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CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII- XIII - XIV - XV

XVI
- XVII  - XVIII - IXX - XX - XXI - XXII - XXIII - XXIV -
XXV - XXVI - XXVII - XXVIII - XXIX -
XXX

 - XXXI - XXXII - XXXIII - XXXIV - XXXV - XXXVI - XXXVII - XXXVIII - XXXIX - XL  XLI - XLII  - XLIII - XLIV - XLV - XLVI - XLVII


    

Cap.XLVII / (38ªEt.=25,0Km) OURENSE -CEA (29 Septiembre, Miércoles)

             A las 7 de la mañana coincido con varios peregrinos en la gran mesa del comedor-cocina. Son extranjeros y nos limitamos a intercambiar saludos por señas porque aún duerme la mayoría; procuramos no hacer mucho ruido. Cuando destapo mi lata de sardinillas se esparce inevitablemente su intenso aroma y me limito a sonreír por mi ‘ocurrencia’… Consumo las sardinas con media barra de pan, mientras voy preparando entre bocado y bocado el almuerzo de F: unas lonchas de jamón sobre la media barra restante, bien regada con un chorreón de aceite. Termino mi pan, y aún quedan en el envase 3 o 4 suculentas sardinitas...; la lata, comprada en nuestro paseo de la víspera, ha resultado algo más grande de las que suelo utilizar diariamente para mi desayuno. Miro entonces a la concurrencia, y ofrezco las sardinas restantes a los compañeros de mesa con gestos convincentes, haciéndoles ver que no se trata de un mero formulismo… Junto a mí se sientan dos ingleses que declinan rápidamente la oferta, pero un desenvuelto francés situado enfrente no duda un segundo en aceptar la oferta y me alarga medio bollo, que le relleno con el resto del envase. Me esmero y se las preparo como suelo yo comerlas: abriéndolas con mi navajita, sacando la espina y esparciendo el aceite sobrante sobre todo el pan… El francés devoró con notoria satisfacción su imprevisto desayuno, haciendo aspavientos a los británicos por lo rico que estaba.

    Antes de levantarme de la mesa decido aprovechar los dos extremos de la barra de pan y unos restos del jamón, con los que me preparo un par de tapas para poder acompañar a F a la hora de su almuerzo. 

          Se incorpora Francesc a las 7,30h, y salimos del Refugio rumbo al primer establecimiento donde podamos tomar café. Es noche cerrada y nos dirigimos hacia los aledaños de la catedral… Me encantan las salidas nocturnas cuando estamos en ciudades o pueblos importantes. A estas horas la visión del entramado urbano de Ourense es mucho más sugerente que la percibida en la tarde anterior; surgiendo ante nosotros algunas imágenes que valdría la pena conservar en nuestra cámara digital. Aunque amaneceres y atardeceres solo favorecen las fotos en campo abierto, y no en el interior de poblaciones con edificios altos donde predominan como es nuestro caso los muros de oscura piedra, logro algunas fotos interesantes. Nos ha favorecido tener un día muy claro, que permite obtener buenas imágenes sin flash. Un par de ellas en la estrecha calle don Juan de Austria, donde hemos desayunado; cuyo enlosado y viejos muros brillan ahora bajo la luz amarillenta de las farolas. La calle desemboca en el paseo principal de Ourense, justamente ante el espectacular frontis de la iglesia de Santa Eufemia (barroco s. XVIII), cuya torre se perfila en el centro de la instantánea que se adjunta (img nº1).

 

< img 1: (Ourensebuscando un Café en la rúa D. Juan de Austria  (7.34h) // enfilando el puente romano (k1.2-7.59h))  > 

        Cruzamos el puente romano a las 8 de la mañana, aún de noche (img nº1der). Tras él parte una pista que nos aleja de los suburbios de la ciudad, y pronto iniciamos una fuerte pendiente que no decrecerá hasta pasado Cudeiro, tras una hora de marcha.  Poco antes de alcanzar ese pueblo nos adelanta haciendo alardes un peregrino cuya cara me es conocida. Miro hacia atrás y veo venir otros tres, que reconozco como el grupo francés que había desayunado conmigo en el refugio; estos llevan una marcha normal. Francisco y yo intercambiamos una sonrisa cuando al pasar “correcaminos” nos saluda todo orgulloso, acelerando notablemente el paso a grandes zancadas… Ya conocemos este ‘perfil de peregrino’, es de los que gusta picarse con los demás para encontrar una motivación extra de carácter deportivo…

-- Cuando vea que no ‘entramos al trapo’ no tardará mucho en desinflarse… -- le comento a F, que asiente poniendo en duda que llegue a terminar el viaje. Como antes apuntaba, estamos habituados a ver este tipo de “paveros”, que suelen acabar tirados en cualquier albergue o cogiendo el autobús poco después… Acostumbra a ser gente joven, pero en este caso nos ha sorprendido por tratarse de un tipo que aparenta estar ya cerca de los 70…

       A las puertas de Cudeiro alcanzamos el Pazo de Soutelo, bajo una incipiente luz diurna que se filtra entre la liviana barrera de nubes del horizonte oriental. No tenía ninguna nota en mis apuntes concerniente al mismo, pero el escenario me sorprende gratamente. Aunque es pronto, le sugiero a Francesc que siga adelante para no perder ritmo, y me tomo unos minutos para examinar el entorno y saca algunas imágenes. Luego, cuando finalizando la jornada en Cea pasaba el borrador de incidencias de la etapa, decidiría incluir la descripción del lugar en una nota aparte; porque el  armonioso conjunto de espacios y edificaciones de este solar gallego lo merece (Véase img nº14 y Nota 11 al final del capítulo).

