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INDICE
- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
&
LA CASA
DEL LIBRO
EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
AGRESIÓN
Es difícil pensar en una
palabra más inocente que ésta, si no fuese por el rabo y los
cuernos de que la hemos dotado. Se trata de una palabra
eminentemente territorial, donde lo que importa no es el
cómo, sino el qué. En cuanto alguien ha marcado un
territorio como suyo convirtiéndolo en comarca
exclusiva (es decir excluidora, que deja encerrados (clausi)
fuera (ex) a los demás), el hecho de que alguno de
los demás, de los encerrados fuera o excluidos se le ocurra
acercarse a la demarcación, es considerado por los
comarcanos como una agresión. A partir de ahí se sienten
plenamente legitimados para atacar. Y no digamos si esos
“otros” llegan a entrar en el territorio. Entonces se
encuentran ante una invasión, con lo que la cosa es
aún más seria.
Y sin embargo, el “agresor”
desde su perspectiva no hace nada ilegítimo ni ofensivo.
Simplemente “va”; pero claro, va en una dirección que no le
conviene a quien en aquella dirección se ha marcado
un territorio, un coto cerrado. La verdad es que en nuestra
lengua entró ya esta palabra marcada en negativo, porque así
la usaron los romanos, aunque muy poco: aggressio era
agresión, ataque, acometida, y aggressor el agresor;
pero éstos fueron neologismos de uso restringidísimo, porque
el verbo del que proceden, de sentido mucho más amplio, no
les dejó prosperar. En efecto, aggredior, aggressus sum,
aggredi (de ad más gradior, gressus sum, gradi)
significa simplemente ir hacia, dirigirse a, acercarse,
aproximarse; significados que luego se amplían en emprender,
acometer, atacar, agredir.
Es que desde el momento en
que gradior significa tan sólo ir, caminar, avanzar
(y un gradus no es más que un paso, que si es de
escalera se convierte en escalón), no se podía cerrar tanto
su significado que únicamente cupiese en el compuesto
aggrédere el ir o avanzar en una dirección con
malas intenciones, es decir de forma agresiva. Basta
que recorramos todo el espectro de este lexema en español
para entender que no puede ser de otro modo. Aparte del
grado, la grada, los grados (incluidos los
de temperatura), las gradaciones y las
graduaciones, tenemos una serie de compuestos como ingreso,
regreso, progreso, congreso, que
no implican ningún género de malevolencia u hostilidad.
Incluso en la transgresión puede no haber agresividad
ni hostilidad.
Así que desde la perspectiva
de su origen etimológico, agredir es algo tan neutro
como acercarse. Lo que convierte el acercarse en peligroso u
ofensivo, es la intención del sujeto en unos casos, y la
percepción que de ese acto tiene quien está enfrente en
otros. Y en más casos aún lo que determina la agresión
es el empeño de alguien en que otro haga o deje de hacer en
función de los caminos y fronteras que él por su cuenta y
riesgo marca. Eso lo hace acotando para sí un
determinado territorio geográfico, económico, político,
etcétera, y pretendiendo que los demás asuman que ese coto
es para ellos inaccesible e intocable. Por eso se dan por
agredidos cuando alguien de fuera de ellos se acerca a
su coto. Por eso cuando se trata de meterse en el terreno
económico de otro se le pide al vendedor agresividad.
Es que en nuestro subconsciente léxico persiste la idea de
que una agresión es al fin y al cabo un acercamiento.
Mariano Arnal |
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