AMOR

AFECTO

Hay ocasiones, sobre todo en los inicios de una relación, en que hablar de amor e incluso de cariño, puede parecer inadecuado o precipitado. En esas circunstancias, la palabra afecto guarda la justa distancia entre el amor ya declarado y desvelado, y las formalidades que impone esa corta distancia que hay entre la amistad y el amor.

Tal como la palabra «amor» con todos sus derivados aparece en el léxico como un islote muy bien definido, sin conexiones con otras palabras que ayuden a dar razón de su significado, no ocurre lo mismo con afecto, que tiene toda clase de conexiones y de oposiciones léxicas que permiten fijar perfectamente el alcance de su significado. Tenemos en su entorno una serie de términos de la misma hechura (participio pasado de fácere con un prefijo preposicional): de-fectio, de-fectus; in-fectio, in-fectus; re-fectio, re-fectus; pro-fectio, pro-fectus, pro-fecto; inter-fectio, inter-fectus; suffectio (de sufficio); con-fectio; con-fectus (de con-ficio); per-fectio, per-fectus. Así tenemos emparentado el afecto por parte de verbo con defecto, infecto, prefecto, perfecto y un largo etcétera.

El verbo facio, fácere, feci, factum significa «hacer» y, como vemos, sirve de comodín para componer con él multitud de significados y expresiones. Igual que en español, vale para expresar ideas tan variadas como hacerse a un lado, hacerse a la idea, hacer de tripas corazón, en que el verbo «hacer» se acomoda a los significados más dispares. Con el prefijo ad, que indica dirección, acercamiento, se compone la idea de «hacerse a», «inclinarse hacia». Obsérvese que en los compuestos de fácere el verbo es el elemento común, indiferente por tanto, y es la preposición la que aporta el diferencial. Donde con mayor claridad se percibe el significado combinado de la preposición ad y el verbo fácere es en el célebre «fecisti nos ad te» de san Agustín. La traducción es «nos hiciste poniéndonos en movimiento hacia ti», «al hacernos, nos orientaste hacia ti»; y sigue la frase: et irrequietum est cor nostrum donec requiescat in te, «y nuestro corazón no tiene descanso, mientras no descanse en ti». Ese es el más genuino factus ad, «hecho en dirección a», que compuesto en una sola palabra nos da affectus, el participio de afficio (justo de aquí viene afición) que sustantivado viene a ser «afecto«.

En latín affectus tiene dos posiciones: la de participio pasado de afficio (ad más facio), con los significados de inclinado a, dotado de, provisto para, dispuesto a, preparado para; y la posición de sustantivo, en la que coincide plenamente con nuestro término afecto, puesto que de ahí lo hemos tomado: inclinación del alma, disposición, sentimiento, pasión. Afféctuum duae sunt species, decía Quintiliano: «Hay dos clases de afectos, de sentimientos»; affectu retineri, ser retenido por el afecto; affectu iura corrúmpere, faltar a la justicia por afecto. En fin, desde el latín es ésta una nobilísima palabra que en absoluto desmerece del amor. Es que stricto sensu el afecto es la cualidad que indica que quien la posee «se ha hecho para» la persona objeto de su inclinación; que «está puesta en dirección hacia» esa persona; que forma ya parte de sus hechuras esa inclinación. Siendo así, no es poco dar y recibir afecto. Es otra forma de amor.

Mariano Arnal