 

< img 2: (Cudeiroiglesia de San Pedro  (k4.3-8.42h) // duro ascenso del Camiño Real  hacia Sartédigos (k4.7-8.47h)  > 

       El paso por Cudeiro es muy breve por tratarse de un pueblo pequeño; solo conservo memoria gráfica de la sencilla iglesia y un pequeño crucero frente a ella (img nº2izq). Atravesamos el centro urbano, y continúa aún el duro ascenso del puerto por el Camiño Real de Cudeiro; una pista con el clásico embaldosado gallego, por la que subiremos hasta alcanzar las inmediaciones de Sartédigos (img nº2der). Discurre a partir de ahí nuestro Camino por una planicie muy agradable, en la que durante un rato disfrutamos de buen sol y excelente entorno natural. Junto a la pista hay algunas casas aisladas de moderna construcción, aparentemente utilizadas como vivienda de fines de semana y vacaciones.  Pero lo que predomina en la zona son los campos de cultivo y parcelas sin edificar, perfectamente valladas en su mayoría. En una de ellas encontramos junto al Camino un par de arbolitos que llaman la atención, cargados con racimos de fruto color anaranjado. Pruebo uno de ellos y le encuentro un sabor agridulce que no me acaba de convencer, aunque por su textura parece estar maduro. Me pica la curiosidad por conocer su nombre  y tiro de cámara digital para estudiarlo después (abajo img nº3izq); luego averiguaríamos en casa que se trata del níspero de invierno (Nota 12 al final del capítulo). Poco después nos topamos con un exuberante roble de mediana altura, que por su perfecta copa semiesférica evidencia ser relativamente joven. Está cargado de brillantes bellotas de un tamaño muy superior al que suele verse habitualmente. Le hago hincapié a Francesc de este detalle y se queda literalmente fascinado cuando colocándose bajo el árbol logra acariciar los sedosos aquenios. Como F. tiene mucho terreno en su finca del Baix Empordá (prov.Girona) se pone a recoger bellotas para echarlas al bolsillo; piensa plantarlas allí en cuanto regresemos. Tras sacarle unas fotos en este trance (img nº3der) le ayudo en la recolección, mientras especulamos ante la posibilidad de pasear algún día bajo el nuevo  bosque, sin tenernos que agachar demasiado…; aunque todos sabemos que el roble es un árbol de crecimiento muy lento. 

 

< img 3: (cercanías de Sartédigosníspero de invierno  (6,4-9.13h) // exuberante roble ’carballo’ (k7,2-9.22h)  > 

   A las 10,15 estamos en el Concello de Amoeiro, según vemos en el cartel situado junto a una carreterita local. Por esta zona las pistas se cruzan frecuentemente con carreteras y hay que seguir muy atentos las marcas para no desviarse del eje del Camino. Junto al citado cartel nos encaminan las señales por una buena pista asfaltada, que se adentra entre bosquecillos de jóvenes pinos. En la dirección opuesta aparecen indicadas las poblaciones de Vendanova y Madrosende, lugares que no figuran en ninguna de nuestras anotaciones y mapas..; algo que ya no me sorprende, porque por esta zona de la geografía orensana son tantos los topónimos y pequeñas aldeas que no tienen cabida en ningún mapa de escala manejable… 

     Como decía anteriormente, hoy es importantísimo ir muy atento a las marcas amarillas; porque tenemos fijado en Cea nuestra meta de la jornada, y no conocemos otras alternativas apropiadas. Por otro lado, también hemos decidido ir siempre que sea posible por pistas y caminos, ya que el terreno es favorable para ello. Según los apuntes tendríamos que pasar por un pueblo llamado Tamellancos, pero no vemos ni un solo cartel que nos indique próximos destinos, de manera que solo nos queda seguir atentos con las marcas…

     Sobre las 10,30 (ya en el concello de Villamarín) el camino asfaltado se convierte en buena pista de tierra al adentrarse por un precioso bosque de castaños y robles, siendo espectaculares los primeros. Es la hora del almuerzo de F, y decidimos parar un rato; pero a mí me sugestiona el bello entorno, y solo tardo 2 minutos en salir cámara en ristre, en busca de buenas imágenes por los senderos que lo cruzan… (ver abajo  img nº4 y Nota 10 que sigue)

 

< img 4: (concello de Villamarín)  una corredoira encantada…  (k12,3-10.40h)>

 

-Nota10-  Una mágica “corredoira.- Estamos en una zona muy llana, y a derecha e izquierda me extasío ante una vieja corredoira, mucho más estrecha que el camino principal; invadida por el musgo, la hiedra y los helechos, posiblemente por estar hoy prácticamente en  desuso. Afortunadamente, la cobertura de los grandes castaños no ha permitido que el sotobosque  impida la serpenteante perspectiva de este ancestral camino rural. Veo perfectamente conservados los muretes de toscas piedras que lo delimitan, con su alzada habitual de en torno a 1 metro. La  profunda  visión de la corredoira, encajada entres esas viejas rocas, embutidas en su verdeante y plateada librea de musgos y líquenes, supondrá una imagen impagable para el recuerdo de este viaje; la imagen de un trozo de naturaleza aparentemente congelado, impasible al paso del tiempo… Nos encontramos hoy en un escenario ideal para el rodaje de clásicos infantiles, como  “La Bella durmiente” o “La Casita de Chocolate”; pero deberemos conformarnos con darle una y otra vez al disparador de la cámara, porque el Camino sigue, y ya no somos niños… 
 

        Estoy cámara en ristre, inmerso en la magia que me rodea, cuando me viene a la memoria que guardé un par de tapas de jamón en la mochila… En ese momento se rompe el encanto, la magia se transforma en hambre y decido ‘matar’ a esa incómoda compañera… Miro por tanto a través de la enramada, que me impide un fácil acceso al camino principal, para comprobar que Francisco sigue en el mismo sitio donde lo dejé... Sin perderle de vista luego, me dirijo recto hacia él sorteando barreras vegetales, para sentarme en una gran piedra junto a la pista; donde tras descargar mi lastre en el suelo,  me pongo a saborear a gusto ese par de bocados que tenía preparados.   

