LA SEMANA SANTA DÍA A DÍA - VIERNES SANTO
FERIA SEXTA IN PARASCEVE VIERNES DE PREPARACIÓN DE LA PASCUA La
mañana de este día, el único del año en que no se
celebra misa para expresar el luto de la iglesia, se
dedica a prácticas piadosas como el Vía Crucis, la visita a los monumentos, las procesiones
penitenciales. La
liturgia del día se celebra entre las 3 y las 6 de la
tarde, para hacerla coincidir con el momento en que se
produjo la crucifixión y muerte de Cristo. La liturgia de las horas de hoy empieza con este himno:
Toda
la liturgia de hoy es un lamento: “Se han aliado
contra mí los reyes de la tierra”, “Han buscado
contra mí testigos falsos”, “Se han repartido mis
vestidos y se han sorteado mi túnica Y
sigue el lamento: “Salisteis a prenderme como a un
ladrón” (Tamquam
ad latronem), “Alejaste de mí a mis conocidos”,
“Me entregaron en manos de los inicuos” (Tradiderunt
me), “Se entenebrecieron mis ojos por el llanto”
(Caligaverunt óculi
mei a fletu). Las
Laudes empiezan con la antífona: “A su propio Hijo no
perdonó Dios, sino que lo entregó por todos
nosotros” (Proprio
Filio suo non pepercit), a la que sigue el salmo
penitencial por excelencia, el Miserere. En las
siguientes antífonas se canta la salvación del buen
Ladrón (Ait latro
ad latronem… Le dijo el ladrón al ladrón…) y
la inscripción sobre la cruz: Posuerun super caput eius… Pusieron sobre su cabeza la causa de su
muerte: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. A
la misa de hoy la llama la liturgia, “Misa de
presantificados”, porque en ella no hay consagración.
Empieza con dos lecturas del Antiguo testamento, con sus
respectivos cantos y oraciones, seguidas del canto de la
Pasión según san Juan. Le sigue el bellísimo turno de
oraciones cantadas en que no se olvida ninguna de las
causas por las que reza la iglesia, alternando el canto
con los silencios. Tras cada oración, el sacerdote
canta: Flectamus génua (doblemos
las rodillas) para que todos se arrodillen a orar un
momento en silencio (alrededor de un minuto). Luego
vuelve a cantar: Levate (levantaos). Se levantan todos y prosigue con la siguiente
oración, y así hasta hasta 16 veces. Sigue
la adoración de la cruz, ceremonia en la que el
sacerdote descubre el crucifijo que preside la celebración
de la liturgia, ahora tapado con un velo morado, al
tiempo que canta: “Ecce
lignum crucis, He ahí el leño de la cruz en el que
pendió la salvación del mundo. Venid, adorémoslo”.
Mientras los fieles acuden a besar la cruz, el coro
canta los célebres Improperios: “Pópule
meus, quid feci tibi, aut in quo contristavi te,
responde mihi: Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué
te contristé? Respóndeme”. “Porque te saqué de
Egipto, preparaste una cruz para tu Salvador? Santo
Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, apiádate de
nosotros” (cantado en griego y en latín). “¿Qué más
debí hacer por ti y no hice?” Canta el Sacerdote que
representa a Jesús lamentándose. Y luego de una
lamentación otra y otra, y así hasta diez
lamentaciones, recordando lo que hizo Dios por su
pueblo. Durante
la adoración de la cruz se canta también el bellísimo
“Crux fidelis
inter omnes: cruz fiel, entre todos los árboles el
más noble: ninguna selva da un árbol semejante por su
fronda, por su flor, por su semilla. Dulce madero,
dulces clavos que sostienen tan dulce peso”. Con la
comunión acaba la celebración litúrgica del Viernes
Santo. Fuera
de la iglesia la actividad es intensa: hoy es el gran día
de los penitentes, el día de las procesiones en que
nuestros antepasados exhibían públicamente su condición
de condenados e imploraban el perdón. Hoy es el día
del cumplimiento de las promesas más atrevidas que se
hicieron en momento de desesperación, sobre todo
implorando la salud propia o de los seres más queridos.
Van los penitentes con la cara cubierta con sus
capirotes. Muchos van descalzos, algunos con cadenas,
quién con una cruz a cuestas… distintas maneras de
castigar el cuerpo para liberar el espíritu. Son las
procesiones más sobrecogedoras: en absoluto silencio
que permite oír el pisar de los pies, el arrastrar de
cadenas, un silencio roto de vez en cuando por austeras
y breves intervenciones de la banda de música, o por
saetas desgarradas. Hoy es el día más abundante en procesiones, el núcleo de la Semana santa. Son dignas de verse las de |