PACIFISTAS
Irene la llamaban los griegos (Eirhnh / Eiréne), y le nacieron varios retoños: los eirhnofulakeV (eirenofýlakes), los
guardianes de la paz; los eirhnaioi (eirenáioi),
los pacíficos (de ahí el nombre de Ireneo); los eirhnodikai
(eirenodíkai), los parlamentarios; los eirhnopoioi (eirenopoiói), los
conciliadores, los pacificadores, los que hacen la paz. La palabra latina pax
no fue tan fecunda. Probablemente porque la máxima aspiración de los griegos era ser
libres, y la de los romanos era la de dominar: por eso suena tan dura la palabra pax
en boca de un general romano. Probablemente sea "pacifista" la palabra
que mejor traduce eirhnopoioV (eirenopoiós).
MAKARIOI OI EIRHNOPOIOI OTI AUTOI KLHRONOMHSOUSIN THN GHN
Makárioi oi eirenopoiói óti autói kleronomésusin ten guén
BIENAVENTURADOS LOS PACÍFICOS, PORQUE ELLOS HEREDARÁN LA TIERRA
Eso es lo que dice el pacifista Jesús en las Bienaventuranzas (Mt. 5, 9-4). El
texto original tiene un pequeño error de trasposición que (monseñores tiene la Iglesia)
ha sido convenientemente enmendado. De lo que se trata es de heredar la tierra. Para ello
lo que se necesita no es ser humildes, como por error dice el Evangelio, sino ser
artífices de la paz, hacer la paz. Labrarla con las armas si es preciso. Y si hay que
recuperar la tierra, sólo cabe una clase de paz: la del si vis pacem... (si
quieres la paz...). Una paz santificada por el Evangelio y por los monseñores.
Bienaventurados los que construyen la paz, porque gracias a ella serán dueños de la
tierra prometida.
¿Y los guardianes de la paz? Durmieron confiados, arrullados por el dulce ronquido de
las parabéllum. Lo podían soportar. Pero en cuanto éstas callaron y vieron
cernerse sobre sus cabezas la amenazante sombra de la paz, se sobresaltaron. Los
nacionalistas estaban saboreando ya las mieles de la paz por la que tanto habían luchado,
y he aquí que a los de la paz adversa, acostumbrados a dormir con ruido, tanto silencio
les ha despertado. Se les ha caído la venda de los ojos, han entendido por fin que las parabellum
no traían la guerra, sino la paz, que con ellas estaban construyendo la paz de
su patria. Y he aquí que son ahora ellos, los grandes amantes de la paz, los que tiemblan
de pensar que se les trunque la larga marcha emprendida hacia la reconquista de la patria.
No se equivocaron ni un milímetro en el trazado del camino: Si vis pacem, para-bellum.
Si quieres la paz, usa la parabellum. Y en eso estaban, en la recogida de
los frutos de la para bellum, cuando los enemigos de la paz vuelven al
hostigamiento. Les están obligando a volver a otra buena ración de parabéllum
para reconducir la paz.
Mariano Arnal
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