¿ Quién
desconoce la Esperanza Macarena o la Esperanza de Triana? A lo largo y
ancho del mundo constatamos cómo el título de La Esperanza
acompaña a numerosas advocaciones de la Virgen. Y no podía ser de otra
manera. En la Salve Regina, que con el Padre Nuestro y el Ave
María forma el tríptico de las primeras oraciones del cristiano,
se proclama a María como nuestra más sólida esperanza:
Dios te
salve, Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y Esperanza nuestra,
Dios te salve.
No es cosa de ahora,
ni es cosa únicamente del cristianismo, que uno de los títulos de
veneración de la abogada por excelencia de la humanidad ante la
divinidad, sea la esperanza. Ya entre los griegos la Esperanza
(venerada bajo el nombre de ElpiV
- Elpís) era una divinidad alegórica que pasó a los romanos
con el nombre de Spes. Era hermana del Sueño (UpnoV
-Hipnos), divinidad también alegórica que deja en suspenso
nuestras penas. Cuando Epimeteo abrió la Caja de Pandora, que según
una tradición contenía todos los males, y según otra más verosímil,
todos los bienes que, como tenían alas, salieron volando. Y al cerrar
de nuevo la caja, ya sólo quedaba dentro de ella un bien: la Esperanza.
Por eso bien dice el refrán que "La esperanza es lo último que se
pierde".
También en el cristianismo
la esperanza es una de las tres virtudes supremas (junto con la fe y la
caridad) de manera que su ausencia produce por sí misma la condenación
irremisible.
La Esperanza, o simplemente
Esperanza, y casi siempre refiriéndose a esta advocación
de la Virgen, es un nombre geográfico muy extendido por todo el mundo
latinoamericano. Recordemos, por su importancia histórica en la ruta de
los descubridores, el Cabo de Buena Esperanza.
El Martirologio recoge
también la referencia a una Santa Esperanza, cuyo
martirio se sitúa en Roma en tiempos de Nerón, cuando más arreciaba
la persecución de los cristianos. Su fiesta se celebra el 1 de agosto.
És éste un nombre
bello por sí mismo, lleno de atractivo, coronado, por si fuera poco,
por una constelación de mitos, leyendas y tradiciones que le dan plena
vigencia. ¡Felicidades!
Escucha
la música de los campanilleros
HISTORIA
DE LA HERMANDAD
Hermandad
de la Esperanza de Triana
Orígenes
La Hermandad se
encuentra entroncada desde sus orígenes en el barrio de Triana, por
medio de agrupaciones de marcado carácter popular como los ceramistas,
gremio que fundara en 1418 en la Parroquia de Señora Santa Ana la
Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza, fusionándose en 1542 con
la Hermandad de San Juan Evangelista, del gremio de pescadores. Así,
ambas Hermandades se unen bajo el manto de la Esperanza y el 24 de
noviembre de 1595 se aprueba la fusión de ambas.
En 1608, Francisco de
Lara, clérigo de evangelio, fundó en el convento de las Mínimas de
Triana la Hermandad de las Tres Caídas de Cristo y Nuestra Señora de
la Salud, recibiendo esta última imagen culto todavía en una altar
lateral de la iglesia conventual de la que es titular.
Años más tarde, en
1616, será cuando se fusionen la Hermandad de Nuestra Señora de la
Esperanza y San Juan Evangelista con la Hermandad de las Tres Caídas,
formada esta última por gentes de la mar.
Y finalmente, la
Hermandad resultante se fusionó en 1971 con la Hermandad Sacramental de
la parroquia de Santa Ana, siendo aprobada esta fusión el 7 de febrero
de 1972 por el Cardenal D. José María Bueno Monreal.
Ella, que es ancla de
salvación, ha unido entre sí a hombres que, componentes de distintos
gremios y asociaciones, invocan a la Esperanza como Reina, Madre, Señora
y Capitana de un barrio y solicitan siempre su amparo para así un día
alcanzar el puerto que Dios, Caído en Triana, les promete como segura
patria.
Estancia en templos y
conventos
Cuando se fundó la
Hermandad de la Esperanza, en 1418, se hallaba establecida en la
parroquia de Santa Ana, donde se hallaba en 1523.
En el siglo XVII se
inicia una época de gran esplendor, aunque continuamente deambulando de
un templo a otro, por muchas y variadas vicisitudes. De esta forma, la
Hermandad va a residir sucesivamente en el convento del Espíritu Santo,
en su capilla propia de San Cayetano, desde donde realizaba su estación
penitencial a la Real Parroquia de Santa Ana (los pasos aun no cruzaban
el río para hacer estación en la Santa Iglesia Catedral), en la propia
parroquia de Santa Ana, en la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios
y en la iglesia del Hospital de Nuestra Señora de la Encarnación hasta
que, en 1815, se traslada a una capilla que se construyó a expensas de
sus cofrades marineros, mediante cuotas populares, en la calle Larga
(actual Pureza) efectuando desde aquí, el año siguiente, su primera
salida procesional.
En 1868 la Junta
Revolucionaria enajena y cierra la capilla, sacándola a pública
subasta, adjudicándosela dos súbditos ingleses que la dedicaron al
culto de la religión anglicana y posteriormente a otros menesteres
(almacén de corcho, de carbones) hasta que la finca pasa a poder de D.
Carlos Jorge Welton Niño, que la cede a la Hermandad en 1939, gracias a
la mediación del que fuera su director espiritual don José Sebastián
y Bandarán, en escritura notarial y por la cantidad simbólica de
19.300 pesetas.
Durante el periodo de
enajenación de la capilla la Hermandad, con sus Sagradas Imágenes, se
trasladó a la Iglesia de San Jacinto, donde permaneció cerca de un
siglo hasta el Viernes Santo de 1962 en el que, tras la preceptiva
estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, regresa a la
Capilla de la calle Pureza, en la que desde 1959 habían comenzado obras
de reconstrucción y acondicionamiento.
Y en la
Capilla citada continúa la Hermandad hasta nuestros días.
Información
gentileza de la web Esperanza
de Triana
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