DON JOSÉ DE ESPRONCEDA
(1808-1842)
Este
poeta y revolucionario fue uno de los más grandes románticos
españoles, el más popular del siglo XIX. Su vida integra la
rebelión moral y la política, y su estilo se caracteriza por las
imágenes arrebatadas y la permanente contradicción de dos
estados anímicos: la exaltación y el desaliento.
Nació en Almendralejo (Badajoz), en 1808, pero se mudó pronto a
Madrid y comenzó con notable aprovechamiento sus estudios, bajo
la dirección del famoso don Alberto Lista.
A los quince años, el día en que fue ahorcado el general Riego,
fundó una sociedad secreta, Los Numantinos, para vengar su
muerte. Las actividades de los jóvenes conspiradores fueron
descubiertas y ellos, condenados a cinco años de cárcel, que se
redujeron a unas semanas en un convento de Guadalajara, donde
Espronceda compuso el poema Pelayo.
Con dieciocho años se exilió voluntariamente a Lisboa , donde
conoció a Teresa Mancha, a quien siguió hasta Londres. Tras un
viaje a Holanda en 1828, se instaló en París, donde participó
en la revolución de 1830, y entró en España con una expedición
de revolucionarios, que fracasó. Fue desterrado y durante ese
periodo compuso varias poesías y la tragedia Blanca de Borbón.
Raptó a Teresa, a quien había vuelto a encontrar casada y con
hijos, y marchó con ella a España (1833). Ella le inspiraría
uno de sus poemas más hermosos: Canto a Teresa. Vivió la triple
embriaguez romántica del amor, la libertad y la patria.
Al regresar, indultado, a España
en 1833, tomó parte en otros pronunciamientos que le supusieron
nuevas persecuciones. En un banquete pronunció un discurso satírico
en verso, que hizo hablar a toda la corte, y fue desterrado a Cuéllar,
donde compuso El Estudiante de Salamanca. Posteriormente inició
una brillante carrera literaria, diplomática y política. Adquirió
fama nacional a partir de 1836, cuando publicó La canción del
pirata que, a pesar de su discutida deuda con Lord Byron,
constituye el manifiesto lírico del romanticismo español con su
intensa defensa de la libertad, la rebeldía religiosa, social y
política. Ese poema y otros ya conocidos se recogieron en Poesías
de don José de Espronceda, de 1840, donde junto a poemas que
reflexionan filosóficamente sobre el destino humano, aparecen
otros políticos y amorosos. Tras la muerte de Teresa (1839),
realizó nuevas interpretaciones del amor, como ocurre en el famosísimo
poema A Jarifa en una orgía, donde expresa desilusión, hastío,
lamentación del placer perdido y rebelión contra la realidad de
la vida, con un lirismo contenido que añade ritmos poéticos inéditos
que anticipan la versificación modernista.
En 1842, el mismo año de su muerte ocurrida en Madrid, fue
elegido diputado a Cortes por el Partido Progresista, donde dio
muestras de una excelente formación política.
El estudiante de Salamanca, incluido en las Poesías, funde poesía
dramática y narrativa, y es precursor del Don Juan Tenorio de
Zorrilla, que incorpora elementos de la novela gótica inglesa. Cárcel,
amor, crimen, dolor y muerte también aparecen en el inconcluso El
Diablo Mundo, de 1840, un extenso poema cuyo protagonista es
testigo de excepción de todas las tragedias y los destinos
humanos.
Espronceda también escribió la novela histórica Sancho Saldaña,
aparecida en 1834, el relato fantástico La pata de palo, de 1835,
la sátira El pastor Clasiquino, de 1835, y muchos artículos y
obras dramáticas, que la crítica considera decepcionantes. Sin
embargo, algunas de sus poesías, como las citadas y otras más,
siguen valorándose por su sinceridad y ritmo y no se considera un
demérito que estén inspiradas, tanto en temas como en ritmos, en
los mejores poetas románticos europeos.
|