Hermandad de María Santísima de la Estrella y
Nuestro Padre Jesús de las Penas.

 

ESTRELLA

 Signum magnum apparuit in caelo: mulier amicta sole, et luna sub pédibus eis, et in cápite eius corona stellarum duódecim.”Un gran prodigio apareció en el cielo –dice san Juan en el Apocalipsis-: la mujer vestida de sol, con la luna como pedestal, y coronada su cabeza con 12 estrellas. He ahí la más excelsa visión de la Madre de Dios que fueron capaces de concebir profetas y teólogos, poetas y pintores. La Virgen coronada de estrellas. Ave, maris Stella, dice el himno con que la ensalza la Iglesia: “Salve, Estrella del mar, Madre criadora de Dios, siempre Virgen, puerta del cielo”. Esa es la Virgen de la Estrella

Desde que la humanidad levanta sus ojos al cielo, en él proyecta sus valores más perdurables, sus más indelebles recuerdos, sus más altos anhelos. A cada estrella le confiaron nuestros antepasados un dios o un héroe al que recordar por siempre; con estrellas amasaron constelaciones depositarias de su fe, de sus esperanzas y de sus amores. En las estrellas labraron su alma antes de conocer el cincel y antes de inventar la escritura. Lo más grande de nosotros mismos en las estrellas lo tenemos depositado. Por eso no podía faltar entre los nombres de mujer, el de Estrella, que en su forma más clásica es Estela. Hermoso entre los nombres femeninos que evocan la naturaleza: Aurora, Alba, Rocío, Nieves, Mar, Mar y Sol; todos ellos bajo la advocación de nuestra gran divinidad femenina, la Reina del cielo. 

El nombre de Estrella procede del latín stella, del que hemos formado además de esta palabra, los derivados “estelar” “estela” y “constelación”. Está emparentada con asthr (astér) que es como llaman los griegos a la estrella, y con la forma neutra astron (ástron), de igual significado; aunque preferían darle a “astron” el significado de “cuerpo celeste” o “conjunto de cuerpos celestes” (recordemos que de esta palabra derivan astronomía y astrología), y a “aster” el de estrella. La palabra latina tiene terminación de diminutivo, por lo que no sería de extrañar que su forma original hubiese sido astérula, derivada directamente del griego. El caso es que en la forma hispana de la palabra, en estrella, tenemos también mezclados el elemento griego y el latino, como si hubiese sido amasada con ambas palabras, aster y stela. 

María Santísima de la Estrella, conocida popularmente como la Virgen de la Estrella, es una advocación de la Virgen que tiene un gran arraigo no sólo en Triana y en Sevilla, sino que se extiende cada vez más por la provincia y en la amplísima área de influencia de la Hermandad, conocida y apreciada tanto por el esplendor de sus ceremonias como por las obras asistenciales que atienden tan generosamente los hermanos. Y por si esto no bastara, el Excelentísimo Señor Arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo, anunció que la iglesia había decidido coronar solemnemente la imagen de María Santísima de la Estrella, para entronizarla como Luz del Tercer Milenio. Privilegio, el de la solemne coronación que sólo se concede a las imágenes que gozan de gran veneración entre los fieles.

He ahí la grandeza y el esplendor de un nombre que es venerado en la Tierra de María Santísima. Las que llevan este nombre o el de Estela, y los miembros de la Hermandad pueden sentirse legítimamente orgullosos de él. ¡Felicidades!


Historia

La Hermandad de Nuestra Señora de la Estrella o Hermandad de la Luz de María Santísima de la Estrella, que tenía su templo en el convento de la Victoria regentado por monjes Mínimos de San Francisco de Paula (en 1600 la Hermandad de la Estrella se une a la de San Francisco de Paula), se fundó en 1560 por el gremio de los cargadores en los barcos en el puerto de Sevilla, cuando Sevilla era la capital marítima del Imperio español, y este puerto el más rico del mundo, al que venía la Flota de la Plata, trayendo los tesoros del Nuevo Mundo. Así el gremio de Cargadores era uno de los más ricos (aclaremos que "cargadores" no significaba mozos de carga, sino lo que hoy se diría mercaderes que enviaban mercancías cargadas en los barcos, y consignadas a los puertos de Indias). Según Juan Carrero Rodríguez en su magnífica obra "Anales de las Cofradías sevillanas", los cargadores por su necesidad de viajar a Indias no podían dedicarse a la propagación y devoción de la Cofradía por ello resolvieron fusionarla con otra hermandad que era de la de Nuestro Padre Jesús de las Penas (fundada en 1644 por Diego Granado y Mosquera en la ermita de la Candelaria también en Triana bajo la advocación de las Penas de Cristo Nuestro Señor, Triunfo de la Cruz y Amparo de María Santísima) que tenía una capilla insuficiente en la citada ermita de la Candelaria, hermandad del gremio de los alfareros que también estaba muy vinculada al puerto, ya que en los barcos se cargaban tinajas, cántaros y botijuelas para la exportación de vinos y aceite.

El 15 de junio de 1675, y ante el escribano Fernando Gómez de Frías, se fusuinaron ambas corporaciones acordándose la redacción de nuevas reglas con lo mejor de ambas, las cuales fueron aprobadas en 1676. En las mismas se determinaba hacer estación en la tarde del Jueves Santo siendo el primero de los pasos el Triunfo de la Santa Cruz.

Al desaparecer en un incendio el Convento de la Victoria, en 1704, y debido a las escasas dimensiones de la ermita de la Candelaria, la Hermandad labró capilla propia que sirvió de iglesia a la Comunidad de Monjes Mínimos. En esta capilla residió hasta 1835, fecha en la que se vio obligada, por la exclaustración a trasladarse al Convento de San Jacinto.

Durante su existencia, la hermandad, propietaria de cuantiosos bienes merced a las donaciones de sus miembros, viajeros a las Américas, sufrió diversas vicisitudes incorporándose a ella, sin que se conozca fecha exacta, la Hermandad de las Santas Justa y Rufina, formada por los alfareros que dieron notable impulso a la corporación.

Desde 1891 la Cofradía realiza la estación de penitencia en la tarde del Domingo de Ramos.

Durante la época Republicana en 1932, en la que existía una persecución religiosa, la Hermandad de la Estrella fue la única que se atrevió a salir a la calle procesionalmente, y la Virgen fue apedreada en la calle Rioja y Tetuán y le dispararon tres tiros de pistola en la plaza del Triunfo, pese a lo cual completó su recorrido procesional rechazando la sugerencia de dar terminada la procesión y encerrarse en la Catedral, prefiriendo continuar su recorrido hasta regresar a Triana, a su capilla que entonces tenía en el Templo de San Jacinto, por lo que desde entonces a la Virgen de la Estrella se le llama "La Valiente".

La capilla donde reside actualmente fue bendecida el 10 de abril de 1976, en la calle San Jacinto.

Las primitivas reglas de la Hermandad ofrecían singulares valores religiosos y sociales, que la Corporación continúa guardando con estricto celo y así se refleja en sus actuales ordenanzas que datan del 5 de febrero de 1988.

Reseñable en este resumen histórico, los acontecimiento acaecidos en 1996 como son el descubrimiento de la autoría de Nuestro Padre Jesús de las Penas, durante el proceso de su restauración, que pertenece a José de Arce, y la futura Coronación Canónica de María Santísima de la Estrella en 1999. 

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