SANTORAL-ONOMÁSTICA
Santos del
día 28 de Noviembre
Jaime de la Marca,
Honesto de Nimes, presbíteros; Gregorio III, papa; José Pignatelli,
religioso; Valeriano, Urbano, Crescente, Eustaquio, Creconio, Crescenciano,
Félix, Hortulano, Papiniano, Mansueto y Florenciano, obispos y mártires;
Santiago, confesor; Conancio, obispo; Sóstenes, Rufo, Esteban el Joven,
Basilio, Pedro y Andrés, mártires; Beato Gracia de Cátaro, religioso.
HONESTO
San
Honesto nació en la ciudad francesa de Nimes, por los alrededores del
año 200. Eran los primeros tiempos del cristianismo, cuando la nueva
religión sufría una persecución enconada por parte de los emperadores
romanos. San Saturnino, obispo de Toulouse, que tomó a su cargo la
cristianización del sur de Francia, extendiéndose hasta Pamplona, entre las
innumerables conversiones que hizo de paganos al cristianismo, contó con la
del noble romano Honesto, al que ordenó sacerdote y mandó a cristianizar
Navarra y Vizcaya. Murió San Honesto en España el año 260.
El término
honesto procede del latín "honestus", derivado de "honorem", que mantiene el
mismo significado que en español, y que suele definirse como "cualidad de la
persona que, por su conducta, es merecedora de la consideración y respeto de
la gente y que se comporta guiado por el deseo de mantener y acrecentar la
propia estimación". "Honesto" sería, por tanto, el que se comporta de manera
que nunca su conducta empañe su honor.
Al pasar
por el tamiz del cristianismo, el término "honestidad", que recoge el
conjunto de cualidades que ha de tener la persona honesta, en cuanto a su
significado masculino se desplazó de las virtudes propias del varón romano (vir),
cuya misión en la vida era la guerra y la dominación, a las virtudes
cristianas: mientras el significado para la mujer quedó prácticamente igual.
Es éste un
nombre muy exclusivo, del mismo grupo de significado que Honorio y Honorato,
por lo que hay que deducir que en la mayoría de los casos su imposición se
debe a la voluntad explícita de los padres de no perder un nombre
tradicional y por tanto muy apreciado en la familia, y transmitir con él al
hijo los valores intrínsecos del nombre y los acumulados por los miembros de
la familia que se han llamado así.
Sólidos
motivos de satisfacción tienen, pues, todos los que se llaman Honesto:
tienen un nombre selecto, con un significado hermoso, que va más allá de lo
que imponen las obligaciones y las leyes ("honestum non est semper quod
licet" "lo lícito no siempre es honesto", que dice el aforismo latino), que
es él mismo fuente de rectitud y que por tanto genera confianza. Es de los
que en cierta manera obligan a ser consecuente y a comportarse conforme al
significado del nombre. ¡Felicidades!