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Una ruta por el desconocido valle de Ardisana desde la Montaña Mágica

Desconocido para muchos, el valle de Ardisana, en el interior de la sierra del Cuera, es uno de los lugares más pintorescos del concejo de Llanes. Jalonado por pueblos y caseríos que aún conservan tradiciones ancestrales y trabajos de antaño como el mayar de la manzana para la obtención de la sidra, la recogida de la verdina -alubias cultivadas en el valle- o la matanza del cerdo, el valle ofrece varias rutas que permiten recorrer sus agrestes parajes a pie, en bicicleta o en coche. En estas tierras del oriente asturiano, flanqueadas por el atávico pico Benzúa, la naturaleza se muestra en su estado más puro: bosques de castaños, robles y hayas, prados siempre verdes surcados por arroyos cristalinos... Un lugar alejado del bullicio de la ciudad, ideal para desconectar la mente, respirar a pleno pulmón el aire de la montaña  y descansar.

Desde la Montaña Mágica, una típica quintana asturiana habilitada para uso hotelero a 10 kilómetros de Llanes, el viajero podrá emprender varias excursiones para conocer toda la zona, entre ellas, un itinerario de medio día de duración por los pueblos del valle de Ardisana: El Allende, Vibaño, La Herrería, Puente Nuevo, Ardisana, La Malatería, Puente de la Huera y Meré entre otros.  

A sólo 500 metros de Cuanda, la finca de 50.000 metros cuadrados de pastos y bosques donde se encuentra este encantador hotelito, se halla la diminuta aldea de El Allende, punto de partida para la excursión por el valle de Ardisana. Mucho más grande y poblado, Vibaño fue durante la ocupación de la villa de Llanes por las tropas napoleónicas en 1808 base y centro de operaciones de la guerrilla española. Llegados al lugar de La Herrería, al otro lado de la carretera del río las Cabras, se levanta el palacio del cardenal Inguanzo, una casona asturiana cuya fachada, con sus típicas galerías, llama la atención del viajero.  

También merece la pena conocer el palacio y la iglesia de Ardisana, un singular pueblo encaramado sobre una loma rodeada de extensos prados dedicados a los cultivos agrícolas y al pasto del ganado. Aquí hay un taller artesanal donde se pueden comprar piezas de madera talladas a mano y ver en directo cómo trabaja un escultor.  

La iglesia de la Malatería es el único resto de la leprosería que al parecer existió en la parte más alta de este pueblo, desde donde se divisan los Picos de Europa. El palacio de Meré, a la entrada de la localidad que le da nombre, fue construido a finales del siglo XVIII según los cánones tradicionales de la arquitectura rural asturiana. Llegados a este punto, la excursión toca su fin y el viajero puede volver al alojamiento. 

La ruta compensa no sólo por los increíbles paisajes que se repiten durante todo el camino, 
sino también a la hora de la llegada a la Montaña Mágica. 
Restaurada con materiales nobles y perfectamente integrada en su entorno, la casa ofrece todas
las comodidades necesarias y algún que otro lujo como las bañeras de hidromasaje de los cuartos
de baño o el spa rural que se está montando en la actualidad. 

Como no podía ser de otro modo en la montaña, la madera abriga sus interiores y está presente tanto en los espacios comunes como en cualquiera de las 14 habitaciones dobles. Todas distintas en su decoración, 10 de ellas disponen de baño con hidromasaje, y 8 con chimenea propia. También cuentan con varios dúplex, con una escalera de madera que comunica el saloncito propio, y el cuarto de baño de la primera planta, con la habitación del piso superior.  

Al calor de la chimenea de la sala de estar los huéspedes disfrutan de la tranquilidad que se respira en toda la casa leyendo un libro de la biblioteca o simplemente contemplando como el Naranjo de Bulnes corona los Picos de Europa.

El desayuno se sirve en el comedor, donde también se puede comer y cenar previo aviso a los dueños. Y como recuerdo de la estancia, nada mejor que alguno de los productos de elaboración propia puestos a la venta.

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