El
día después de la ruptura de la pareja
Volver a empezar...
En los primeros días luego de la separación, las
personas experimentan por lo general dos tipos de
sentimientos : o la motivación a salir a
"comerse" el mundo, o el encierro en estados
melancólicos que lo retrotraen al pasado y a lo que
no fue.
Por María Adela Mondelli
Ni uno ni otro estado permanece en el tiempo. O el
mundo nos indigesta... y podemos caer en un estado de
melancolía; o poco a poco vamos elaborando la pérdida,
saliendo de la tristeza y viendo cómo nos la vamos a
ir arreglando en esta nueva etapa de la vida, ahora
sin pareja.
La entrega que implica la convivencia en pareja, deja
luego de la ruptura sentimientos agónicos... -a veces
encubiertos por la euforia de haber concluído con el
proceso de ruptura que depara muchas energías-, pero
que tarde o temprano, hacen aparecer la angustia en
sus diversos modos.
En los últimos tiempos de una pareja, se va dejando
mucho para aceptar una ruptura inevitable, y esto deja
sentimientos de vacío frente al fracaso de tal
empresa. A mayor expectativa, a más esperanzas, más
profunda es la caída.
Nos separamos. La situación cambió, y hay que
empezar a hacerse cargo. O las circunstancias lo hacen
por nosotro/as.
Si ya no hay quien se ocupe de la ropa, corremos el
riesgo de reaccionar cuando no queda una camisa para
ponerse; y si ya nadie paga la factura de la luz, nos
daremos cuenta cuando nos la corten... Por lo tanto
–si no lo planeamos antes (como generalmente no lo
planeamos...)- hay que arremangarse y ver cómo es
esta nueva organización de nuestra vida.
El que dejó la casa familiar, por lo general vive
"como de paso" durante algún tiempo. No
piensa en ese nuevo lugar como estable y tiene incluso
sentimientos de haber sido despojado de lo propio
(aquella casa familiar) sintiendo esta nueva como algo
indigno para él. Sin embargo es importante poner
energías en agenciarse un espacio vivible. Acomodarlo
a nuestro gusto, ordenarlo, hacerlo cómodo y
funcional es fundamental para sentirse bien en este
nuevo lugar e ir construyéndolo como propio.
No la pasa mejor el que permaneció en la casa
familiar -aunque evitar una mudanza es un duelo menos
a sobrellevar-. Los recuerdos, los lugares vacíos,
las cosas que quedan y las que el que se va se lleva,
hacerse cargo solo/a de una estructura que antes
sostenían de a dos, todos son procesos a elaborar...
La pérdida de relaciones de amistad es por lo general
una consecuencia de la separación. O los intereses
cambian y ya hay poco que compartir, o eran amistades
en conjunto con la pareja que se alejan con el
divorcio, o ciertos procesos de proyección llevan a
que algunas gentes rehuyan la compañía del o la recién
separado/a ...
Y esto suma soledad y duelo. Establecer un grupo de
contención afectiva (familiar, de amistad) es una
herramienta fundamental para transitar el proceso de
separación.
Personas que respeten los sentimientos de quien la está
pasando mal, que escuchen o acepten el silencio.
Elegir de entre las personas posibles, aquellos que
sabemos que pueden estar a la altura de la necesidad
de ese momento, es un recurso del cual es interesante
disponer.
Las relaciones amorosas que comienzan al poco tiempo
de una ruptura por lo general no tienen un buen pronóstico;
nadie está en las mejores condiciones para
proyectarse junto a otro cuando recién termina una
relación de pareja. Sin embargo, si se las toma como
algo pasajero, suelen ser una buena ayuda para volver
a sentirse querido, deseado y considerado, lo que
ayuda a cicatrizar algunas heridas y acompaña un
proceso de revalorización necesario luego de la
separación.
Personas que respeten los sentimientos de quien la está
pasando mal, que escuchen o acepten el silencio.
Elegir de entre las personas posibles, aquellos que
sabemos que pueden estar a la altura de la necesidad
de ese momento, es un recurso del cual es interesante
disponer.
Las relaciones amorosas que comienzan al poco tiempo
de una ruptura por lo general no tienen un buen pronóstico;
nadie está en las mejores condiciones para
proyectarse junto a otro cuando recién termina una
relación de pareja. Sin embargo, si se las toma como
algo pasajero, suelen ser una buena ayuda para volver
a sentirse querido, deseado y considerado, lo que
ayuda a cicatrizar algunas heridas y acompaña un
proceso de revalorización necesario luego de la
separación.
