SANTORAL Y LA
ONOMÁSTICA
Como habrán observado nuestros lectores,
estamos dándole un vuelco a la página, porque consideramos que ha llegado el momento de
dar un acelerón después de dos años de siembra paciente y laboriosa. Al empezar el
próximo año queremos estar en condiciones de lanzar la campaña CUELGA UN ALMANAQUE EN
TU WEB, ofreciendo para ello una amplia gama de Almanaques temáticos, formados
básicamente a partir de la segregación de las secciones, y en su caso de su acumulación
según los intereses del usuario. De manera que quien desee para su web-site un Almanaque
de sólo humor, o sólo botánica, o sólo cocina, o sólo santoral, se lo podremos
suministrar. A la hora de estructurar las secciones independientemente para facilitar por
una parte su más fácil y agradable acceso, y por otra su conversión en Almanaques
independientes, hemos empezado por el SANTORAL-ONOMÁSTICA que es la sección más
demandada y visitada de nuestro Almanaque, según rezan las estadísticas. Estamos
centrando, pues, todas nuestras energías en ofrecer el mejor Santoral de la red: si se
dan una vuelta por esa sección, comprobarán por sí mismos que estamos en camino. Así
que siguiendo un elemental criterio sinergético, para concentrar todo el trabajo de esta
semana en el Santoral, los textos del Almanaque de estos días girarán en torno a este
tema, porque serán el punto de partida de los que incluiremos en la presentación y en
las diversas portadas. Si esta experiencia resulta satisfactoria, la repetiremos para las
otras secciones, a las que iremos dedicando monográficos en los Almanaques de cada día;
que tampoco está mal salirse de vez en cuando de las rutinas (de ruta, claro está) e ir
campo a través. Entrando ya en harina, la primera cuestión que nos planteamos al iniciar
hace dos años esta publicación, fue si debíamos seguir en la tradicional denominación
de Santoral, cuando hay cada vez más nombres que no responden a ningún santo. La
respuesta obvia fue que no, por tratarse de un criterio restrictivo, aunque es ciertamente
el más universal; y más, habida cuenta de que crece la tendencia a poner nombres ajenos
al santoral. Optamos, pues, por denominar a la sección ONOMÁSTICA, porque de ella no
queda excluido ningún nombre. Esta decisión llevaba consigo dos consecuencias: la
primera, que no iba a predominar en nuestros nombres el criterio de santoral; es decir que
no íbamos a dedicar la totalidad del texto de cada nombre a glosar la vida del respectivo
santo; la otra consecuencia de orden práctico es que no íbamos a repetir un mismo nombre
varias veces por corresponder a santos distintos, porque esta política hubiese
contribuido a ampliar la cultura religiosa (cosa que está muy bien, pero que no es
nuestro objetivo directo) en detrimento de muchísimos nombres que o no tienen santo, o lo
tienen sin biografía. Esta decisión nos hizo el trabajo mucho más difícil, puesto que
con ello renunciábamos a unas bases de datos de dominio común, ya elaboradas, como son
las vidas de santos (los nombres más comunes cuentan con decenas de santos; y los más
populares sobrepasan el centenar). Elegida por tanto la opción ONOMÁSTICA como básica,
y la de SANTORAL como complementaria, y asumiendo tanto las ventajas como los
inconvenientes de esta opción, dimos curso a nuestra peculiar forma de tratar los
NOMBRES.