LAS COSAS Y SUS NOMBRES  NOMINA RERUM                                    Mariano Arnal

INTELIGENCIA

La inteligencia, más que una cosa, es el campo de glorificación del hombre. Nadie sabe cuáles son los límites de este campo. Como no hay escrituras, cada dos por tres se están moviendo los mojones. Y se le asignan también las aguas territoriales hasta las doscientas millas o hasta donde haya algo que pescar. La inteligencia no es ni anatomía ni fisiología, por eso hay que advertir antes de entrar en materia, que tiene tantas definiciones como definidores. Es el definidor quien le cierra fronteras o le abre horizontes.

No nos cansemos dándole vueltas al origen y al contenido de la palabra. Intellegere es inter-légere, es decir "elegir entre", o yendo más atrás en el significado, "recoger entre". (Ver en la web lección.) Para los que inventaron la palabra, inteligencia es elección, es opción; es finalmente voluntad. Quien no tiene voluntad, procura no tener que elegir, procura estar metido en rutinas para no tener que pensar (pendo, pependi, pensum), para no tener que so-pesar; y si se halla ante alternativas, nunca acaba de elegir: non intel-legit, que es como decir "no entiende" (porque de otra manera no podemos traducirlo). Pero bueno, ¿qué es entender (no tenemos otro verbo para denominar la acción de la inteligencia), qué es entender, más que in-téndere, moverse con fuerza (compárese con "tensar", "tensión", "in-tenso") en una dirección determinada? (in). El en-tendimiento es imposible explicarlo sin la voluntad. Inter légere es "elegir entre".

Me encanta ver al hombre como un animal y tratarlo como tal. Resulta mucho más asequible (aunque también mucho más digno de conmiseración). Y siguiendo en esa línea, colocando al hombre en su escalón zoológico, hay que decir de él que es el animal que se mueve en mayores márgenes de inter-elección, es decir de intelección. Es el único animal que ha tomado decisiones que afectan a su sistema operativo, y que por tanto ha multiplicado casi por infinito su menú de opciones. El hombre es el animal cuya conducta admite más alternativas, movidas tanto desde dentro como desde fuera del individuo. Es el animal cuya versatilidad de conductas es infinitamente mayor que la del resto de animales; pero sobre todo es el animal cuyas variaciones de conducta alcanzan al propio corazón del sistema conductual, con lo que el nivel de opcionalidad de la especie crece exponencialmente (en muy pocos individuos se ejercitan las opciones más profundas; y esos son los que cambian al mundo y al hombre). La capacidad de opción de las demás especies es ciertamente limitada, tanto para el individuo como para la especie. En cambio es inevitable afirmar que la capacidad de opción (de inter-elección) del conjunto de la especie humana es in-finita, es decir que no tiene límites, o al menos no se le conocen. Otra cosa es la capacidad de inter-elección (intelección) de cada uno. Frente al que procura no tener que decidirse nunca por nada, que se lo den todo hecho, pensado y masticado, están los individuos cuya pasión es elegir, siempre elegir, ver si hay caminos alternativos. Y entre uno y otro extremo, una gradación variadísima de inteligencias, es decir de actitudes ante la e-lección.