      A las 10,50 reanudamos nuestra ruta y pronto alcanzaremos Bouzas. Esta población, que puede rondar en la actualidad los 500 habitantes, es de las mayores que encontraremos por estos contornos. Pasamos primero por una zona relativamente moderna donde, cosa rara, vemos un par de vecinos atareados en el patio de su casa. Pero resulta aún más extraño, dada la escasa afluencia de peregrinos por esta ruta, el ‘sorprendente’ encuentro que tuvimos en el lugar con una peregrina solitaria, que deambulaba tranquilamente a la entrada del mismo. Cuando la adelantábamos, vimos que se detenía curiosa (como yo) a observar cada rincón del pueblo; entre ellos una formidable vivienda fortificada, y su impecable hórreo (img nº5izq).   

< img 5: (Bouzas -c. Villamarín-) vivienda fortificada (k13,2-11.10h) // vista parcial era medieval 50m diámetro (k14,3-11.25h)> 

     Y como va de sorpresas una tercera; al cruzar el centro del lugar encontramos en el jardín de una casa uno de esos detalles amables que nos hacen más grato el Camino: los propietarios han instalado junto a la valla  un grotesco grupo de muñecos, que saludan con su cartel de bienvenida a los peregrinos que pasan... Finalmente, saliendo de esta interesante población pasamos junto al conjunto de edificaciones en ruinas que evidencian la localización del Bouzas histórico, y en este lugar hallaremos la mayor sorpresa de todas: coronando la breve colina donde se asienta la localidad topamos con lo que sin duda fue la gran era comunal del pueblo viejo, actualmente en desuso. El progreso, que han traído al sector cerealista las grandes máquinas cosechadoras, acabó hace tiempo con las actividades tradicionales de la trilla y sus derivadas (img nº 5 der. y Nota 13 al final del capítulo).

     Alrededor de la era localizamos hasta 6 hórreos en estado ruinoso, pero por el gran diámetro del contorno de la instalación seguramente debieron existir en su tiempo algunos más. Este auténtico monumento etnográfico llama poderosamente la atención por presentar además otras peculiaridades: 1ª) fue asentada sobre un afloramiento muy plano de piedra natural, en apariencia con escasos retoques, 2ª) sus dimensiones exceden con mucho de las habituales (le calculo unos 50 metros de diámetro). Nos chocaron bastante las notables dimensiones de la tradicional instalación agrícola, junto a un lugar tan pequeño como Bouzas; pero en ese momento no sabíamos de la importancia que tuvo el sector cerealista de la comarca en el pasado; lo sabremos cumplidamente al llegar a Cea, su capital.

 

< img 6: (límite concellos Villamarín-Cea)  ponte Sobreira  sobre río Barbantiño, -origen medieval, reconstruido 1755- (k16-12.05h)> 

      Alcanzamos a las 12,05  el  Ponte Sobreira, cercano al pueblo del mismo nombre que no vemos. Es una obra muy bien conservada del siglo XVIII, que permite el paso sobre el río Barbantiño. Al cruzarla se puede leer en una de las piedras del pretil la fecha 1755, grabada por los canteros. Es sin lugar a dudas el año de su última restauración, confirmando datos que figuran en los archivos históricos. En su conjunto, se trata de un lugar muy pintoresco, al que el puente imprime un aire romántico incuestionable; no en vano fue reconstruido en el siglo del romanticismo por excelencia. Aunque de poca alzada y longitud: unos 6m sobre el lecho del río en su punto álgido y 30 de amplitud, impresiona por sus bellas proporciones. Tiene ambos estribos sólidamente asentados sobre los márgenes, y un tramo central apuntado que se apoya sobre el único arco (de medio punto) que salva el cauce. Quizás lo más característico de este puente sean las amplias embocaduras de entrada y salida, delimitadas por sillares de granito bellamente moldurados que facilitan el acceso desde ambas orillas. Vemos el río remansado por esta zona, encajonado en un tupido bosque galería formado por avellanos, alisos y otros árboles de ribera (img nº6).   

Tras el Ponte Sobreira entramos ya en el municipio de Cea, en el que atravesaremos aún varias aldeas pintorescas antes de finalizar la etapa. En primer lugar, a escasos metros del puente cruzamos Faramontaos; un pueblin en ruinas donde nos encontraremos un hórreo de 4 tramos, de los mayores que hemos llegado a ver por aquí. Un km después alcanzamos Biduedo, coronando una colina donde abundan las mimbreras y pequeños huertos. En ese lugar capturo con mi cámara un pintoresco rincón que me apetece conservar. Se trata de una pequeña vivienda ‘semitroglodita’ con hórreo adosado, que fue construida en perfecto maridaje con un dolo granítico, de tal manera que es difícil establecer donde empieza la roca y termina la casa… (img nº 7izq).

 

< img 7: (Biduedo) hórreo y vivienda semitroglodita (k18-12.21h) // (Casas Novas) fuente de agua potable (21-12.45h)> 

Finalmente alcanzamos As Casas Novas, último lugar antes de llegar a nuestra meta, precedido por un camino empedrado entre viñas emparradas de uva tinta y blanca. Saliendo de Casas Novas vemos a la derecha una fuente antigua con agua potable, y paramos a echar un trago con el que afrontaremos el considerable tramo que resta (img nº7der).  Son las 12,45 y aún nos queda una horita para llegar al destino de la jornada.

