Los romanos, que fueron los que acuñaron esta palabra, no
eran amantes del trabajo, porque al ser un pueblo guerrero, cuyo oficio principal era
sojuzgar a otros pueblos, tenían resuelto el problema del trabajo mediante los esclavos.
Pero en tiempos de paz detestaban estar sin hacer nada. El hecho de que reconociesen
que "la ociosidad es la madre de todos los vicios", no les inducía a trabajar,
ni mucho menos, sino a inventar maneras de ocuparse para no estar sin hacer nada. Al grupo
de estas ocupaciones de carácter económico las llamaron ne otium, que significa
"no ocio", dando lugar posteriormente a negotium, que traducimos
por "negocio".
Posiblemente los romanos se vieron obligados a ponerle este nombre porque entre
guerreros el comercio era una actividad de segunda fila, que aportaba muchas menos
riquezas que la guerra, y por supuesto ninguna gloria. Se veían por tanto obligados a
justificar esas actividades tan dudosas para un soldado, diciendo que lo hacían como un
hobbi, por no estar ociosos.
La verdad es que el hecho de que alguien realice una actividad porque se encuentra a
gusto en ella, porque prefiere dedicarse a esa actividad que a estar ocioso, hace que esa
actividad tenga muchas posibilidades de convertirse en lo que nosotros entendemos por
negocio.
En cuanto a la calificación del negocio, al haber desaparecido la guerra como fuente
de riquezas y de gloria (sólo muy esporádicamente reaparece), los negocios han ocupado
su lugar, constituyéndose en la mayor fuente de riquezas y de respetabilidad.