CASA
Lo primero que llama la atención en esta palabra es que
en lugar de designar la casa con la palabra"domus", de la cual
sólo tenemos el término culto "domicilio" y sus derivados, y que es con la que
designan la casa los romanos, hemos preferido otro término, también latino, "casa"
con el que los romanos designaban la choza, la barraca.
No hay que ser muy sagaz para sospechar que esta desviación no es probable que se
debiese a ninguna casualidad ni arbitrariedad, sino a que los que vivían en
"domus" usarían esta
palabra porque representaba fielmente la cosa a que se referían, y los que vivían en "casas"
, es decir en chabolas, usarían esta palabra por ser la que más fielmente
representaba la realidad que con ella querían expresar.
La palabra "domus" está íntimamente ligada al "dóminus",
es decir al "señor" que en ella habita y ejerce dominio; mientras que la
palabra "casa" está asociada al que no sólo no tiene dónde ejercer su
dominio, sino que está sometido a él.
Pasando a la derivación, nos encontramos con que, así como de "domus" proceden
"domar", "domesticar", "dominar", "dómine",
términos todos ellos relacionados con la dominación, y sólo muy tardíamente el
término culto "domicilio" con sus derivados, de "casa"
proceden "casar" y sus derivados.
"El casado, casa quiere", dice el refrán en el que se encierra el
significado original de "casar", que es "poner en una sola casa". En
efecto, al igual que ocurre con los pájaros, que condicionan el emparejamiento (que es lo
mismo que decir el apareamiento) a la existencia del nido, de manera que pájara que tiene
mejor nido, mejor se empareja, y pájara sin nido no se aparea, porque no tendría dónde
poner los huevos que de ahí resultasen, así también la pareja humana se constituye a
partir de la "casa", de manera que sin ella no hay "casamiento".
Asimismo, "casar" fue transitivo mientras fueron los padres los que
"casaban" a los hijos, es decir los que (cuando la práctica totalidad de la
gente vivía de la tierra en régimen de subsistencia) les ponían a los hijos casa y
tierras. Y como ésta era una operación básicamente económica, eran ellos quienes
decidían con quién casar a su hijo o a su hija, es decir con qué tierras y con qué
casa tenían que casar las suyas, de manera que la hacienda nunca sufriese menoscabo, sino
todo lo contrario, al transferirla a la generación siguiente.
(Continuará)