    Pasado este último pueblo hacemos un poco de provisión de castañas, que ya empiezan a caer de forma generalizada. En lo sucesivo y hasta llegar a Santiago, no nos faltará este energético complemento alimentario. Por fortuna las de aquí son fáciles de pelar, pues su piel salta sin dificultad sin necesidad de usar la navaja.

 

< img 8: (Cea) rúa Matadoiro, entrando en el pueblo (k25-13.45h) // “Casa das Netas” -albergue público-, porche acceso lado sur (13.46h)> 

  El tramo de unos 4 km. que nos falta lo haremos ya por una carretera local asfaltada (OU-901), y arribamos a Cea a las 13,43. Afortunadamente tenemos muy buena señalización, que en pocos minutos nos conduce a su excelente refugio público (img nº8). Se trata de una de las mejores casas antiguas de esta villa, conocida como “Casa das Netas”, lugar de residencia durante mucho tiempo de una de las familias más acomodadas de la localidad. Su restauración y adecuación como albergue ha sido un acierto y vamos a estar en él muy bien instalados. 

    Al penetrar en la vivienda nos encontramos con que no está presente el hospitalero, cosa normal por la hora que es. Pero eso no supone un problema; como peregrinos veteranos no dudamos en buscar alguna litera por nuestra cuenta. La gran sala dormitorio ocupa completamente el piso alto de la casa. Al subir al él vemos que está escasamente ocupado por el momento, y elegimos colchoneta inferior en dos literas contiguas, muy bien situadas ambas junto a una de sus escasas ventanas. Resuelto el problema, y siendo ya un poco tarde, decidimos postergar por el momento la ducha, limitándonos a un escueto aseo para salir rápidamente en busca de algún sitio donde comer.

 

< img 9: (San Cristovo de Ceadormitorio del albergue (40plazas) // nuestro rincón junto a una ventana (fondo izquierda)> 

Cuando bajo al recibidor acaba de llegar una pareja de peregrinos, procedentes de Lucena (Córdoba), que salta a la vista son novatos. Es su primer día y no saben a qué atenerse, de manera que les aconsejo lo que conviene hacer, es decir lo mismo que hemos hecho nosotros: elegir cuanto antes una litera. Nos presentamos y tomo nota de ambos nombres (Araceli y Paco) porque veo enseguida que haríamos buenas migas con ellos, parecen de buena pasta. Me dicen que no tienen credencial, pero les tranquilizo con que no deben preocuparse de eso por el momento, solo tienen que reservar su litera y luego ya se arreglará lo demás. Mientras F acaba de asearse, decido regresar entonces al dormitorio acompañando a los cordobeses, que escogen sus colchonetas muy cerca de nosotros. Quiero aprovechar esos minutos para realizar varias fotos de la gran sala dormitorio. Me gusta sobre todo la solución de la cubierta, sostenida por una estructura de madera (img nº9 arriba)

    A las 14h salimos a buscar algún mesón o restaurante, pero las noticias que vamos recibiendo no son nada alentadoras. En el panel de anuncios de recepción no habíamos visto ninguna sugerencia sobre este importante asunto. Vimos varias notas en él, pero ninguna alusiva al tema alimentario. Como información, solo había en lugar destacado una nota comunicando que el hospitalero titular del albergue había sido operado recientemente; habiéndose designado un sustituto al que luego veremos.

 

< img 10: (San Cristovo de Ceaplaza Mayor y su famosa Torre del Reloj  // panadería “Pintarolo”, solo en ella ofrecían comida de cuchara > 

    Damos de entrada un par de vueltas por en el centro del pueblo, que gira en torno a su espléndida plaza mayor, y en la que destaca poderosamente la Torre del Reloj (img nº10). Salta a la vista que Cea es una población muy interesante, pero nuestro objetivo es ahora la búsqueda del mesón o restaurante; y por desgracia todo lo que encontramos se reduce a un par de bares, donde no ofrecen otra cosa que bebidas y alguna tapas que no servirían para el caso. La poca información que logramos arrancar de los viandantes la conseguimos armándonos de mucha paciencia, porque lamentablemente vemos muy poco interés en este pueblo por ayudar al peregrino… Pasados 20 minutos entre idas y venidas, encontramos alguien que nos da la pista de una panadería donde suelen preparar platos caseros; con suerte podríamos llegar tiempo si nos damos prisa. Tras otro par de bandazos, por la dificultad de encontrar quién nos precise el lugar exacto de la panadería de marras, llegamos por fin al establecimiento (ver arriba img nº10der). Habíamos pasado anteriormente ante la casa; pero su pequeño letrero, poco visible desde lejos, nos impidió distinguir la ubicación; parece como si sus propietarios quisieran disimular su nueva actividad, evitando los celos de otros negocios del lugar….Al llegar frente al local vemos ese discreto cartel con el título: “Pintarolo”, y sobre el mismo la imagen de una hogaza de pan. En el cristal del escaparate hay  además varias pegatinas multicolores, una de las cuales da otras pistas: “se preparan bocadillos”. Pese a lo expuesto, habrá tomar buena nota del  establecimiento, el único del pueblo donde sirven por ahora comida de cuchara; me atrevo a pronosticar que dentro de 3 años han transformado el negocio en un mesón-restaurante

