Sobre
lo Sublime
Antes de proceder al estudio de una obra literaria
solemos leer la introducción, pero nada se aproxima a
este tratado sobre lo sublime; es como pedirle a una
estrella de rock que escriba una partitura
introductoria a la Pastoral de Beethoven
Hay muchos libros sobre técnicas literarias, antiguos
y modernos, escritos con la misma buena técnica que
comenta, pero en las obras sublimes esa técnica emana
del talento y el entusiasmo del autor. Si la fuente de
la palabra surgiera de la técnica nos encontraríamos
ante un esqueleto, le faltaría la vida que sólo
otorga la genialidad de un alma grande.
Como
una Venus de Milo, este mutilado trabajo de teoría
literaria es un monumento de la antigüedad ante el
que paladeamos viejas glorias, sintiéndonos
orgullosos de pertenecer a la especie humana.
Los escritores se extasían, arquitectos frente a la
Gran Pirámide, cuando el autor da forma a las
figuras, de pensamiento o dicción, con nobles
expresiones y composición elevada, dejando la huella
de su talento y su pasión entusiasta. Oteamos desde
sus alturas nuestros renqueantes recursos literarios,
pero a la vez nos abre la posibilidad de superarnos,
de ser mejores.
Escaso favor le hago a los deseos de este desconocido
Dionisio-Longino si tras mis comentarios no os apresuráis
a la lectura de este tratado. No sólo explica la
forma en que los poetas consiguen que sus obras sean
inmortales, sino que nos lleva al espíritu de sus
palabras aupándonos sobre sí mismo. Es difícil
separar la grandeza de la poesía antigua de la de
este crítico literario que nos hace partícipes de su
propia pasión.
Homero, Hesíodo, Platón, Safo, desfilan ante
nosotros con el esplendor que nos ofrecen las gemas más
valiosas talladas por un experto artista y la
elocuencia con que un enamorado joyero nos descubre su
tesoro; aquí una irisación de extraños matices, allá
un jardín de esmeraldas, haciendo de nuestros ojos
las puertas del alma que sueñan ser y no las impúdicas
doncellas que son la mayor parte de los días.
Con
su estilo sublime, sin pomposidades, nos descubre
misterios, claves de interpretación, la oratoria de
Demóstenes, la heroica imaginación de Esquilo, el
atrevimiento de Tucídides, la obra impresionante de Sófocles;
nos explica los versos de Safo en cascada ordenada de
emociones, nos lleva de la mano en busca de la
inmortalidad y en fin, utiliza el éxtasis de lo real
en vez de la persuasión de lo ilusorio para hacernos
caer no ya en lo que somos, sino en lo que podemos
llegar a ser.
Rafael Pérez |