ÁNTRAX
Es una palabra griega,
anqrax (ánzrax), que significa carbón (recordemos
la antracita, y algo más lejos el anzr-wpoV / ánzr-opos
= hombre, que en rigor significa “cara de carbón”). Con
ella se denominaba también al rubí, porque su color rojo
vivísimo evoca el carbón al rojo vivo, y a la úlcera por
igual motivo. La traslación al latín de esta misma
palabra nos da carbúnculus, diminutivo de
carbo, carbonis, que significa por tanto fragmento
de carbón. Y sirve la misma palabra y por los mismos
motivos, igual que en griego, para denominar el rubí y
la ulceración conocida con el nombre de carbunco o
carbunclo.
Como ocurre tan a menudo en medicina, el término griego
se ha reservado para significar un elemento de la
enfermedad, y el latino para otro. En este caso la forma
derivada del latín, carbunco o carbunclo se emplea para
denominar la enfermedad, y la forma griega, ántrax, para
nombrar el agente que la provoca, llamado bacillus
anthracis, bacilo del ántrax. En las lenguas
anglogermánicas, mucho más fieles al latín y al griego
que la nuestra, emplean la grafía anthrax.
El antrax (su nombre científico es bacillus anthracis)
es, según informan las enciclopedias, un bastoncito (que
eso y no otra cosa significan los términos bacilo y
bacteria, latino el primero, y griego el segundo; ver
web). Es cilíndrico, delgado, con las extremidades
redondeadas, y está inmóvil. Se desarrolla fuera del
contacto del oxígeno a la temperatura de los mamíferos:
en torno a los 36 grados. Tiene el poder de licuar y
enturbiar el suero sanguíneo. Es por tanto una
enfermedad que en su forma más maligna afecta a la
sangre y se difunde por todo el cuerpo a través de ella.
Tiene la virtud de hacerse sumamente resistente
transformándose en espora. Transcribo a continuación el
respectivo artículo de la Larousse: Del griego
spora (sporá) (=conversión en semilla, siembra;
de la misma raíz de esperma) Microbiología: Forma de
resistencia de un elemento microbiano que facilita su
persistencia y conservación en un medio hostil, en el
que no puede desarrollarse, pero conserva un estado de
vida latente, que se activa de nuevo y se reproduce al
hallar otra vez condiciones favorables. (Las esporas
suelen ser pequeñas, redondeadas, muy resistentes al
calor, el frío y la desecación, y persisten a veces
durante años en un lugar determinado. No todos los
gérmenes las poseen. Muchos anaerobios, entre ellos el
clostridium tetani, tienen gran facilidad para
formarla. Las del carbunco (ántrax) gozan de especial
resistencia a la destrucción.)
Las esporas del ántrax se encuentran entre las más
resistentes y aguantan bien la desecación (una vez
desecadas, las esporas del ántrax tienen aspecto de
polvo, tan fino y ligero que flota en el aire, formando
parte del mismo). Esa es la razón por la que se ha
pensado en él a la hora de diseñar un arma
bacteriológica. No sólo por eso, sino también porque la
enfermedad que desarrolla, el carbunco es especialmente
atroz y mortífera. En una próxima ampliación de este
artículo, explicaré sus características.
Mariano Arnal
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