía.
El concepto latino de convivencia
implica comulgar con el anfitrión, comer del mismo plato.
El concepto democrático de convivencia se conforma con
menos.
Mariano Arnal
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