     Cuando aterrizamos están finalizando su comida tres ingleses... Alucinamos por lo que llega a correr una información tan sutil como esta, incluso en el extranjero; los de fuera están más ‘al loro’ de estas cosas que nosotros… Es por demás un claro ejemplo de la utilidad que tiene Internet. En la sala que encontramos hay el clásico mostrador de una tienda de pueblo, donde despachan el pan y otras cosas de llevar y frente a él, junto al gran ventanal -escaparate del negocio, un par de mesas de cuatro plazas con sus sillas. Finalmente, junto a la puerta de acceso al local hay otra mesa pequeña. Nos sentamos en la mesa que dejan libres los británicos, aunque tendremos que esperar 45 minutos para que nos hagan el cocido por el que suspiramos. La jefa nos ofrece alguna alternativa más rápida en plan bocatas, huevos fritos, y cosas por el estilo pero nos negamos a eso. Ya hemos reiterado otras veces que el peregrino busca normalmente comida de cuchara, por lo menos en la colación principal del día… Levanto la vista, y distingo a la pareja cordobesa en la mesa situada junto a la puerta. No los habíamos detectado al entrar, y nos están saludando ahora alzando la mano muy sonrientes...; estos también se han espabilado pronto para ventear el caldero antes que nosotros…

      Como la cosa va para largo empezamos por pedirnos un par de cervezas con unas aceitunitas para amenizar la espera… En esas estamos cuando ingresa en la panadería una chica delgada, vistiendo pantalón corto y  con toda la pinta de peregrina despistada… Como tenemos suficiente sitio la invitamos a sentarse con nosotros, pero ella rehúsa porque está a punto de quedar libre la tercera mesa que hay por allí y encuentra más cómoda esta opción.

     Llegan por fin nuestros platos, y nos comemos muy a gusto el cocido, con un buen trozo de empanada y el habitual vino con gaseosa. Luego se acercan los lucentinos, con los que entablaremos conversación mientras esperamos que nos sirvan a todos el café. En plena charla pronto saldrá a relucir el tema del “oruxo carballado”, y Francesc sale disparado hacia el refugio a por la petaca. Cuando tenemos compañía nos encanta compartir estas cosas, es la sal del Camino, aunque lo de cargar con esa petaca supone un peso extra de 400 gr… Yo ya he aconsejado más de una vez a mi colega que la deje en casa, pero es muy duro de pelar, y está demasiado bien acostumbrado a bautizar su café con un chorrete de este exquisito oruxo de producción propia. Claro que, cuando tras el café remojamos la lengua todos con el brebaje, y llega luego algún elogio: se le ilumina a F el semblante de satisfacción, sintiéndose doblemente compensado.   

     Hicimos una tranquila sobremesa con nuestros nuevos amigos, y llegamos un poco tarde ya al Refugio: sobre las 17h. Tocaba ahora pasar por la ducha, antes de descansar un poco en la litera; pero nos encontramos con la desagradable sorpresa de unos ‘servicios’ literalmente empantanados... Es el único problema importante que hemos encontrado en este albergue: los servicios son muy escasos para la capacidad de la casa. A la hora en que nos disponíamos a usarlos nosotros, ha debido pasar ya por ellos el resto de peregrinos (éramos 22 en total). Además, y para nuestra desgracia, los últimos no han sido nada solidarios, dejando impracticable el acceso a las duchas: tuvimos que recoger toda el agua del suelo antes de entrar.

 

 < img 11:  en antigua “Casa das Netas (rúa Santo Cristo s/nº) Albergue da Xunta  S. Cristovo de Cea  // atrio y acceso tendedero> 

 A las 18,30 decidimos salir a dar una vuelta por el pueblo, para observar con más calma su arquitectura urbana, que hallaremos muy bien conservada. Tenemos una tarde bastante fresca, porque mientras descansábamos ha descargado un chaparrón y el agua rezuma por todas partes. Para empezar, mientras F se incorpora obtengo algunas fotos exteriores del albergue, con interesantes rincones como el atrio de entrada y la escalera de acceso al tendedero y al hórreo contiguo (doble img nº11).

   No más salir luego, nos tropezamos en la calle con la chica que habíamos visto en casa ‘Pintarolo’. Sigue más que ligerita de ropa pese al mal tiempo; con calzón deportivo corto y el chubasquero por encima, mostrando a las claras ir aterida de frío… Nos saluda apresuradamente y sigue su camino, opuesto al nuestro. Luego la conoceríamos en el albergue: se llama Isabel, viene de Valencia y es su primera salida al Camino de Santiago. Coincidiremos con ella a menudo en las siguientes etapas. 

    El centro histórico de Cea se articula en torno a la gran plaza Mayor, donde ya habíamos visto su construcción más notoria: la esbelta torre del reloj; cuadrangular, con cuatro esferas orientadas a los puntos cardinales y su correspondiente carillón de campanas para el toque de las horas. La torre, de unos 30m de altura, tiene dos cuerpos levantados íntegramente con sillares de granito y un airoso remate reticulado de hierro roblonado. En su base porticada hay sendas fuentes con pilón en las cuatro esquinas. Nunca encontré algo parecido en mis correrías por el Camino (más arriba img nº10).

 

< img 12: (Cea) hórreo restaurado y antiguo “forno da Eira,  en  el cruce rúas Matadoiro y Fondo do Lugar // el famoso pan de Cea > 

Pero la villa de Cea tiene renombre desde antiguo por otro motivo: su excelente pan, cuya producción se repartía en la época dorada del pueblo por media Galicia; conservando todavía la única denominación de origen del oficio a nivel nacional (img nº12der). Durante nuestro recorrido nos paramos a mirar desde fuera el emplazamiento de algunos de los más famosos ‘fornos’ históricos del pueblo, leyendo en los expositores que hay para información pública los detalles de su funcionamiento y otras referencias de su pasado esplendor. El centro neurálgico de esta importante actividad estaba en las parte baja del pueblo, en la intersección de las rúas Matadoiro, Fondo do Lugar y Forno da Pena, donde hay una pequeña plaza actualmente. En su entorno se pueden ver aún tres de esos fornos históricos y un hórreo; elementos que por supuesto no están actualmente en servicio (img nº12). No obstante la localidad sigue produciendo hoy día una importante cantidad de pan en los 16 modernos obradores de que dispone, según nos informa uno de los carteles que vemos en la citada plaza.   

