FOLLAR
Hay palabras que nacieron inocentes, ésta es una de ellas, y luego las convertimos
en malsonantes. En todas las lenguas necesitamos palabras gruesas para cuando sentimos la
necesidad de ser groseros o hirientes (y ocurre esto con frecuencia) y sus equivalentes
más finas para cuando queremos ser elegantes. La selección es bastante arbitraria
(véase lo que ocurre con el verbo coger, de tan distinto uso en España y en
Hispanoamérica). El caso es que tenemos documentado desde 1732 el uso de follar
con el significado de "soplar con fuelle"; un siglo más tarde se le ha dado la
vuelta y en 1822 significa ya "soltar una ventosidad". Y a partir de 1905, no
hace aún un siglo, tenemos documentado su uso con el significado de "practicar el
coito". Obsérvese, por pura curiosidad, que la palabra "follón" si alguna
relación tiene con follar es a partir del significado que ésta tuvo antes de 1905. De
hecho la Real Academia tuvo que recoger el significado que actualmente tiene, asignado
también con bastante arbitrariedad por los hablantes.
El verbo follar tiene su origen en el sustantivo latino follis, que significa
fuelle, del que procede el verbo follicare (la i átona no tardó en caer, con lo
que se pasó a follcare, que se bifurcó en follar y folgar). Follicare significa
respirar como un fuelle, resollar, jadear. Es razonable creer que la utilización de este
término para indicar el descanso, se debería justamente a la idea que la misma palabra
des-canso encierra: sin cansancio, no puede haber descanso. Folgar sería detenerse a
resollar, "tomarse un respiro" jadear, que además es una forma refleja de
descanso (si hay cansancio, claro). Es posible que hayan influido en la asignación de
esta palabra al acto del coito, tanto el significado de jadeo, como el de fuelle, por el
movimiento de vaivén, especialmente convulsivo cuando se quiere avivar el fuego. Abona
esta última hipótesis el hecho de que se use preferentemente este verbo considerando al
hombre como agente gramatical y a la mujer como paciente, no siempre exclusivamente
gramatical. Sea como fuere, ahí están las palabras y ahí las imágenes.
El hecho de que se use esta palabra como una grosería, posiblemente tiene un trasfondo
digno de análisis. Si ponemos a un lado los términos follar y joder, y al otro hacer el
amor, observamos de inmediato que hemos colocado bien la barrera. La fórmula de hacer el
amor, préstamo generoso de los franceses, implica respeto mutuo, implica absoluta
igualdad de la pareja. En cambio en los términos follar y joder van implícitos todos los
usos que estas mismas palabras tienen fuera del ámbito sexual: agresividad, imposición,
abuso... , con lo que cuando se emplean en el ámbito que supuestamente les es más
propio, es inevitable que flote en ellas esta carga negativa, aunque no haya intención de
aludir a ella, porque la llevan ya las palabras. Lo peor de todo, no es que sea el uso
extrasexual el que contamina su valor sexual, sino bien al contrario. El hecho de que se
haya practicado (y se siga practicando) el sexo de forma agresiva, es lo que ha permitido
que estos términos hayan podido ser trasladados a otros ámbitos con el valor que tienen.
Mariano Arnal
Copyrigth EL
ALMANAQUE todos los derechos reservados.