Mantener una relación equilibrada con los hijos suele
ser un problema en estos primeros tiempos.
Para el padre/madre que pasa a compartir part-time con
ellos comienzan los problemas de organización : que
el trabajo, que la nueva vida solo/a, que los acuerdos
con el otro progenitor/a, que los horarios de lo/as niño/as...
Para el que permanece con ello/as cotidianamente el
problema no es menor. Si es la madre y hasta ese
momento se ocupaba exclusivamente de ellos o su
trabajo era secundario en la manutención del hogar,
ahora deberá salir a trabajar o hacerlo de modo más
intensivo, y organizar su vida de modo diferente...
además las obligaciones de la casa familiar y la
responsabilidad directa de los niños, comienzan a ser
un escoyo para un proyecto individual... que con quién
los dejo, qué cómo me arreglo... Si es el padre
quien queda a su cuidado permanente, pasará lo suyo
también ...
Los primeros tiempos no suelen ser demasiado sencillos
para la organización de esta nueva pareja parental,
ahora separados. Sentimientos de rencor y desengaño
respecto de la pareja afectiva, acordar cuánto y qué
pone cada uno para este nuevo modo de ser padres
(visitas, dinero, responsabilidades cotidianas, etc.),
suelen afectar directamente a la función paterna y
materna. Buscar ayuda individual y/o familiar, un
tercero imparcial quién medie en estos momentos críticos,
redundará en salud, ahorrará disgustos y
desentendimientos. Lo que siempre será un beneficio
para los hijos... y a mediano plazo para todos los
integrantes de la familia.
Hablar con lo/as hijo/as de nuestros sentimientos, sin
transmitirle ni las grandes angustias ni nuestros
rencores para con el otro/a padre/madre, será un modo
de darles seguridad aún cuando trasmitamos desazón y
tristeza.
Dejarles siempre en claro que como adultos nosotros
solucionaremos las cosas, que la vida va a cambiar,
que deberemos organizarnos, pero que ellos están
seguros a nuestro lado y nuestro amor por ellos no se
ha modificado en nada, les da seguridad en un momento
que para los niños es muy dificil de sobrellevar.
Sostenerlos en su enojo para con nosotros, dejarlos
que se enojen, que sepan que tienen el derecho a estar
dolidos por lo que está pasando, explicitárselos, es
importante para el proceso que ellos también están
llevando adelante.
Mantenerse firme y no abrirles esperanza de
reconciliación como un modo de paliar el dolor que a
nosotros nos causa el sufrimiento de ellos, es
fundamental para no crearles falsas expectativas y
ayudarlos a transitar este proceso.
Fortalecer y seguir sosteniendo al otro padre en su
función no desvalorizándolo, es muy importante para
los niños a cualquier edad.
Cuando realmente uno de los padres se desentiende de
la función que le corresponde, es favorecedor al
proceso de los hijos que el otro padre/madre no lo
encubra frente a los niños, ni lo
"denuncie" a ellos. Dificil equilibrio...
pero necesario : No "inventarles" un
padre/madre que como función ya no existe, ni
"mostrarles" todo el tiempo el/la que ES.
Creer en las propias aptitudes para la función
parental, y no asumir actitudes de
"reproche" frente a los niños...
Todo
una tarea!.
Los cambios que esa misma actitud abandónica va
trayendo en la vida cotidiana de la familia, va mostrándoles
a los hijos qué es lo que sucede. Lo que a veces es
muy doloroso reconocer para ellos.
Dolor que puede traducirse en la negación sistemática
del abandono del que son objeto; lo que a su vez -el
padre/madre que si ejerce su función-, puede sentir
como una afrenta personal ( "el otro no se hace
cargo de nada y mi hijo todavía lo defiende aún en
mi contra que afronto todo solo/a" ). Estas
situaciones pueden requerir de la intervención de la
justicia que sea la que diga cuáles son las
obligaciones de cada padre e implemente los recursos
para que se cumplan, pero siempre evitando poner a los
hijos en el lugar de "tomar parte" o ser
prenda de la contienda.
Si bien el horizonte es organizar una vida
independiente, si en los primeros tiempos se cuenta
con apoyo familiar o de amigos, es bueno pactar con
ellos en qué, cómo y de qué modo pueden colaborar
con la nueva organización de esta familia. Esto
evitará o hará más llevaderos, momentos de angustia
cotidianos que se suman al duelo por la pérdida de la
relación de pareja.
Nada dura para siempre. No duró la pareja, tampoco
durará el duelo... pero de él hay que organizarse
para salir |
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