    Durante el recorrido por el centro histórico hemos logrado encontrar un pequeño colmado, donde nos aprovisionamos de todo lo que necesitamos. Mientras lo buscábamos, hemos ido indagando también sobre el paradero de la iglesia, cuya torre no veíamos por parte alguna… Porque queríamos asistir luego a misa, como solemos hacer siempre que podemos cuando estamos en el Camino. Nos han dicho que aquí se celebra todos los días a las 20h; pero volvemos a vernos con problemas informativos: no logramos localizar la iglesia parroquial;  cosa rara porque suele ser un edificio que destaca netamente del resto, sobre todo en pequeños pueblos como este, con casas de una o dos plantas a lo sumo. Tampoco logramos ver señales relativas a la misma en el centro urbano; hasta que siendo ya las 19.50h nos vemos obligados a preguntar en una tienda. Con gran sorpresa, nos informan que la Iglesia parroquial está en las afueras del pueblo, como a 2km. del centro…

    Nos quedamos literalmente patidifusos; siendo Cea una población de indiscutible categoría, por su historia y actual estatus, y capital del concello homónimo, nos sorprende que no tenga su iglesia parroquial en sitio céntrico y lugar destacado... A todo correr, y siguiendo indicaciones del vecindario nos dirigimos a un lugar apartado de la población, en campo abierto; y allí localizamos siendo ya las 20.05h, casi anochecido y sin iluminación pública en el entorno, la austera aunque armoniosa iglesia de S. Facundo, de nave única y ábside rectangular (img nº13).  

< img 13: (Cea) iglesia parroquial de San Facundo (de fundación románica s.XIII- muy transformada) situada a 2km del pueblo> 

    El templo es de fundación románica (s. XIII), aunque con notorias modificaciones posteriores. Se veneraron en él hasta el s. XVI las reliquias de los santos Facundo y Primitivo, depositadas hoy en la catedral de Ourense. Somos pocos en la misa., 14 personas con nosotros, pero eso no resta emoción al momento: hacemos nuestra reflexión sobre la jornada y una vez más agradecemos al Creador el haber llegado hasta aquí satisfactoriamente, rogando luego por nuestros parientes y amigos cercanos, así como por el éxito de las próximas etapas… 

      Ya en la Refugio a las 21h, nos sentamos en una de las dos mesas de madera del comedor para cenar nuestra fruta. Previamente hemos charlado con la valenciana Isabel, a quien mostramos nuestra extrañeza por lo ligerita de ropa que va, teniendo hoy un tiempo tan fresco y húmedo. Nos dice que decidió hacer el Camino  de un día para otro, sin apenas tiempo para los preparativos… Yo le ofrezco a valenciana una de mis camisas limpias de franela; temo que coja un resfriado al salir al día siguiente de madrugada, porque las previsiones no son favorables…; pero me asegura ella que no la necesitará, que no tiene frío… Charlamos luego con Paco y Araceli; al parecer tuvieron algún problema para conseguir la credencial, aunque según dicen ya tienen encarrilado el asunto. Quedamos todos en vernos al día siguiente para salir prontito, porque la etapa será larga.  

        Como de costumbre, antes de irme a dormir dedico unos minutos a pasar los apuntes de la jornada. Previamente he vuelto al charco-lavabo para limpiarme los dientes, y como era previsible compruebo que no hay ni rastro de papel higiénico (Ver Nota 14 al final del capítulo). Normal, ¿a quién se le ocurre poner solo dos WC y otros tantos lavabos y duchas para cubrir las necesidades de un albergue de 40 plazas?...  Las señoras lo tienen aquí algo mejor que nosotros, porque suelen venir en menor número que los varones, pero supongo que tampoco irán sobradas en el refugio de Cea... Ellas disponen de otro módulo idéntico al nuestro; de forma que, si están alojadas 6 o 7 también pueden tener apreturas en algunos  momentos. Empiezo a imaginarme los problemitas que vamos a tener a la hora de salir mañana: el atasco en los lavabos va a ser monumental… El resto del Refugio está bastante bien, con una cocina perfectamente equipada, integrada en el salón comedor; siendo este amplio y bien amueblado. El único dormitorio del que disponemos, sito en el piso alto, es muy funcional y mejora lo que suele darse en otros albergues; siendo ancho su pasillo central en casi todas las zonas. Tiene 20 literas, repartidas en dos hiladas paralelas de 10 unidades cada una: total 40 plazas (doble img nº9). Me gustan mucho los acabados, combinando madera, cristal y acero con los viejos muros de esta casona medieval… -¡A ver si arreglan lo de los lavabos!.., tendríamos aquí un albergue de 1ª clase!-…  

      Me retiro al dormitorio poco antes de las 22h. Ya tenía montado el catre con el juego de fundas de un solo uso que nos han dejado sobre las literas. Disponemos de una manta no muy gruesa y decido coger otra de una de las literas superiores, casi todas vacías, de manera que evitaré de nuevo el engorro de desplegar el saco de dormir. Tras meterme en el cubil las luces deberían continuar encendidas un ratito todavía, hasta dar justo las 10, siendo controladas por un autómata cuyo cuadro de mando no sé dónde demonios está... Es una medida muy extendida por esta ruta orensana, que evita discusiones, pero debería respetarse siempre la hora habitual de apagado. Aunque en esta ocasión alguien ha alterado ese horario, y se mantienen encendidas casi 20 minutos…; me lo dijeron al día siguiente porque yo me dormí en seguida, sobre las 22,05h.

