CASA
(Ver
primera parte en la web. Día 16)
Estábamos en la relación casa-casamiento y en el paso de la forma
transitiva del verbo (casar) a la forma reflexiva (casarse), que no es poca la movida que
representa en la realidad ese pequeño cambio en la denominación de una cosa.
Basta que tengamos en cuenta la relación inseparable casa-casamiento, y el valor
objetivo de la casa como base de sustentación de una familia, para describir a grandes
pinceladas la realidad social que hay tras ella .
Mientras el matrimonio ha estado ligado intrínsecamente a la
reproducción, las diversas sociedades para las cuales éste ha sido un pilar básico, no
han consentido el matrimonio de una pareja que no contase con un suelo capaz de producir
lo suficiente para ellos y su descendencia, y un techo bajo el que guarecerse; en una
palabra: sin casa, no había casamiento.
Como el suelo es limitado, mientras que la reproducción tiende a crecer, cada sociedad
ha optado por resolver el problema de los excedentes demográficos de formas distintas.
Los griegos, por ejemplo, decidieron que una ciudad no debía crecer más allá de los
30.000 habitantes. Por consiguiente, cuando aumentaba el número de habitantes no
edificaban más, sino que armaban barcos y organizaban expediciones en busca de nuevas
tierras para los excedentes. Esas fueron las colonias. De este modo la poliV (pólis) se convertía en metropoliV (metrópolis), que significa ciudad-madre,
porque de ella y a su costa, y bajo su tutela nacían otras ciudades. Disponiendo de más
territorio, ya podían casarse, es decir fundar casa los que antes no podían hacerlo.
En España, durante la Edad Media, la solución era distinta: los excedentes de
población se inmovilizaban (a efectos de reproducción) en el servicio doméstico, en el
ejército y en los monasterios. Tres instituciones en las que la reproducción no formaba
parte del sistema. Con lo cual resultaba que la mayor parte de las personas capaces de
reproducirse estaban forzosamente apartadas de la estructura reproductora, porque la
libertad de reproducción sin posibilidades de mantener a los hijos, hubiera dado lugar
finalmente a la misma población (porque la comida era la misma, y el hambre estaba ya muy
distribuida, y era difícil distribuirla entre más personas), pero pasándolo muchísimo
peor.
Cuando un soldado conquistaba
con las armas un territorio, ya podía sacar del convento una de esas innumerables
vírgenes destinadas no a servir a Dios, sino a esperar su momento (que para la mayoría
era nunca) para servir a la reproducción.Igualmente, si moría el
primogénito, el que tenía garantizada la casa en calidad de heredero, salía su hermano
del convento para ocupar su lugar en el sistema reproductor. Y así hasta el
descubrimiento de América, que cambió el sistema. (Tendrá que continuar)
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