Existen ya muchas explicaciones de este término, pero nunca acaba
de quedar explicado satisfactoriamente, por lo que siempre queda la puerta abierta para
volver a intentarlo.
Es bastante unánime el convencimiento de que la palabra religión procede de re más
ligare, (aunque podría ser también de legere -juntar,
reunir). Según el primer supuesto, el significado podría ser el de volver atrás una
acción (como en renunciar, rechazar, retirar...), con lo cual religare
significaría "desatar", "liberar" (valor suficientemente
documentado), o asignando a re valor de repetición, como en redimere
("redimir", "recomprar"), "rehacer", etc., valor
igualmente documentado. Y finalmente, si nos acogemos a la etimología de re
más legere, el resultado sería "volver a reunir" si asignamos a re
el valor de repetición, y "desunir", "relegar", "alejar",
"apartar" si le asignamos a re el valor de deshacer, también
suficientemente documentados ambos valores. Es decir, que las explicaciones de base
etimológica que podamos dar a la palabra religión son contradictorias, con lo
cual se neutralizan recíprocamente.
Pero a pesar de ello, y puesto que la tentación es invencible, me apunto a una de las
respuestas etimológicas. No porque pueda alegar que sea mejor que las otras, sino porque
sirve mejor a mi explicación. Elijo, pues, para religare el significado de
"volver a atar", y según esta interpretación de la palabra, la realidad que se
escondería tras la palabra religión sería el conjunto de acciones encaminadas a
"volver a atar" a la humanidad después de haberse soltado de la Naturaleza.
Resulta, en efecto, que mientras la especie que se convertiría en humana estaba
sometida a las reglas del instinto tan firmemente arraigadas como en las demás especies,
ni el individuo ni las colectividades (que se moverían entre la horda, la manada e
incluso el rebaño) tenían problema alguno de comportamiento. La Naturaleza se imponía
sin más. Pero cuando el líder de la horda, la manada o el rebaño decidió hacerse su
dueño, y hurtarles a las especies competidoras el tributo de vida que les impuso la
naturaleza, se desquició totalmente el sistema de conducta y de vida de la especie. Para
salir del caos fue preciso reconstruir artificialmente el orden natural en que antes
estuvieran: así, lo que antes había sido instinto de respeto a la Naturaleza, hubo de
convertirse en religión de carácter animista, que por la vía del culto y del
temor reverencial, imponía el sometimiento a las fuerzas naturales, sometimiento al que
se sustraía en cuanto dominaba esas fuerzas, para ir aceptando sucesivamente el
sometimiento religioso a las fuerzas que sobre ella iban quedando.