 

img 14: el Pazo de Soutelo, a las afueras de Ourense (km4-8.37h)

 

-Nota 11.- El Pazo de Soutelo: Al desembocar en él me llevo una gratísima sorpresa. Es el primer pazo galego clásico que contemplo de cerca; constituido por una serie de edificaciones que armonizan muy bien pese a sus distintas utilidades, todas ellas situadas alrededor de una amplia plaza  perfectamente embaldosada, que cohesiona el conjunto.  La magnífica ejecución del suelo me recuerda la calidad que vimos en Allariz, pero aquí son mayores las losas graníticas.

   El edificio principal destaca sobremanera del resto por sus altos y austeros muros; es de planta rectangular y su fachada principal linda con la plaza. En el centro de la misma vemos la rectilínea puerta de carruajes, cuyo único adorno es un notable escudo de armas encastado sobre el dintel, el cual se conserva aparentemente intacto, sin restauraciones. En la esquina izquierda de la casa se eleva una gallarda chimenea, rematada con 5 agujas. El resto de la fachada es de gran sobriedad, incluidas las pequeñas ventanas, abiertas a considerable altura. La notable alzada y grosor de los muros, y la amplitud del edificio explican que el conjunto de este pazo no tenga (ni probablemente haya tenido nunca) recinto amurallado exterior. Cabe pensar que ante cualquier peligro externo todos sus habitantes se podrían concentrar en el gran edificio blasonado, que cumpliría seguramente la función de bastión. Me hubiera gustado ver este edificio por dentro.  (arriba img  nº 14)

 

 

 

-Nota12- El Níspero de Invierno (ver más arriba img nº3izq), otro árbol que identificamos en el Camino:  Es una especie muy decorativa, con hojas ovaladas de color brillante en el haz y algodonosas en el envés. Luce en estas fechas unos frutos con el mismo color anaranjado del níspero común, aunque algo más pequeños; apareciendo agrupados en racimos de 6 a 10 bayas, casi esféricas y de unos 3 cm de diámetro. Cuando los pruebo los encuentro ácidos; aunque según me informaría tiempo después no madurarán del todo hasta bien entrado el invierno, cuando el fruto empiece a tener un color canela. Por su aspecto parece un arbolillo más apropiado para la decoración de jardines que para la explotación agrícola. Tanto esta especie como su pariente mayor, tan corriente en nuestro país, son de procedencia oriental, pues el níspero común es originario de la China, aunque se le conoce como Níspero de Japón

     Merece destacarse la gran variedad de especies vegetales exóticas que surgen por doquier en toda Galicia, claro exponente de que los gallegos han sido y son gente muy viajera, que emigra y se afinca en cualquier lugar del planeta… Por lo visto, cuando algunos de ellos regresan a casa se traen  muestras de la flora de esos países. No es de extrañar que la mayoría de estas especies foráneas encuentren buen arraigo en esta privilegiada tierra, porque aquí se dan los más diferentes climas: desde el mediterráneo al alpino y desde el tropical al oceánico.
 

 


 

img 15: La tradicional labor del Trillado en eras; utilizando el trillo”, utensilio agrícola que se remonta al Neolítico (5000a.C.)

 

 -Nota13- la Era, las tareas de “trilla” y  la “Tahona”,  con otros  recuerdos imborrables de mi infancia :  

     En 1950, cuando tenía yo 7 años, pasé un verano con mi familia materna en Villanueva de la Concepción, un pueblo de la provincia de Málaga muy cercano a Antequera, mi ciudad natal. En aquella época Villanueva no debía superar los 500 habitantes, dedicados a actividades básicamente rurales,  donde predominaban el cultivo del trigo, almendros y olivar. Mis padres me enviaron allí ese verano para curar unas afecciones alérgicas en la piel. Conservo muchos recuerdos de aquellos tres meses, algunos de los cuales me resultan entrañables con el paso del tiempo. Relataré todo lo relacionado con el procesamiento del trigo, enmarcado con otras actividades propias de un pequeño pueblo serrano andaluz de la época.

     Cada lunes acompañaba a mi tía Rosario al amasado del pan en la única tahona del pueblo, una actividad que requería levantarse a las 6 de la mañana.  Mi  tía portaba sobre su cabeza un enorme lebrillo de cerámica, donde acarreaba la harina y utensilios necesarios para hacer el pan. Terminada la tarea retornábamos a casa para desayunar, quedando las piezas amasadas a disposición del hornero. Luego regresábamos a la tahona sobre las diez de la mañana, para retirar los panes aún calientes; entrando ahora por la puerta delantera, donde tenían el despacho ordinario para el público en general. Pero la mayoría de vecinas se hacía su propio pan. Cada una de ellas marcaba sus piezas tras el amasado con su particular sello distintivo, y jamás presencié ningún problema en su identificación. Mi tía hacía siempre siete grandes panes, redondos de a kilo, uno para cada día de la semana; suficientes para los 4 miembros de la familia que convivíamos en casa.  Pues bien, nunca he vuelto a comer (ni a oler) un pan tan bueno como aquel…, cuya calidad y  textura se mantenían a lo largo de la semana; de manera que el ejemplar que comíamos el Domingo (6º día tras su cocción) seguía manteniéndose perfectamente masticable y bueno al paladar. Recuerdo muy bien todas las operaciones que mi  tía Rosario y otras vecinas realizaban en la tahona…, pero pasemos ya a otro asunto. Si entrañable es el recuerdo del obrador de pan aún lo es más el de las operaciones de “trilla”…  

