LIBERTAD
(INTRODUCCIÓN)
Es tarea ardua y arriesgada definir,
es decir señalar los límites de cosas tan volátiles como la libertad.
Lo importante no es definir la
palabra, sino la cosa, para saber si la palabra está hecha a la medida de la cosa o si es
un vestido prestado que le cuelga por todas partes.
En primer lugar hay que decir que libertad
es el contrario de esclavitud (y no a la inversa). De manera que si no
hubiese existido la esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la libertad,
de la misma manera que si no hubiese oscuridad, nunca hubiéramos percibido y definido la
luz, tan esquiva por lo demás a ser definida.
Si definimos provisionalmente la
esclavitud, podremos empezar a movernos. Y ya de puestos, mejor si concretamos en el esclavo/a.
Esclava es la persona que no es dueña de sí misma, sino que es propiedad de otra
persona, física o jurídica. Por consiguiente, libre sería la persona sobre
la cual nadie ejerce derecho de dominio, es decir de amo.
Y la primera duda que nos asalta es:
si no existe la barrera natural, el límite (finis) de la libertad, que es la
esclavitud, ¿como podemos definir esa realidad? Al no tener límites se nos
convierte en indefinible, es decir en in-finita, con lo cual a cualquier
cosa se le llama libertad.
Vayamos por partes: igual
que toda especie viviente procede por evolución de toda una cadena de especies, sin que
se produzcan nunca saltos espectaculares, así también toda conducta humana procede por
evolución de toda una cadena continua de conductas anteriores, sin saltos espectaculares
(y si los hay es preciso buscar los eslabones perdidos, en vez de diseñar modernas
mitologías). De lo cual es preciso inferir que lo que hoy denominamos LIBERTAD
procede por evolución de la ESCLAVITUD, es decir que la realidad que hoy
llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad antigua, ya extinguida, que
denominamos esclavitud.