Carlomagno
(en latín, Carolus Magnus, 'Carlos el Grande', (742-814), rey de
los francos (768-814) y emperador de los romanos (800-814),
condujo a sus ejércitos francos a la victoria sobre otros
numerosos pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de
Europa central y occidental. Fue el rey más influyente en Europa
durante la edad media.
Juventud
Carlomagno nació probablemente en Aquisgrán (Aix-la-Chapelle, en
la actual Francia) el 2 abril del 742, hijo del rey franco Pipino
el Breve y nieto de Carlos Martel. En el 751 Pipino destronó al
último rey Merovingio y asumió el título real. Fue coronado por
el papa Esteban II en el 754. Al lado del ya consagrado Pipino, el
papa Esteban ungió a Carlomagno y a su hermano menor, Carlomán.
Ese mismo año, Pipino invadió Italia para proteger al papa de
los lombardos, y en el 756 de nuevo tuvo que acudir en ayuda de
aquél. Desde el 760 los principales esfuerzos militares de Pipino
se centraron en la conquista de Aquitania, esto es, las tierras al
sur del río Loira. Carlomagno acompañó a su padre en la
mayoría de esas expediciones.
Campañas militares
Cuando Pipino murió en el 768, el gobierno de sus reinos fue
compartido entre sus dos hijos. Carlomagno buscó una alianza con
los lombardos al casarse en el 770 con la hija de su rey Desiderio
(que reinó entre el 757 y el 774). En el 771 Carlomán murió
repentinamente. Carlomagno entonces se apoderó de sus
territorios, pero los herederos de Carlomán buscaron refugio en
la corte de Desiderio. Por entonces, Carlomagno había repudiado a
su esposa y Desiderio dejó de ser su aliado. En el 772, cuando el
papa Adriano I pidió la ayuda de Carlomagno contra Desiderio, el
rey franco invadió Italia, derrocó a su antiguo suegro (774) y
asumió el título real. Entonces viajó a Roma y reafirmó la
promesa de su padre de proteger las tierras papales. En una fecha
tan temprana como el año 772, Carlomagno combatió las furiosas
incursiones de los sajones en su territorio. Animado por su éxito
en Italia, se embarcó en el 775 en una campaña para
conquistarles y cristianizarles. La campaña tuvo algún éxito
inicial pero se alargó durante treinta años. Combatió en la
península Ibérica en el 778; en su viaje de regreso, su
retaguardia, mandada por Roland, fue objeto de una emboscada,
historia inmortalizada en La Canción de Roland. En el 788
sometió a los bávaros a su poder, y entre los años 791 y 796
los ejércitos de Carlomagno conquistaron el territorio de los
ávaros (que en términos generales corresponde a las actuales
Hungría y Austria).
Coronación
Establecido de este modo el dominio franco sobre muchos otros
pueblos, Carlomagno había construido de hecho un Imperio y se
había convertido en un emperador. Únicamente le restaba adoptar
el título. El día de Navidad del 800, Carlomagno se arrodilló
para orar en la basílica de San Pedro en Roma. El papa León III
colocó sobre su cabeza una corona y la gente reunida en la
iglesia le aclamó como el gran y pacífico emperador de los
romanos.
El biógrafo de Carlomagno, Eginardo, relata que el rey quedó
sorprendido por esta coronación y que si él hubiera sabido con
antelación lo que en realidad ocurrió no habría entrado en la
iglesia aquel día. Esta información ha sido objeto de muchas
especulaciones entre los historiadores. Carlomagno probablemente
deseaba y esperaba obtener el título imperial, que posteriormente
utilizó. En el 814 designó su sucesor al único hijo que le
quedaba, Luis (que pasó a ser conocido como Luis I el Piadoso o
Ludovico Pío), y lo coronó personalmente.
Administración
Carlomagno estableció una capital regia más duradera de lo que
había sido la de sus predecesores. Su residencia favorita se
situó en Aquisgrán desde el 794. Allí había construido una
iglesia y un palacio, basado en parte en influencias
arquitectónicas tomadas de Ravena y Roma. En su palacio reunió
eruditos de toda Europa, el más famoso de los cuales fue el
clérigo inglés Alcuino de York, al que puso a cargo de la
escuela palatina.
La administración del Imperio fue confiada a unos 250
administradores reales denominados condes. Carlomagno emitió
cientos de decretos, llamados capitulares, tratando un amplio
abanico de asuntos, desde cuestiones jurídicas y militares hasta
cuestiones relativas a monasterios, a la educación y a la
gestión de los dominios imperiales.
El Imperio no se amplió después del 800; de hecho, ya en la
década del 790 las costas y los valles ribereños sufrieron las
primeras y temibles incursiones de los vikingos. Carlomagno
ordenó una especial vigilancia en cada puerto, pero con escasa
efectividad. Murió antes de que la completa y destructiva fuerza
de los vikingos se desatara sobre el territorio imperial.
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