     Coincidió mi estancia en el pueblo con las labores de siega y  subsiguientes, en pleno mes de Agosto. Durante dos días viví en directo con unos parientes las tareas de la trilla, que en la  España de 1950 se realizaban todavía con los tradicionales aperos de labranza, al menos en Andalucía.  Mis primos, un par de mozos que rondarían entonces los 18 o 20 años, se ocuparon de que no me perdiera detalle, porque eran conscientes de que estas faenas tradicionales iban a desaparecer pronto…  Nunca les agradeceré bastante que aceptaran hacerse cargo de mí en esas jornadas. Me subía con uno de ellos al trillo: un tablero de madera arrastrado por dos mulos con elementos cortantes debajo, y girábamos vertiginosamente durante media hora al son de las colleras (véase img.nº15 representativa, montada con fotos recientes bajadas de Internet).

    Amenizaban mis primos este duro trabajo entonando los populares “cantos de trilla”, unas canciones preciosas que años después llegaría a escuchar en discos, interpretadas por célebres cantantes flamencos. Una de ellas decía: “esa potra lunanca tiene un potrito..., con una patita blanca y un lucerito... etc. etc. “. Aún podría recitar de memoria dos o tres de aquellas coplas populares, catalogadas en el repertorio flamenco como un “palo” que se acompaña únicamente con el típico ‘son’ de las colleras (ver abajo Nota adicional). Según he oído, dichas coplas se han transmitido oralmente durante generaciones; perteneciendo sus letras al acervo popular, ya que no se conocen los autores. Tras la trilla, pude ver en la tarde del 2º día siguiente cómo aprovechaban  mis pariente  el viento favorable pare iniciar la tarea del aventado, amontonando la parva a un lado de la era y lanzando con las horcas grandes paletadas de mies trinchada al aire…  

      Finalizada la diaria tarea, salían mis parientes a tapear con los amigos, recorriendo sin omitir ninguno los escasos bares del pueblo. Más tarde recogían a la novia para pasear con ella por las curvas de la carretera, que se empina considerablemente en dirección a la montaña de El Torcal.  En el crepúsculo solían sentarse las parejas en alguno de los malecones protectores de las curvas, desde cuya altura contemplaban las tenues luces del pueblo; lejos de donde pudieran ser observados. Este era uno de los lugares favoritos para arrimarse y meterse mano… Pero los chavalines de mi edad también deambulábamos por allí para observar con curiosidad estas escenas, sin perdernos detalle, eran parte del aprendizaje… A finales de Agosto llegaban las fiestas del pueblo, y la alegría se desbordaba a raudales por todas partes. La Plaza Mayor y calles colindantes se aderezaban para la ocasión con sencillos adornos, amén de un considerable refuerzo en la iluminación pública. Recuerdo que la gente se vestía con lo mejorcito, y alternaba paseando calle arriba y calle abajo para terminar sentándose en alguna  de las atiborradas terrazas de la Plaza; donde compartían unas cervezas con familia y amigos, durante largas y ruidosas conversaciones. Todo era bastante simple; las fiestas consistían en eso: el alterne y la prodigalidad de unos con los otros...  

    Las imágenes que conservo de la elaboración del pan, las tareas en campo abierto y la alegre convivencia de las fiestas,  las veo con la perspectiva de 60 años como un perfecto equilibrio entre los quehaceres domésticos, el  trabajo del campo y la diversión.  Eran otros tiempos, que no me  atrevo a calificar como mejores ni peores que los actuales... En cualquier caso, son experiencias que recuerdo con gran satisfacción. Me considero un privilegiado por haber vivido todo eso y poder contarlo.

 Nota adicional sobre el término “collera.-  Identifica: a) collar  relleno de borra para protección de los animales de tiro, b) un  collar de adorno para desfiles, c) una pareja de animales de tiro.  En las colleras, tanto de faena como de adorno, se acostumbran a insertar cascabeles, produciendo al trote un característico tintineo. 
 

 

 -Nota14- El “primer mandamiento” del peregrino: Aprovisionarse a tiempo de papel higiénico para cubrir emergencias                 

Siempre que coincido con peregrinos novatos suelo recordarles subrayándola esta norma; que nos enseñó hace tiempo el diario ajetreo del Camino, mientras deambulamos de uno a otro albergue. El papel higiénico es el mejor acompañante del peregrino, y conviene ir siempre  bien provistos de él porque: a) Sirve para secarse las manos, el sudor de la frente, el sudor del cuello... etc.,  etc., etc., (lo demás os lo podéis imaginar fácilmente). b) Es el elemento más liviano de nuestra mochila, ya que un rollo de 50 metros pesará como mucho  100 gr., pero es que con llevar dos o tres metros en un bolsillo del pantalón por ejemplo es más que suficiente. c) En los albergues no hay garantías de encontrarlo siempre a nuestra disposición, porque puede haber sobresaturación de personal, negligencia de los hospitaleros, etc.  etc.

    Con esos antecedentes: ¡lleva siempre encima esos 3 metros de papel higiénico!. Cógelos cuando vayas al lavabo en algún bar del Camino, en el mesón  o restaurante donde pares a comer, en cualquier otro establecimiento que tenga servicios… Por supuesto, tampoco es mala idea comprarlo al pasar por algún super, y repartir luego generosamente ese rollo con varios colegas. Como último recurso si vas desabastecido, coge ese trozo de papel de reserva en cuanto llegues a un refugio, siempre que veas suficiente cantidad en los lavabos claro... Pero en este caso no lo dejes para el último momento,  porque si no te provees a tiempo tú lo harán otros más precavidos.
 

 

 

Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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